Sobre las listas de los más ricos y las sicav

Todos los años se publica el ranking de los ricos. La mayoría de los mortales consideran lo que tienen en cuenta corriente algo privado y que no debe de ser objeto de difusión, pero los ricos o no son mortales o no tienen ese derecho. Con fotos, sin rigor y sin pudor aparecen cuantificadas sus teóricas fortunas para que curiosos, amigos, vecinos, internautas, delincuentes y todo el que se le antoje estén informados de quién es quién. Por supuesto, nada se dice del legado que hay detrás de esas fortunas, lo importante son las cifras, saber quién sube o baja de puesto, quién entra y  quién sale.  

 

También se publican artículos sobre las sicav, o como les gusta llamarles "el instrumento de inversión de los ricos". Curiosean sobre ellas al objeto de descubrir algo publicable -dónde invierten, cual va mejor o peor, a cual timó Madof, si se han visto en la necesidad de sacar dinero o si han cambiado de gestora- ofreciendo normalmente información inexacta y/o confusa. Y siempre una  denuncia: los ricos solo pagan el 1%, sin aclarar que la mayoría de las instituciones de inversión colectiva (independientemente de sus inversores o promotores) reguladas en la Ley de Instituciones de Inversión Colectiva tributan al 1%, y que sus accionistas o partícipes (ricos y no tan ricos) cuando venden tienen que pagar – hoy de forma temporal y solidaria-  al Estado un porcentaje (21%-27%)  de lo ganado. Ya veremos dentro de dos años si, por gracia de Don Mariano, se vuelve a pagar el 15%, el 18% o el 21%. Sin demagogia, la inversión a través de Instituciones de Inversión Colectiva de ser un privilegio (tributación al 1% y diferimiento en el pago de impuestos) es un privilegio social, es decir, para todos.    

 

Hay varias maneras de hacerse rico: jugar a la lotería y que te toque/heredar/trabajar duro, vivir por debajo de tus posibilidades, ahorrar e invertir/ser empresario. Y una sola forma de verlos: con envidia. En esta España cainita da la impresión que los ricos lejos de ser objeto de admiración - por sus logros empresariales, los puestos de trabajo que originan, la creación de riqueza o la asunción de riesgo- son  mirados con mal ojo. Los ricos siempre son malos. Se cuestiona la justicia de su riqueza, son insolidarios si gestionan con eficacia sus impuestos y si tienen fundaciones o hacen donaciones sólo es para limpiar sus conciencias o evitar impuestos. Es decir, determinamos su (in)moralidad por lo que tienen, no por lo que son.. que pensamiento más pobre y que injusticia más grande.  

 

Como no nos basta con declarar a los ricos culpables de parte de nuestros problemas, exigimos que han de ser ellos – y solamente ellos - quienes nos saquen del pozo en el que nos hemos metido. Se nos dice que se les está pidiendo un mayor esfuerzo a los que más tienen, y con esta excusa, resucitan impuestos injustos (como el de patrimonio), se gravan las rentas del trabajo hasta niveles confiscatorios y se implementan subidas temporales de todos los demás, consiguiendo así liderar el ranking de los países con impuestos más altos.

 

Pero no nos engañemos, el debate que están provocando los políticos sobre si los ricos deben de pagar más para salir de la crisis es sólo una excusa para implementar subidas de impuestos a todos, subidas que ni crearán puestos de trabajo como nos decía Rubalcaba ni son solidarias como nos anuncia Rajoy; si son solidarias lo serán con el  gobierno, las autonomías o los ayuntamientos para que no tengan que abandonar sus políticas de gastar lo que no tienen. Como dice P.j.O'Rourke la buena noticia es que los ricos, según el gobierno, pagaran por todo. La mala es que, según el gobierno, tú eres rico.