Todo lo que hemos aprendido en el año de la pandemia

Eduardo Ripollés Mapfre
Cedida

TRIBUNA de Eduardo Ripollés, director de Ventas Institucionales de Mapfre AM.

Es evidente que el año 2020 va a pasar a la historia sin duda alguna. Se han juntando una serie de factores y acontecimientos que con el tiempo serán objeto de estudio. Una pandemia que está provocando una serie de cambios que acabarán siendo estructurales dentro de la industria, tanto desde el lado de la oferta como desde el lado de la demanda.

Es pronto para sacar conclusiones que nos puedan servir de base de cara a tomar decisiones futuras, ya que estamos todavía inmersos en el proceso de cambio que nos llevará a un nuevo entorno de inversión, con nuevos factores que entran en juego y objetivos tanto de un punto de vista financiero como sociales distintos e incluso novedosos.

Los temidos cisnes negros, lo cuales esperamos siempre con temor e incertidumbre ya no están solos en su hábitat. A partir de ahora tenemos otro tipo de cisne que ya está afectando a nuestras decisiones de inversión. Son los llamados cisnes verdes. No me quiero apropiar este nuevo término y les recomiendo la lectura del libro de John Elkington “Green Swans. The coming Boom in Regenerative Capitalism”.  El autor desarrolla de manera acertada una nueva forma de entender el capitalismo sostenible, con cisnes que ofrecen oportunidades para empresas tradicionales en su proceso de reinvención, y otros que ofrecen oportunidades para nuevos entrantes que encuentran en la inversión sostenible un mundo nuevo a explorar que cubra las demandas sociales y medioambientales que la sociedad tras esta pandemia ya está exigiendo.

El comportamiento del inversor va a mutar, sobre la base de menores umbrales de rentabilidad, pero a su vez exigiendo otro tipo de retornos que todavía están por definir y consolidar.

Todo esto se une a una confirmación de un entorno de tipos bajos durante una serie de años, con un control de la inflación más laxo, y con un mercado marcado por un exceso de liquidez provocado por las políticas expansivas de los bancos centrales. Esa liquidez que tiene que ser invertida en activos con un perfil de riesgo mayor al que estábamos acostumbrados.

Suena apasionante a la vez que inquietante, ya que de una forma u otra partimos de la casilla de salida, y la historia la vamos a ir escribiendo entre todos los implicados a lo largo de los próximos años.

¿Qué tenemos de partida? Una serie de hipótesis que formarán parte de la ecuación final. Criterios ESG, tipos de interés bajos, inversión en activos alternativos, búsqueda de retornos recurrentes. A todo esto hay que unir que la pandemia está provocando una brusca caída de los PIB a nivel mundial, aumentando los déficits, llevando a muchos sectores a una situación crítica que puede producir la desaparición de empresas, que considerábamos auténticos fortines, y situaciones de rescates por parte de los gobiernos para salvar compañías sistémicas. Todos ellos con una consecuencia final, la destrucción de empleo y, por tanto, una caída del consumo.

Ahora nos toca poner todas estas variables encima de la mesa, tomar decisiones de inversión tanto tácticas como estratégicas y ofrecer al mercado las soluciones que los inversores nos están demandando. No es fácil, es más, se trata de un reto y para eso la industria de fondos  tiene que de demostrar flexibilidad, dinamismo, originalidad (que no creatividad) y sobre todo cercanía.

Respecto al mercado español, el reto es todavía mayor, ya que históricamente se trata de un inversor conservador, con poca experiencia en activos alternativos a nivel inversor particular. En este segmento, los criterios ESG están aterrizando y el proceso de aprendizaje está siendo a marchas forzadas.

Está en nuestra mano que esa reeducación necesaria se produzca de una forma ordenada, con criterio, y que juntos consigamos darle al inversor la confianza que necesita para afrontar estos cambios novedosos y necesarios en su nueva política de inversión.

Por el lado de la oferta, estamos inmersos en una revolución, tenemos la obligación de ofrecer soluciones de inversión tanto a clientes institucionales como particulares que puedan competir de igual a igual con las grandes casas internacionales con volúmenes de inversión inferiores pero con rentabilidades atractivas, siempre sobre la base de un exigente control del riesgo.

Fondos líquidos, e ilíquidos con criterios ESG, fondos alternativos que invierten en infraestructuras o en renovables, deuda privada o economía circular son nuevos conceptos que han entrado de lleno en nuestra propuestas. El mercado es soberano y realizará una selección de aquellos activos y gestores que sean exitosos y se asienten en el largo plazo.

Ahora bien, no me aventuro a decir que se han acabado las sorpresas porque 2020 está siendo un año complicado y exigente. Eso sí viendo ya el vaso medio lleno, hemos sentado las bases para tener una apertura de miras que nos sirva para situaciones futuras.