Tasa Tobin: la opinión de un experto en mercados financieros

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portaldelsures, Flickr Creative Commons

La tasa Tobin es el nuevo impuesto sobre transacciones que gravará con el 0,2% las compras de acciones españolas cotizadas con capitalización bursátil superior a 1.000 millones de euros y que recae sobre el intermediario financiero que la ejecute. La tasa Google, destinada a aquellas empresas con ingresos en España superiores a los tres millones de euros y totales anuales de al menos 750 millones de euros, grava el 3% sobre ingresos obtenidos por publicidad, servicios de intermediación y venta de información online. Ambas son inoportunas, precipitadas y, si me lo permiten, impertinentes.

La tasa Tobin es una nueva vuelta de tuerca al sistema financiero, vuelta sobre la que el Gobierno espera exprimir 850 millones de euros. Veremos en diciembre, después de finalizar los trámites y que entre efectivamente en vigor, si llega a recaudar este importe. Este nuevo gravamen es inoportuno para el sistema financiero actual. Todavía no se termina de asimilar el varapalo de las reformas tributarias hipotecarias cuando habrá que asumir un nuevo impuesto. Si el impuesto se quedara en el intermediario financiero, sería un nuevo castigo al sistema. Si pasa al inversor, más castigo al ahorro. En ambos casos inoportuno.

Las entidades financieras han hecho los deberes. La crisis les situó con 450.000 millones de euros en crédito promotor y constructor que han asumido año a año contra resultados. La regulación en capital ha sido asfixiante, pero se ha realizado satisfactoriamente y cuando están casi finalizando su saneamiento y con un horizonte positivo, que se veía cercano, la  subida de tipos de interés, vemos que se retrasará por lo menos hasta mediados o finales de 2020.

Las entidades financieras, hoy, carecen de alternativas. Los productos no son atractivos a los clientes: riesgo y rentabilidades negativas de la renta fija y variable han trasladado al cliente al mercado inmobiliario. Sin embargo, los bancos han cumplido, han saneado el crédito, limpiado sus balances, soportado hasta el infinito los tipos negativos, han reducido costes, concentrado oficinas y reducido plantillas. No se les puede pedir más.

Atacar al sistema financiero de un país es como tirar piedras hacia arriba, siempre te acaban cayendo encima. Es fácil jugar a Robin Hood atacando a la banca, pero es demagógico, oportunista y populista. El sistema financiero es el engranaje que hace funcionar la máquina. No paramos de decir que tenemos una de las bancas mejor desarrolladas, más eficaz, inmersa en procesos digitales que les hará más competitivos y les permitirá crear nuevos servicios a precios más económicos que disfrutaremos usuarios y empresas. Sin embargo, para el político es una forma de recaudar que además proporciona, si se realiza de forma desproporcionada, buena imagen. O eso piensan ellos.

Políticos, jueces, opinión pública, han encontrado en la banca su chivo expiatorio. A lo mejor dejamos de tener un sistema eficaz, accesible y económico y resulta que acabamos con un sistema caro y menos dinámico de lo que nos gustaría y las nuevas generaciones no tienen acceso a un sistema hipotecario envidiable. No es el momento de aplicar una tasa Tobin. Es inoportuna.