¿Y si la Reserva Federal sólo sube tipos una vez o ninguna en 2016?

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A diferencia del Banco de Japón, en su reunión del mes de abril el FOMC (Comité Federal del Mercado Abierto) se ha ceñido al guión y ha optado por la cautela: no se han alterado los tipos de interés (fijados en el 0,5% desde diciembre), que se seguirán monitorizando de cerca la evolución de la inflación y que todo cambio hacia la normalización será pretendidamente suave y gradual.

Philippe Waechter, economista jefe de NAM (Natixis Global AM), se fija en el lenguaje empleado: “El principal cambio en el comunicado de prensa está relacionado con la ausencia de referencias a la economía global. Ya no es una fuente de incertidumbre en el corto plazo. El mensaje para la economía está centrado en la parte doméstica y en su momento”.

El experto considera que “la Fed no está preocupada”, dado que constata las fuertes trayectorias tanto del empleo como de la renta real disponible del consumidor estadounidense. También cuentan para Waechter los detalles que no se han explicitado en el comunicado, como por ejemplo “el balance de riesgos sobre el crecimiento y la inflación”. Tampoco aparece ninguna alusión a posibles subidas de tipos en junio, a diferencia de lo que hizo en octubre, cuando sí insinuó en el comunicado de prensa un movimiento en diciembre.

Para Waechter queda sin resolver otro interrogante de cara a la reunión del 14- 15 de junio: está programado para el 23 de junio el referéndum sobre la permanencia de Reino Unido en Europa, probablemente el 26 de junio vuelvan a convocarse elecciones generales en España y también está prevista para esas fechas la segunda vuelta de las elecciones presidenciales en Austria. Además, Grecia tiene un vencimiento de deuda en julio. “En otras palabras, si la incertidumbre sistémica crece en Europa, los activos estadounidenses podrían ser percibidos como un refugio. Por tanto, en este entorno la Fed podría mantener los tipos sin cambios en la reunión de junio”, concluye Waechter.  

Ken Taubes, director de inversiones en EE.UU. de Pioneer Investments, realiza un análisis con conclusiones similares, añadiendo que “el comunicado confirma la estimación de la Fed de que el mercado de futuros todavía refleja de forma muy superficial la trayectoria de subidas de tipos”. “La Fed no quiere ser obligada a implementar subidas de tipos abruptas que puedan sacudir a los mercados y que tengan impacto negativo sobre el crecimiento todavía bajo del PIB”, reflexiona el experto.

En lo que difiere Taubes es en lo que pueda hacer la Fed en el corto plazo, pues cree que todavía hay probabilidades de una subida de tipos en junio o julio. Con una nota a pie de página, eso sí: “No pensamos que vaya a producirse ninguna subida sin que el dato de empleo muestre fuerza continuada, junto con la mejora del gasto de las familias y la estabilización del sector manufacturero”.

Basándose en los últimos datos macro publicados, Simon Ward, economista jefe de Henderson, considera que es improbable que “se fortalezcan lo suficientemente rápido como para garantizar tal movimiento (de tipos) y en todo caso, el FOMC pueda no estar inclinado a cambiar la política monetaria justo antes del referéndum sobre el Brexit”. El estudio de las tendencias monetarias sugieren para Ward que “la economía se comportará de forma más sólida en el segundo semestre de 2016, pero las condiciones de una segunda subida de tipos puede que no entren en escena como pronto antes de septiembre”.

¿Y si no suben los tipos en 2016?

“Aunque la Fed sigue intentando mantener la puerta abierta a la normalización de tipos, el ritmo de ese cambio se ha alterado profundamente desde la reunión de diciembre de 2015. Esto es debido a la debilidad de algunos datos económicos y por la fuerte volatilidad que enturbió los mercados en el primer trimestre del año”, explica Rick Rieder, director de inversiones de renta fija mundial en BlackRock.

Según Rieder, además de vigilar el mercado laboral y la inflación, el FOMC va a controlar muy de cerca lo que haga el dólar, “como una medida de estrés potencial en el sistema financiero global”. En concreto, le preocupa el efecto que pueda causar un nuevo endurecimiento del “billete verde” sobre China, pues constata que su último ciclo alcista entre 2014 y 2015 puso “mucha presión sobre la tasa de crecimiento de China”.

El otro factor de preocupación es que las grandes empresas americanas están publicando otra vez resultados con caídas de beneficios, por sexto trimestre consecutivo. Rieder recuerda que “esto tiene implicaciones profundas para un mayor potencial de crecimiento en el capex y en contrataciones”. De hecho, en BlackRock creen que podría provocar una mayor debilidad del crecimiento del empleo en el segundo semestre, lo que a su vez podría ser una dificultad para la Fed, especialmente si no se recupera la inflación.  Por todos estos factores, la postura de BlackRock es de que “es probable que el banco central se limite a una subida de tipos o ninguna este año”.

Lisa Hornby, gestora de renta fija de Schroders, se fija en que, mientras que las condiciones financieras entre diciembre y febrero pesaron negativamente sobre las decisiones de la Fed, en cambio en los dos últimos dos meses han mejorado sustancialmente: la renta variable ha subido un 2,5%, los diferenciales de crédito se han estrechado una media de 10 puntos básicos en lo que va de año y el dólar se ha depreciado un 2,5% desde el 31 de diciembre. “A pesar de estos progresos positivos, la Fed decidió no señalizar una subida de tipos en junio mediante una descripción de los riesgos como “bastante equilibrados”, que fue lo que hizo en octubre en la antesala del movimiento de diciembre”, hace notar Hornby. La expectativa de Schroders es que la Fed suba tipos “una vez o dos en 2016, lo que causará una revalorización gradual de la rentabilidad de los treasuries, particularmente en los tramos cortos de la curva”.