Turquía: la visión de las gestoras internacionales sobre lo que está ocurriendo en el país

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World Economic Forum, Flickr, Creative Commons

El panorama político de Turquía parece que se mantendrá sin cambios después de las elecciones anticipadas celebradas el domingo. Recep Tayyip Erdogan ganó en la primera ronda con algo más de la mitad de los votos, evitando así una segunda vuelta el 8 de julio. En las elecciones parlamentarias, la actual alianza AKP/MHP retuvo su mayoría en la asamblea de 600 escaños. Tras su victoria en el referéndum sobre la reforma constitucional de abril de 2017, el actual presidente ha consolidado con éxito su poder político, desechando en la práctica su rol de primer ministro y asumiendo una presidencia que ha pasado de tener un papel básicamente ceremonial a uno que goza de poderes ejecutivos.

Muchos de los partidarios de la oposición se han sentido frustrados con la agenda pro-islamista de Erdogan en los últimos años, que se ha visto como un alejamiento del tradicional secularismo religioso de Turquía. La dura represión contra los "Gulenistas" tras el fallido intento de golpe de Estado de julio de 2016 también ha tenido una reacción mixta por parte de la población. Además, el aumento del coste de la vida en los últimos meses ha pesado sobre el apoyo a Erdogan dada la elevada inflación y acusada debilidad de la lira turca. Sin embargo, las políticas de crecimiento y creación de empleo del presidente han cosechado beneficios en las urnas una vez más.

“Numerosos inversores temerán que este resultado reduzca los controles y equilibrios sobre Erdogan y debilite aún más la fortaleza de las instituciones turcas. Sin embargo, su victoria evita el peor de los escenarios para Turquía, donde los votos presidenciales y parlamentarios se han movido en vías diferentes. Algo que podría haber iniciado un período de profunda inestabilidad, con parálisis política, toma de decisiones ineficaces e incluso la posibilidad de otras elecciones parlamentarias anticipadas”, apunta Paul Greer, asistente en la gestión de fondos de renta fija emergente en Fidelity.

En su opinión, con este resultado, los mercados turcos deberían disfrutar una pequeña recuperación dado que la incertidumbre política se ha eliminado. “Sin embargo, el panorama a medio y largo plazo para Turquía sigue siendo un desafío, y es muy poco probable que las profundas reformas estructurales que tanto se necesitan se materialicen pronto. El país sigue luchando contra muchas vulnerabilidades macro, incluidas la inflación persistente de dos dígitos, un gran déficit por cuenta corriente, una tasa de ahorro baja, una política fiscal poco eficaz y una alta necesidad de financiación externa”, señala.

La lira turca y la política del banco central

Para Christophe Buttigieg, analista de SYZ Asset Management, la victoria de Erdogan en primera ronda y con mayoría en el Parlamento ayudará a estabilizar la moneda en el corto plazo. “La perspectiva de un Parlamento dividido habría agregado una mayor presión a la baja sobre la lira, especialmente con el sistema político a punto de cambiar. El estancamiento político habría obligado a Erdogan a convocar nuevas elecciones. Sin embargo, el nuevo gobierno debe implementar reformas para tranquilizar a los inversores. Los principales problemas a tratar son el aumento de la inflación, un gran déficit por cuenta corriente y la falta de credibilidad del banco central. Parece poco probable que se anuncien reformas económicas importantes antes de las elecciones municipales de marzo de 2019”.

Además de los problemas internos, la depreciación de la lira también subraya el entorno externo adverso al que se enfrenta Turquía, con el endurecimiento de la política monetaria de EE.UU, el aumento de los precios de la energía y el fantasma de las guerras comerciales.

“Para evitar una mayor debilidad de la lira, Erdogan tiene que demostrar su voluntad de fortalecer la independencia del banco central. A pesar de hacer numerosos comentarios en contra de una política monetaria más estricta, los recientes aumentos de los tipos de interés podrían sugerir que el presidente ha adoptado un enfoque más pragmático. Para ver un repunte sustancial en los activos turcos es necesario tener estabilidad política, un compromiso para enfriar la economía, una política monetaria restrictiva y un entorno favorable para los emergentes. Por el momento, solo se ha cumplido el primer requisito. Por lo tanto, los activos turcos deberían mantenerse dentro del rango hasta las elecciones de marzo del próximo año”, señala Buttigieg.

No en vano, aunque el gobierno siempre ha favorecido un mayor crecimiento impulsado por la deuda privada y la construcción sobre la inflación, lo que genera desequilibrios como un gran déficit por cuenta corriente que requiere entradas de capital extranjero, las condiciones globales han cambiado en 2018 y penalizaron a Turquía, que es sensible al sentimiento de riesgo en los mercados emergentes, mayores tipos en EE.UU, un dólar más fuerte y el aumento de los precios de la energía. La lira turca ha estado bajo presión: después de perder un 7% frente al dólar estadounidense en 2017, la caída se aceleró este año hasta el -19%. Esta disminución subraya en parte la reticencia del banco central a elevar los tipos de interés.

“Hasta ahora, el banco central había respondido a la debilidad de la moneda retrasando cualquier decisión, posponiendo las inevitables alzas de los tipos. Pero el aumento de 425 puntos básicos en los tipos en el transcurso de dos semanas detuvo la depreciación de la moneda y acalló las dudas sobre la capacidad del banco central de elevar los tipos, pese a la oposición de Erdogan”.

El Comité de Política Monetaria (CPM) programó una reunión extraordinaria el 23 de mayo para aumentar sus tipos de interés en 300 puntos básicos, al 16,5%. El 28 de mayo, el CPM anunció la simplificación de su política monetaria mediante la restauración de la tasa repo a una semana. Estas intervenciones se produjeron unos días después de que Erdogan expresara su deseo de tener un mayor control sobre la política monetaria después de las elecciones, lo que provocó la caída de la lira. Finalmente, el CPM aumentó nuevamente los tipos de interés en 125 puntos básicos, hasta el 17,75% el 7 de junio, indicando que ofrecerían un mayor ajuste en caso de que fuese necesario.