Transparencia: “Nutrition Facts”

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Funds People

Hubo un tiempo en el que los alimentos no eran más que alimentos y el mayor desglose de información lo podíamos encontrar en las cajas de cereales. En EEUU, que son muy suyos, decidieron que eso de no saber lo que comían no estaba bien y conceptos como “light”, “descafeinado” o “sin gluten”, se impusieron, empujando la identificación de los alimentos a través de esa especie de tabla periódica que hoy aparece en cualquier paquete de alimentos (“Nutrition Facts”).

Como pasa siempre, el legislador llegó más tarde y estableció la obligación de informar sobre los componentes (1990, NLEA); una década después, aparecimos los europeos copiando el estándar norteamericano que nuestra sociedad de consumo llevaba tiempo reclamando. Todo ello fue un proceso de adaptación necesaria entre los agentes de la industria alimentaria, con el fin último de aportar confianza entre los consumidores, ampliando su capacidad de decisión, aumentando además el control y la seguridad de la industria.

En esta nuestra industria estamos precisamente afrontando ese proceso, asimilando las mismas inquietudes: nuestros clientes quieren saber qué es lo que están consumiendo, donde están invirtiendo, y quien no lo quiera ver así no está a la altura de los tiempos que corren. Durante muchos años los fondos y las gestoras han marcado el ritmo de los estándares de información que proveían a sus clientes, con un nivel de acceso y un desglose de información limitado bajo argumentos cuestionables como una hipotética replicación de la cartera o una confidencialidad mal entendida; el secreto de un buen cocinero nunca está en los ingredientes, públicos y conocidos, sino en la forma de combinarlos. El acceso a información tan básica como la cartera o el volumen del fondo, o incluso saber con quién estás compartiendo una inversión, son reclamaciones lógicas y razonables, que tras los últimos acontecimientos han cobrado más y más relevancia entre los inversores, hasta el punto de ser condición necesaria para que éstos inviertan.

Que un fondo sea “transparente” es más importante que la propia rentabilidad que éste pueda llegar a tener y los inversores anteponen lo primero a lo segundo, porque existen otras alternativas de inversión que sí ofrecen ya esa transparencia. Si un inversor se equivoca, tiene que ser porque ha tomado una decisión equivocada, y no porque no haya estado puntualmente informado de las condiciones de su inversión. La confianza del inversor tiene que verse reforzada con planteamientos como el que estamos liderando desde Allfunds Bank, orientados a la ampliación de la información y la transparencia, con el fin último de poner a nuestra industria a la altura de las circunstancias, satisfaciendo demandas lógicas y motivadas de nuestros clientes. Las gestoras tienen que adaptarse y escuchar a un cliente ávido de información, haciendo de esta necesidad, una oportunidad para diferenciarse. No podemos esperar al regulador, tenemos que ser nosotros quienes nos adaptemos para poder seguir creciendo. Nada de esto es una utopía, sino una necesidad.