Todo por la pasta

Nuevo post del blog de María Folqué y Montserrat Formoso de Funds People.

Antes de pasar a la chicha, queremos hablar de lo obvio. Y para obvio, nuestro sentimiento de indignación. Pues sí, estamos indignadas con los indignados, y con las repúblicas bolivarianas, por este orden, aunque a lo mejor el sentimiento hacia los primeros es más de envidia. Puede ser. Y es que nos duele que las repúblicas andinas populistas no se hayan acordado de nosotras a la hora del diseño de una moneda única. Pero hombre, por favor, primero, con lo que nos gusta la política monetaria, que es que nos rechifla, y luego, con lo bonitos que hubiéramos hecho los billetes, llenos de marcos incomparables, con sus volcanes, sus cumbres, su llama se llama, sus saltos de agua, sus libertadores. Qué pena. Y lo hubiéramos hecho por menos que el Sr. Monedero, aunque eso sí, batir la idoneidad de su apellido hubiera estado chungo. Lo malo es que ahora que el ingreso petrolero está de capa caída, pues no sabemos si van a querer hacernos el encargo, pero seguimos dispuestas, que lo sepan.

Todo esto mientras nos recuperamos de lo del Banco Nacional de Suiza, que nos ha dejado muertas, aunque no estamos solas en ese sentimiento de alucine profundo que recorre los mercados. Y es que ya no estamos acostumbrados a la política monetaria a cascaporro. Hoy en día se lleva el forward guidance, el “voy a hacer algo el 17 de mayo a las 14:15, estos son los detalles”. Y claro, te pilla desprevenido, incluyendo a los clientes del piano-bar-karaoke de Davos, donde la botella de Moet se ha puesto por encima de los 300 euros. Claro, que marcarse un “I will survive” con Christine Lagarde y Larry Summers, pues no tiene precio.

Muy de esta moda, como buen italiano, ha sido siempre Mario Draghi, que tras tanto cántaro a tanta fuente, pues llegó. Sí, llegó el día en el que pudo anunciar las compras de deuda pública, con cantidades y plazos concretos. Después de ponerse contra las cuerdas a sí mismo, el BCE abrazó las mejores expectativas del mercado en tamaño y forma. 60.000 millones es lo que se gastarán en compras mensuales de deuda, empezarán en marzo y se extenderán al menos hasta septiembre de 2015, o hasta que ver “un ajuste sostenido en la evolución de la inflación”. Se comprarán bonos con grado de inversión y deuda de agencias e instituciones europeas, con vencimientos de 2 a 30 años.

Uno de los aspectos más importantes del anuncio es el reparto de riesgos, la mutualización de las posibles pérdidas, y ahí aparecen los bancos centrales nacionales como elemento relevante. Sólo el 20% de las compras serán de riesgo compartido, el 80% restante se mantendrá en los bancos centrales de cada país. Punto para Alemania. Lo de la unión fiscal cuando diseñemos otra moneda.

Y aunque ya lo ha dicho Summers, uno se puede imaginar que esto no va a ser la panacea, pero ayuda, vaya si ayuda. No sabemos si a aumentar la inflación hasta el objetivo del 2% (miren a EE.UU. y su IPC varios QE después), pero aquí lo que importa es el euro, su impulso a las exportaciones, máxime cuando el abaratamiento del petróleo ayuda a no desajustar la balanza comercial.

Aunque si por ahí hay alguno frotándose las manos con lo que le va a caer, Draghi ha avisado: “sería un error que los países usasen la QE para expansión fiscal”. Aunque el mantra ha mudado de austeridad a reformas estructurales.

El BCE dispone y los vecinos actúan en consecuencia, y es el Banco Central de Dinamarca volvió a la palestra para recortar la tasa de depósitos por segunda vez una semana. La guerra de divisas alcanza su punto álgido, señores.

Tiempos interesantes la política monetaria, para el BCE y para el euro. Grecia no te vayas.

Bancos Centrales Nacionales a las puertas del BCE

Buena semana,