Un hombre sin hogar al rescate de Prisa

Prisa concluirá en breve un acuerdo con una financiera estadounidense para recibir 900 millones de euros en cash. La inversora está co-liderada por Nicolás Berggruen, conocido como el “billonario sin hogar” y el británico Martin Franklin, conocido por su afición a correr maratones. En cuestión de días Prisa pasará de firma española y familiar a firma multinacional a seguir en Wall Street. La deuda de 4,7 billones de euros (12 veces su valor en el mercado) es insostenible y la inyección de capital, señala el diario británico Guardian, intentará solventar los problemillas con los bancos de la actual directiva.

El cómo y el por qué se ha llegado a este punto es, desde luego, tema apasionante para debatir. Pero, señoras y señores, el nuestro es un blog con Arte de Fondo y, si me siguen, quisiera hoy hablarles un poco de Heinz Berggruen, uno de los principales coleccionistas de arte del siglo XX y de uno de sus retoños, precisamente el carismático Nicolás Berggruen.

Heinz Berggruen nació en Berlín, de origen judío. En 1936 huyó de la Alemania de Hitler hacia los acogedores Estados Unidos. Enrolado años más tarde en la US Army, se halló en París al final de la Segunda Guerra Mundial, y allí abrió una galería de arte, que tuvo un éxito sin precedentes debido, en gran medida, a su íntima amistad con Picasso. Baste decir que el genio le convirtió en su marchante.

Paralelamente, se fue haciendo con una extraordinaria colección de obras de arte y, con el tiempo, realizaría importantísimas donaciones a museos norteamericanos y europeos. Pero su gesto más conocido fue su regreso, tras 60 años de exilio, a Alemania, donde llevó su colección, que alojó en un museo, el Berggruen Museum.

La noticia fue recogida como uno de los principales gestos de reconciliación judeo-alemana. Berlín carecía por entonces de una colección de altura de arte contemporáneo, considerado por Hitler como arte degenerado. Berggruen, dando un paso más, vendería más tarde a la Prussian Cultural Heritage el museo por 129 millones de euros, lo que se estimaba representaba una décima parte del valor de la colección, que incluía obra de Braque, Miró, Matisse, Klee o Giacometti. Ah, y 85 Picassos! Heinz, en una de esas paradojas de la historia, fue nombrado ciudadano honorable de Berlín. Falleció en París en 2007, a los 93 años de edad.

El hijo, Nicolás, ha heredado el amor al arte de su padre y posee una maravillosa colección y un jet privado. Y ninguna posesión más. Este billonario es precisamente conocido por haberse ido desprendiendo de (casi) todos sus bienes terrenales. No tiene casa, alojándose en hoteles, ni coche y es famoso por su estilo de vida austero: “poseer cosas no me interesa, ni aparentar para mí o ante los demás que tengo dinero. Todo lo que poseemos es temporal, pues sólo estamos aquí por un breve periodo de tiempo. Es lo que hacemos, lo que producimos, son nuestras acciones las que perduran para siempre. Eso es lo realmente valioso”.

El primer trabajo de Berggruen junior fue en real estate. En 1986 fundó su propia firma de inversión, Berggruen Holdings, y se dedicó a comprar acciones e invertir en compañías por el mundo entero: en hedge funds como GLG Partners, en una cadena de hoteles en India, compañías de energía eólica en Turquía, real estate en Tel Aviv. Su actual estrategia de inversión él la denomina “values investing” (no “value”) para resaltar cierta ética de la inversión; así, nombramos su trabajo con granjas de arroz en Camboya o una planta de etanol en Oregón. Este mismo año ha acudido al rescate de los grandes almacenes alemanes Karstadt. Y ahora acude a la llamada de Prisa.

Nicolás compagina su trabajo con su labor filantrópica, colaborando en diversos proyectos de caridad. Muy interesado en la arquitectura, dirige un proyecto para el desarrollo de áreas deprimidas de grandes ciudades. Además está vinculado a varias instituciones principales del mundo del arte. Es miembro del board del museo creado por su padre, el Museum Berggruen, así como del County Museum de Los Ángeles, del Tate Museum en Londres y del Museum of Modern Art de New York. Y dedica gran parte de su tiempo a su think tank político, el Nicolás Berggruen Institute, que promueve el libre pensamiento político e intelectual bajo el lema “exploring new ideas of good government”.

¿Para qué tener casa? Si no para.

En el 2010 Forbes lo situó el número 437º entre los world billionaires, con una fortuna estimada en 2,2 billones de dólares.

Moraleja: inviertan en arte. Para que sus hijos puedan ser algún día como Nicolás.

Hasta la próxima.

 

El padre.

 

 

El hijo.