Tres meses, seis meses, al infinito…y más allá

Como siempre, en el mundo de las inversiones la forma del porvenir se asocia al horizonte de tiempo que pretendemos abarcar, de allí que vale la pena revisar que podríamos esperar en el corto plazo y en futuro más lejano.

Tres meses: salvo desastre natural o conflicto bélico no esperado, la principal fuente de riesgo sistémico en la que depositan su atención los inversionistas en renta fija en dólares, es el resultado de las discusiones del Congreso de EE.UU. sobre el balance del déficit fiscal de dicho país. Sin embargo, aún en este caso los analistas esperan sorpresas dentro de un rango, es decir nadie espera grandes acuerdos, ni tampoco que el juego se tranque totalmente.

Mientras los congresistas deliberan y se acerca el año nuevo, los inversionistas se mantienen a la espera.

Quienes tienen posiciones en bonos las mantienen y quienes no, tampoco tienen grandes motivaciones para apurarse a comprar, pues los precios de los bonos podrían moverse en un rango que no da márgenes interesantes para especular.

Seis meses: la suerte de los bonos de alto rendimiento estará muy ligada al desempeño del mercado bursátil de EE.UU. Si Europa continúa en recesión y las economías exportadoras de materias primas acusan castigo, debido a la caída de la demanda de sus bienes, el mercado norteamericano de valores sufrirá una corrección más no una gran caída, pues su crecimiento le permitirá atenuar dicha corrección. Surgirán en ese momento oportunidades para volver a entrar en renta fija de alto rendimiento.

Debería haber mucha confusión en los mercados financieros en la medida que no haya una tendencia clara del rumbo de la economía mundial, y esto causará fluctuaciones importantes en el precio de las materias primas y los bonos basura. Los treasuries seguirán comportándose como instrumentos refugios acercándose sus retornos a mínimos históricos nunca vistos.

Al infinito... más allá

Para los interesados en la renta fija denominada en dólares, habrá dos palabras claves en sus vocabulario: desapalancamiento y descalce.

Por desapalancamiento entendemos el proceso de reducción de deuda que viven los hogares norteamericanos, luego del uso excesivo de la misma en la década pasada. En un mundo de incertidumbre económica y laboral, los hogares tratan de ajustar sus niveles de vida a sus expectativas de ingresos, reduciendo el consumo y aumentando el ahorro precaucional. En este contexto la recuperación de la economía norteamericana no se producirá gracias al gasto de los consumidores.

Para hacer más complejo aun este escenario, la consultora McKinsey publicó el pasado noviembre una prospectiva sobre el mercado laboral a nivel mundial, dividiendo la población económicamente activa en grupos de alta, mediana y baja calificación para el trabajo.

Pronosticando si las tendencias actuales se mantienen, las economías desarrolladas que incluyen EE.UU., Canadá, Japón, Gran Bretaña y la Eurozona tendrán para el año 2020 un déficit de 18 millones de personas en el segmento de alta calificación, un excedente de 35 millones de personas en el grupo de calificación mediana, y un déficit de 1 millón de personas en el grupo de más bajas competencias. Revertir esta tendencia en menos de una década resulta difícil y costoso porque requiere que más gente permanezca más años en el sistema educativo y que alguien pague por ello.

En un mundo como el descrito, la fuerza laboral no tiene la formación para cubrir nuevas vacantes y de esto se trata el descalce. Los niveles de desempleo tenderán a hacerse crónicos y los gobiernos tratarán de mantener bajas tasas de interés para aliviar los sinsabores económicos. Escenario poco alentador para los inversionistas en renta fija.