Transparencia, ¿sólo una cuestión estética?

Tras la crisis reciente de los mercados financieros, una de las palabras que se han convertido en mágicas, es la transparencia. Los gestores y vendedores de fondos hablan de que ofrecen alta transparencia, cuando no “transparencia total”. Por otro lado, los selectores y analistas de fondos, dicen exigir un alto grado de transparencia para recomendar o comprar un fondo de inversión.

Tras la crisis reciente de los mercados financieros, una de las palabras que se han convertido en mágicas, es la transparencia. Los gestores y vendedores de fondos hablan de que ofrecen alta transparencia, cuando no “transparencia total”. Por otro lado, los selectores y analistas de fondos, dicen exigir un alto grado de transparencia para recomendar o comprar un fondo de inversión.

  No hay nada de malo en que la transparencia sea actualmente una condición necesaria (aunque no suficiente) para poder ofrecer un fondo a selectores profesionales. Ceteris paribus es mejor tener más transparencia que menos. No obstante, en muchas ocasiones, desgraciadamente la transparencia se está utilizando como herramienta orientada al marketing, y no como algo que genera realmente valor añadido para los selectores.  

En primer lugar la transparencia, por si misma, no ofrece el citado valor añadido. Lo que verdaderamente produce utilidad es procesar, resumir e interpretar la información. Si un consumidor desea saber la calidad de un zumo de naranja envasado, y para ello el productor le ofrece la formula química de dicho zumo, me temo, que para el 99% de los bebedores de zumo, le va  a resultar de nula utilidad. Sin embargo, si se le informa sobre la existencia de azucares añadidos, edulcorantes, conservantes, porcentaje de zumo natural, si la cadena de frío se ha roto durante el viaje, etc…, entonces creo que la información puede ser más interesante.   Con los fondos, en mi opinión, sucede algo parecido. No es relevante tener en un fichero Excel varios cientos de posiciones o trades que hace un determinado gestor, sino que es más importe un buen análisis de sensibilidad de la cartera a ciertos eventos, un concienzudo performance attributtion y una explicación razonable y clara sobre que se puede esperar de un fondo en diferentes situaciones de mercado, y sobretodo, que riesgos se están asumiendo.  

Soy un firme partidario de que las gestoras ofrezcan información con cierto detalle de sus carteras y las exposiciones a riesgo (sobre todo aquellos riesgos que no se detectan mediante análisis estadísticos), además de que comuniquen otros aspectos relevantes (cambios de gestor, evolución de patrimonio de los fondos, cambios de estilo de gestión, etc), pero dicha información debe ser, por un lado relevante, y por otro veraz.   La veracidad, aunque se presupone, desgraciadamente no es algo tan obvio. En muchas ocasiones, un cambio de gestor, puede ser “vestido” como que el fondo realmente era gestionado por un equipo amplio de profesionales en base a un proceso de inversión muy definido. En el caso de los hedge funds y fondos de retorno absoluto, la exactitud de la información es aún más relevante, ya que debido a los complejos instrumentos que pueden utilizar, medidas de riesgo como el VaR, o incluso la volatilidad, pueden ser susceptibles de diferentes interpretaciones según su metodología de cálculo.  

A pesar de que la transparencia es y será un aspecto clave, dicha transparencia no puede ser sólo una fachada de marketing, sino tiene que tener un fuerte contenido de utilidad y relevancia. En este sentido siempre me gusta recordar un caso extremo, y tal vez único. Los vehículos de Madoff tenían como argumento de venta una total transparencia. Ofrecían periódicamente, y sólo con un pequeño decalaje, las operaciones que realizaban, permitiendo, en teoría, un seguimiento excelente  del producto.