Una y la contraria: Las dos salidas que le quedan a la eurozona, según el DWS Global Institute

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Herbrm, Flickr, Creative Commons

¿Está Europa viviendo una crisis del euro o es una crisis de deuda soberana? Este es el principal interrogante que el profesor Bodo Herzog trata de despejar en un artículo publicado en el DWS Global Institute, el nuevo centro especializado en estudios económicos creado recientemente por DWS Investments para la comunidad internacional de gestores de fondos de inversión. “Afortunadamente, el euro no ha perdido la confianza del inversor a pesar de los difíciles problemas estructurales que atraviesa la Unión Económica y Monetaria (UEM), si bien su valor depende totalmente de la creencia de que tiene valor”.

Según explica el experto en un artículo publicado en la página web del instituto, esta creencia es fruto, en gran medida, de los fundamentos monetarios y fiscales de la UEM. “Dado que el BCE es una autoridad completamente independiente, el desencadenante de la crisis del euro fueron las malas políticas fiscales nacionales y europeas, así como a una inadecuada configuración institucional dentro de la propia UEM. De hecho, la crisis de confianza se puede atribuir a este último factor, por lo que se requiere un rediseño del marco institucional que vaya orientado hacia el fortalecimiento de las normas y una mayor integración económica”.

A largo plazo, Herzog se muestra convencido de que para salir de la crisis hay sólo dos vías: caminar hacia una mayor centralización o una mayor descentralización de la eurozona. “El acuerdo europeo llevó a creer que el proyecto del euro era irrevocable. Esta afirmación es errónea, ya que la política fiscal de la UEM se sigue haciendo a nivel nacional y, por lo tanto, continúa estando expuesta a los riesgos de cada país. Los inversores han aprendido que, a pesar de disponer de una misma moneda, el riesgo soberano varía en función de cada país”, afirma el experto. En la práctica, ¿cómo tratar de acabar con esta percepción de cara el futuro?

La primera sería adoptar un enfoque centralizado, que estableciese una transferencia permanente de la soberanía nacional a Europa, con una financiación conjunta de la deuda pública. La otra sería justamente la contraria: aplicar un enfoque descentralizado basado en reglas eficaces, la fuerza del mercado y una cláusula de salida de la UEM o transferencia temporal de soberanía en el caso de que el país estuviese aplicando una política inadecuada. “El compromiso de los políticos con una de las dos opciones es fundamental para estabilizar la UEM, tanto en el momento actual como de cara al futuro”.

En su opinión, no hay duda de que el nuevo pacto fiscal es un paso en la dirección correcta, si bien la experiencia anterior demuestra que debemos ser escépticos con este enfoque. “Aunque podría ser suficiente para ganar tiempo y traer de vuelta la confianza de los inversores a la eurozona, lo cierto es que a largo plazo esta opción sigue causando una cierta desazón, muy especialmente teniendo en cuenta que las presiones para realizar las reformas podrían disminuir a medida que las condiciones de mercado mejorasen”, señala el experto.

A su juicio, “la prueba de fuego sería la mejora continua y la aplicación rigurosa del pacto fiscal. En este aspecto, poner en marcha una política keynesiana, si bien podría ser razonable y apropiado de cara a hacer frente a los shocks de la demanda, podría también resultar en estímulos equivocados en crisis como las actuales”. Y es que, “ciertamente no hay una solución sencilla para la crisis del euro, pero salir del paso sin una dirección clara da lugar a peligros cada vez mayores y, en última instancia, esta política está condenada al fracaso”.