“Turquía es uno de los pocos lugares que quedan que aúna crecimiento y buen precio”

Frente al recalentamiento que sufren otros países emergentes y que ha incrementado el precio de sus mercados bursátiles en los últimos tiempos, Turquía es uno de los pocos lugares que quedan que aúna un crecimiento propio del mundo en desarrollo y unas atractivas valoraciones, según Eli Koen, gestor del fondo UBAM – Turkish Equity, de UBP. “Es un mercado aún barato, con valoraciones cercanas a las de las bolsas europeas pero con mucho más crecimiento en la próxima década”, comenta el experto.

La razón por la que los inversores todavía no se han lanzado de lleno a este mercado es la percepción del riesgo que conlleva, aunque su transformación económica se ha dejado notar ya en el mercado de divisas (con una fuerte apreciación de la lira turca) y en el de renta fija (con los diferenciales de los CDS muy reducidos). “Está empezando a suceder también en la renta variable, pero aún no ha ocurrido del todo y será el último segmento del mercado financiero en donde se traduzca el potencial económico del país”, comenta. Así, la inversión de las carteras dirigida a Turquía en los fondos de emergentes es del 3%-4% y en los globales, muy insignificante, por lo que hay “una falta de proporcionalidad”, teniendo en cuenta que este año su economía crecerá el 7% y el próximo, entre el 4% y el 4,5%, en línea con Latinoamérica o los países EMEA.

De hecho, los inversores extranjeros, entre ellos hedge funds y fondos de inversión internacionales, dueños del 70% de las acciones turcas, siguen siempre el momentum, y en 2008-2009 salieron del mercado cuando el riesgo estaba en otros lugares del mundo. Para Koen, esa fuerte volatilidad les brinda oportunidades: “Sacamos provecho de la volatilidad porque vamos más allá del momentum y conocemos mejor el mercado que los que venden indiscriminadamente, una situación que nos permite generar alfa y batir al índice de referencia”, afirma. Por ejemplo, tras las fuertes caídas compraron a principios del año pasado con importantes descuentos.

Con todo, Koen cree que la volatilidad acabará reduciéndose, gracias a la cada vez mayor presencia de los inversores locales, que ahora sólo controlan el 30% del mercado de renta variable. De hecho, los fondos de inversión turcos suponen el 4% de su PIB y el 95% está invertido en instrumentos de renta fija y monetarios, que se han beneficiado en los últimos tiempos de los altos tipos de interés. Pero ahora, con la bajada de los tipos, buscan fuentes alternativas de ingresos y se dirigen cada vez más a las bolsas, un hecho que reducirá la volatilidad, aunque eso “no ocurrirá fácilmente y tampoco sucederá antes de cinco años”. La volatilidad del fondo es similar a la del mercado, en la medida que se trata de un producto long-only, cercana al 40%.

Desligándose del índice de referencia con una gestión activa

En UBP, ese buen conocimiento del mercado lo utilizan para buscar acciones, sobre todo de pequeño y mediano tamaño que suponen el 25% del fondo UBAM – Turkish Equity y no están en el benchmark (el 30% de las 34 posiciones de la cartera del fondo no está en el índice), con un enfoque bottom-up. Y pretenden seguir incrementando su peso. “Buscamos compañías que nadie conoce y que, cuando sean descubiertas, generarán mucho valor”. Una gestión activa que les permite generar rentabilidades anuales de entre el 4% y el 5%. Sumadas a entre el 8% y el 10% que pueden ofrecer los valores en lo referente a crecimiento de beneficios, el fondo puede ofrecer retornos de entorno al 13% anual alcanzable en cinco años, suponiendo que no hay re-ratings. Si los hubiera, habría un potencial alcista adicional.

A la hora de hacer el proceso de análisis en un fondo que no realiza coberturas, ni siquiera de la divisa (“su apreciación es una oportunidad en el futuro previsible, a 2 o 3 años, pero supondrá un problema y un dolor de cabeza para el Banco Central en el futuro”, explica Koen), no sólo se miran las compañías, sino también datos “menos oficiales”, como los de sus suministradores y competidores. Las reuniones se producen 4 o 5 veces al año. El fondo fue lanzado en abril de 2010 y cuenta con tres gestores y un especialista de producto que, aunque no tienen presencia, sí tienen conocimiento local.

Los bancos turcos: objeto de deseo

Entre sus sectores favoritos, destaca el financiero, gracias al potencial de crecimiento que ofrece, así como el industrial, el de telecomunicaciones, utilities o energía.”El sector financiero goza de gran salud, es uno de los más fuertes del mundo porque no está apalancado, debido a los altos tipos de interés del pasado, lo que convierte a los bancos turcos en objeto de deseo de los europeos”, comenta, en referencia a la última compra de BBVA. Así, los bancos pueden no sólo cubrir las necesidades de las compañías, sino también dar créditos para hipotecas, que ahora sólo suponen un 5% del PIB en una economía muy poco endeudada. Algo que ha ocurrido antes en países como Polonia o Hungría y que dará un fuerte impulso a una cadena de negocios como el de seguros, consumo, construcción e inmobiliario, este último mucho más barato que China y sin peligro de burbuja. De hecho, la normalización de la inflación, desde niveles del 120% hasta el 7%, ha permitido bajar los tipos de interés y facilitar el acceso al crédito.

Otro potencial del mercado turco es la fortaleza del sector privado en una economía que nunca ha sido comunista. “En el pasado fue política y económicamente inestable y los extranjeros no invirtieron, algo que hizo emerger firmas locales muy poderosas para todo un mercado de 73 millones de personas, y que, ahora serán capaces de competir”, comenta Koen. Entre las otras fortalezas del mercado turco destaca precisamente su gran población, la segunda de la UE tras Alemania y que podría alcanzar los 100 millones en 2015, y su juventud, con una edad media de 28,8 años, la más joven del continente e incluso comparada con China (35) o Rusia (38), y en línea con las de Brasil e India.

Un hecho que ha hecho caer la ratio de dependencia y permite a las compañías beneficiarse de la demanda interna, además de situar su potencial económico en una posición muy poderosa, con posibilidades de convertirse en la novena economía del mundo durante la próxima generación, según Koen. De hecho, en el fondo, la mayoría de las compañías se dirigen a cubrir la demanda interna, donde tienen más ventajas competitivas y experiencia, si bien también hay firmas como automovilísticas o electrónicas que están ganando cuota en la UE. “Hay grandes compañías europeas que acuerdan joint ventures con firmas turcas, gracias a los menores costes laborales, y exportan a la Unión”, afirma Koen.

También hay otras que exportan a los mercados emergentes, sobre todo a Oriente Medio, Asia Central y norte de África, como firmas de infraestructuras. Y es que la situación estratégica del país permite posicionarse en todos estos mercados, además de ofrecer el interés para la UE de ser una “ruta de energía alternativa desde Asia, independientemente de Rusia”. Por último, Koen señala la estabilidad política como factor a favor de invertir en el país: “Es la única democracia secular de Oriente Medio”, afirma.