“Ya no se trata de hacer predicciones, sino de adaptarse”

La teoría económica clásica concluye que los inversores toman sus decisiones de forma racional, pero eso es algo que no siempre funciona. Factores como el miedo o la codicia desvirtúan esa supuesta racionalidad y dejan que la psicología se sitúe en posición dominante. Y la psicología no cambia. Por eso las finanzas del comportamiento tratan de analizar los patrones de inversión que se repiten en el tiempo y que responden a los verdaderos movimientos de los inversores. “No se trata de saber cómo se supone que se comportan sino de cómo lo hacen realmente”, afirma Romain Lahoste, gestor de fondos de CCRAM, gestora de Behavioural Finance de UBS Global AM. Sus cuatro principios básicos son: los inversores toman las decisiones entorno a un marco de referencia; sufren un exceso de confianza entre sí; al afrontar las pérdidas, su actitud cambia drásticamente; y temen más las pérdidas que lo que valoran las ganancias.

No se trata de una idea novedosa, pero desde hace algunos años, con el estallido de la crisis, ha cobrado sentido, pues lo sucedido ha contradicho la teoría clásica: “Ahora hay eventos más extremos en el mercado debido a la globalización, que ha acelerado los sucesos y la política de relajación monetaria de la Fed ha puesto más capital en los mercados, el primer ingrediente para la generación de burbujas. En este contexto, los inversores se han comportado de forma errática y, en este escenario, no se trata tanto de predecir como de adaptarse”. De hecho, para Lahoste, ya no puede confiarse en las predicciones.

“A la hora de gestionar hay que ir contra las tendencias, pero también hay que saber controlar los riesgos de ir contra el mercado para no perder dinero”, explica, teniendo en cuenta la famosa máxima de Keynes que afirma que el mercado puede permanecer irracional durante más tiempo que el que uno puede permanecer solvente”, afirma. Por eso, las finanzas del comportamiento otorgan la soberanía al mercado y creen en su eficiencia, olvidando las valoraciones injustas u objetivas, asumiendo que todos los inversores, más o menos profesionales, cometen errores. Además, no todos los inversores pueden esperar largos periodos de tiempo para ver cómo se corrigen los supuestos fallos de infra o sobrevaloración. “Puedes tener razón en 10 años, pero eso no importa si pierdes el capital por el camino”, comenta Lahoste.

La clave: la protección contra el riesgo de caídas

“El mercado siempre tiene la razón y, para luchar contra él, es necesario que la tengas tú”, explica el gestor. Sin embargo, en su estrategia no han de tener la razón. Para gestionar la gama Flex de CCR Asset Management, analizan la psicología de los inversores, lo que piden de un fondo flexible, los errores que pueden ser predecibles y el impacto del pensamiento de un grupo en el mercado en su conjunto, construyendo indicadores que sirvan para reflejar la mentalidad de los mercados y, sobre todo, cuidando y protegiendo el capital ante el riesgo bajista.

Por ello, en la gestora ha definido un sistema flexible que combina la gestión discrecional con la sistemática para capturar tendencias de mercado de largo plazo –“no somos traders”, dice Romain- pero adaptándose al momentum de corto plazo, es decir, trata de captar las tendencias alcistas “lo suficientemente pronto como para capturar beneficios, saliendo también lo suficientemente rápido para evitar mayores caídas”, con un sistema sistemático de stop loss. Este modelo impide caer en la tentación de esperar hasta recuperar niveles previos e incurrir en mayores pérdidas: “Hay que seguir el timing del mercado y resistir los cantos de sirena de forma estricta”, comenta Lahoste, convencido de que son pocos los que siguen este sistema a la hora de hacer la asignación de activos.

Para el gestor, los principales riesgos en 2011 girarán en torno a Europa, si no se es capaz de identificar y estar preparado ante los problemas de deuda soberana, así como al exceso de liquidez promovido por la Fed, que puede generar burbujas, y al rebalanceo de las carteras hacia los emergentes, que podría hacerse de forma violenta. Para el año, prevé seguir contando con gran cantidad de renta variable en las carteras de los dos fondos de fondos de la gama Flex: el CCR Flex Croissance, que puede exponer la totalidad de sus activos, y el CCR Flex Patrimoine, con un límite de posiciones en bolsa del 40%, registrados en España el pasado septiembre. Actualmente, el primero tiene el 90% en bolsa.

En 2008, logró un retorno superior al 1% debido a sus posiciones mínimas en renta variable explicadas por su objetivo de protegerse ante las caídas, mientras en 2009 fue volviendo al mercado de forma gradual (con entre el 70% y 80% de exposición), capturando parte del rebote de marzo, aunque no todo, con subidas cercanas al 9%. “Identificar el suelo de mercado es complicado y no es nuestro objetivo”, aclara Lahoste, comentando que sólo están totalmente invertidos cuando están convencidos de que la tendencia alcista durará lo suficiente y que no se frustran si no captan todas las subidas. En 2010, explica que la configuración del mercado cambió, dominada por las variaciones alcistas y bajistas hasta septiembre, “momentos difíciles porque no había una tendencia a largo plazo que seguir”. Pero en septiembre, empezó la tendencia alcista que dura actualmente, con lo que incrementaron posiciones hasta cerca del 90% en el Croissance y el 36% en el Patrimoine.

Ahora sigue siendo positivo con la renta variable pero cree que en algún momento habrá una rápida corrección de entre el 10% y el 15%, acompañada de subidas de volatilidad. Por eso diversifican el riesgo mediante una exposición al dólar con coberturas, así como mediante la compra de volatilidad y de activos de oro para protegerse contra potenciales caídas bursátiles en el caso del primer fondo. En el segundo, las inversiones en renta fija se mantienen alejadas de activos gubernamentales europeos y optan por la deuda emergente y de alta rentabilidad. Tras el vuelo hacia la calidad de noviembre que afectó a los bonos más defensivos, cuenta con posiciones más agresivas.

Para todos los públicos

Con respecto a los clientes, reconoce que cuando se diseñaron los fondos tenían el inversor minorista en mente, pero que ahora también generan mucho interés entre los institucionales. “La clave no es quién es más irracional de los dos, sino en buscar un producto flexible capaz de proteger contra los grandes sucesos del mercado y eso es algo que quieren ambos”, apostilla Romain.