The Pot Party

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Joel Filipe (Unsplash)

Nuevo post del blog de María Folqué y Montserrat Formoso de Funds People.

Amigos, es oficial, Barack Obama es un pato cojo. O lame duck que es como llaman a los presidentes que se quedan así, como en el aire, sin mayoría en ninguna de las dos cámaras legislativas. El Presidente Obama no ha escapado de la maldición de los seis años. En las mid-terms que se celebran en el segundo mandato es una tradición darle una paliza al partido al que pertenece el inquilino de la Casa Blanca. Recientemente sólo se ha salvado del oprobio Bill Clinton, que bastante había tenido ya con la temática de Mónica y tuvo a los votantes a su favor, conscientes ellos de que la carne es débil y el impeachment, un poco demasiado.

¿Y ahora qué? Pues hay dos teorías. Una apunta a que los republicanos le van a seguir haciendo la vida legislativa absolutamente imposible al Presidente. Y otra es que como ahora controlan las dos cámaras, se han quedado sin la excusa de que hacemos lo que podemos pero como los otros controlan el Senado, pues las cosas no salen, y no tendrán más remedio que trabajar de vez en cuando. Veremos. Para los mercados, el escenario no tiene porqué ser malo. Suelen subir más con Presidentes demócratas, pero tienen corazón republicano y libertario. Un poco a gusto de todos aunque todo con la sensación del final de una época y sin la alegría de la QE.

En cuanto al futuro, pues puede ser distinto. Las circunscripciones electorales son distintas para las Presidenciales y parece que los grupos demográficos que más se han quedado en casa esta vez con un ataque de desencanto, a saber, afroamericanos y latinos, van a seguir ganando terreno frente al americano blanco, así que el escenario para dentro de dos años no está decidido. Lo curioso es que el revival republicano convive con la victoria de otras proposiciones a priori no muy del GOP. Superado en parte el populismo conservador del Tea Party, además de la del candidato republicano de toda la vida, la otra victoria clara ha sido la de la marihuana. Su uso recreativo ha sido aprobado en los estados de Alaska y Oregón y su posesión ha sido despenalizada en Washington DC. Lo dicho, del tea party al pot party. Y todavía hay más contradicciones. Estados con mayoría republicana como Arkansas, Alaska, Nebraska y Dakota del Sur, aprobaron subidas del salario mínimo, y en general para la academia neoclásica y los Chicago Boys la sola idea del salario mínimo es como anatema, casi tanto como para los especialistas en microeconomía del Economist que en seguida echan mano de un gráfico con los perniciosos efectos del salario mínimo en la relación entre la oferta y la demanda. Además de las contradicciones, hay más cosas raras. O peculiares. Los votantes de Maine han votado por seguir permitiendo el uso de cebos con productos dulces para poder cazar osos. Nosotras, declaradas fans de Yogui y Bubu, no tenemos más remedio que escandalizarnos ante la falta de juego limpio.

Por si llegase a sus manos, desde aquí nuestro mensaje de apoyo al señor Obama para decirle que no se sienta solo. Y si no que llame a Mario Draghi, quien no está pasando por su mejor momento de popularidad. Con inquietud similar a quien abre el Hola con la boda del año, leíamos esta semana en Reuters las desavenencias entre los miembros del Consejo de Gobierno del BCE. Parece que al señor Draghi le ha faltado explotar algún punto del manual de liderazgo, lo que lleva a los banqueros centrales nacionales a criticar aspectos como su falta de comunicación, aptitudes que sí encontraban en su antecesor, y ahora añorado, Monsieur Trichet. Un hermetismo de Draghi justificado para evitar las “filtraciones” que se producían antes de las reuniones sobre las medidas que se iban a adoptar, posiblemente con el objetivo de hacerlas más vulnerables. House of cards a la europea y con el dedo acusador apuntando al Bundesbank. Su presidente, Jens Weidmann, lidera una campaña en la sombra en contra de la flexibilidad draghiniana y que agrupa a los miembros más conservadores del BCE (léase Austria, Luxemburgo, Países Bajos, entre otros).

Puede que el propio Mario Draghi haya terminado por creerse la imagen de omnipotencia de banquero central necesariamente proyectada meses después de su llegada (de la que se acaban de cumplir 3 años, felicidades). Imagen que se mantendrá si periódicamente en sus reuniones si el BCE va sacando algún un conejo de la chistera. En la reunión de noviembre lo ha vuelto a hacer: carraspeo y tono dovish para acentuar la “unanimidad en tomar más medidas si es oportuno”. Lo digo todo y no digo nada.

¡Ay Mario, con tanto idioma que se habla se habla en el BCE y nadie quiere aprender japonés!

Mientras, la Comisión Europea rebaja las expectativas de crecimiento, aunque de momento, para bien o para mal, Alemania no es de las peor paradas. El impacto de la crisis de Ucrania aún no ha llegado a la economía real y ha sido más un tema de daños sobre la confianza del empresarial.

Y las fricciones políticas en Europa continúan con su socio más díscolo, a quien la Comisión Europea le ha remitido una factura de  2.100 millones de euros para aportar a los presupuestos de la UE. La razón, el aumento del PNB británico tras los cambios en la metodología que introduce partidas como el I+D o actividades ilegales como la fabricación de armas, las drogas o la prostitución. Los vicios, que siempre salen caros. El señor Cameron de uñas empujando la reforma de los tratados; enfrente, una vez más, Angela Merkel perdiendo la paciencia y admitiendo que una salida de Reino Unido de la UE es posible. Otro tipo de mus. 

"A veces es agotador ser yo misma"

 

Buena semana