¿Son los fondos necesarios?

“Además, creo que el modelo de negocio de Wall Street está roto. Para reconstruir la confianza del público, debemos ajustar el modelo de Wall Street. Cualquier sistema cuyos ingresos dependan de persuadir a los inversores de operar activamente está, por definición, centrado en la especulación a corto plazo. Lo que queremos hacer es construir un modelo centrado en la inversión a largo plazo; ésa es la estrategia ganadora. La especulación a corto es, por definición matemática, una estrategia perdedora. Por tanto, deberíamos construir un modelo basado en una estrategia ganadora donde los incentivos no estén basados en volumen de operaciones sino en servicios de finanzas personificados, distribución de activos, suficiente diversificación y control de riesgos y costes.”

John C. Bogle and Rodney N. Sullivan

Market in Crisis- Financial Analysts Journal 2009

 

Es evidente que, siendo responsable de un fondo muy, muy especial como el Argos, y escribiendo en una página especializada en fondos de inversión, la respuesta – al menos la más educada y políticamente correcta- sería un total y rotundo: ¡por supuesto que son necesarios!, vamos que poco más y sin fondos de inversión el ser humano seguiría siendo un antropoide perdido en las selvas de África o deambulando por el gran Rift Valley. Sin embargo, y lamentando mucho si hiero sensibilidades, la respuesta correcta es que no, no son necesarios los fondos.

Son convenientes, eso sí,…y ofrecen muchas ventajas ampliamente reconocidas (y aún más ampliamente publicitadas), pero no son necesarios para invertir.

Aunque ahora mi labor me hace estar mucho más involucrado en un fondo de inversión de lo que nunca antes estuve, cuando trabajaba en banca privada mi planteamiento era utilizar el vehículo “fondo de inversión” si pensaba que era útil para mis clientes y si no lo veía claro, hacerles la cartera directamente vía acciones o bonos. Es cierto que en muchos casos, las ventajas fiscales son muchísimo más elocuentes y placenteras vía fondo de inversión que no a través de inversión directa, pero desde mi humilde punto de vista, si no conocía la cartera de lo     que los diferentes (¡qué digo,…miles!) gestores de fondos podían estar construyendo y el mercado en general me aportaba poco margen de seguridad, prefería construirles a mis inversores una cartera en la que sí supiéramos lo que teníamos en mano. Hacíamos un poco como el consejo de Buffett: “Si no sabes de joyas, conoce al joyero”.  En nuestro caso no conocíamos al joyero, así que preferíamos conocer de joyas personalmente (…y ahí entraba yo, como se ve en el libro El lemming que salió raro).

En este sentido los fondos de inversión son tan sólo un vehículo para un fin, no son el fin en sí mismos. Lo siento por las sensibilidades heridas (o por reducir las excusas para el cobro de jugosas comisiones), pero es cierto. Nacieron como un vehículo que permitiera a los inversores no profesionales delegar dicha labor en aquellos gestores dedicados a ello y que con mejor o peor acierto- pero supongo (hoy estoy en plan ingenuo) que con la mejor intención- procurarían que el patrimonio de esos inversores fuera creciendo a mayor ritmo que el que esos mismos clientes podrían conseguir por su cuenta y riesgo, sin intermediarios de ninguna clase.

El objetivo final de invertir no precisa de más requisitos, “auténticamente necesarios”, que el tener suficiente dinero como para adquirir alguno de los títulos cotizados y la ilusión de desprenderse de dicho dinero hoy esperando tener más al cabo de cierto tiempo,….en algunos casos ese tiempo puede ser indefinido y en otros es rabiosamente “dentro de cinco minutos” para volver a iniciar el proceso. Pero invertir, como tal, no requiere o no exige ningún vehículo en particular. Y en ese sentido, los fondos son innecesarios. …para el inversor, porque para las entidades es casi obligado, que los ingresos son muy jugosos y nadie trabaja por amor al arte.

Sin embargo sí es cierto que son un vehículo que puede ser muy ventajoso y útil. Pero sólo depende de una cosa: el gestor del fondo. Si éste es un buen gestor hará bien su trabajo. Si no, los inversores de dicho fondo se encontrarán que han puesto su capital en un vehículo que no les lleva adonde querían llegar. Ya sé que muchas veces los clientes no tienen ni la más remota idea de adónde quieren ir (si acaso un vago,…más allá), pero sois gente inteligente y sé que me entendéis.

Y lo cierto es que los gestores tienen muchas trabas en su camino, y no por falta de conocimiento, sino en muchas ocasiones por el temor de verse despedido si el fondo no figura en tal cuartil en el próximo trimestre- aunque se supone que invertimos para el largo plazo-, si nuestra entidad competidora directa lo hace algo mejor que nosotros, si todos compran para no quedarse descolgados a sabiendas de que están pagando caro, si, si, si….

Si el gestor es el adecuado y capaz de mantener su independencia y su punto de vista, capaz de mantener su compromiso con los inversores- ¡y sólo con ellos que son los que ponen el dinero y pagan las comisiones!-, si la información y transparencia hacia los dueños del capital es lo más completa e inocente posible, podremos ver altibajos en las rentabilidades, pero a largo plazo irá bien y nuestro patrimonio irá creciendo.

Hace relativamente poco se ha incorporado como si fuera una categoría nueva los “fondos de autor”,…en definitiva, todos los fondos son de autor (salvo los indexados naturalmente, que el autor es el mercado), la diferencia estriba en si el autor es coherente e independiente o demasiado dependiente para ser coherente. No todos asumen la célebre frase de Eveillard: “Prefiero perder clientes a perder el dinero de los clientes”.

Un abrazo a todos y hasta el próximo artículo.