Seis razones por las que nunca invertiría en renta fija emergente a través de fondos pasivos…

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Brett Jordan, Unsplash

El peso de las economías emergentes ha aumentado hasta representar aproximadamente el 40% del PIB mundial, el doble de lo que suponía cuando comenzó el nuevo milenio. Además, el mercado de deuda emergente representa actualmente el 18% del mercado mundial de renta fija. Ambos, junto a lo deprimidas que están las tires en los mercados desarrollados, son argumentos que están llevando a muchos inversores a plantearse la posibilidad de asignar una parte de su capital a un segmento de mercado que, históricamente, ha ocupado un espacio nulo o muy pequeño en sus carteras. Pero… ¿qué es mejor? ¿Apostar por una estrategia activa o pasiva?

Duncan Lamont, responsable de investigación y análisis en Schroders, y Peter Ozelius, gestor en el equipo de deuda de mercados emergentes en la firma británica, dan sus seis argumentos de por qué hacerlo a través de estrategias gestionadas activamente resulta una mejor opción:

1. Cuando el riesgo crediticio de la deuda soberana se incrementa, no siempre lo hace de forma repentina. “Venezuela es un claro ejemplo. Se empezó a hablar de los problemas que aquejaban al país hace mucho tiempo. Con una estrategia pasiva, estaríamos obligados a mantener la inversión hasta el momento de producirse el impago. Sin embargo, con una gestión activa se habrían podido tomar medidas correctoras mucho antes”, afirman.

2. Además, según los expertos, está otro factor: “el hecho de que las calificaciones crediticias reflejen acontecimientos ya pasados puede dar una impresión engañosa del riesgo país”.

3. Existe un amplio universo de activos más allá de los principales índices de referencia de deuda de mercados emergentes al que los inversores que utilizan un enfoque pasivo no pueden acceder, pero en los que es posible invertir. “La ausencia de China y la India es especialmente flagrante. El mercado chino de renta fija es el tercero más grande del mundo y se prevé que al acabar 2019 sea el segundo”.

4. Esta clase de activos no es homogénea. “La considerable dispersión de la rentabilidad entre los distintos países y las distintas formas que presenta la DME brindan a los inversores que adoptan un enfoque activo la oportunidad de añadir valor”.

5. Los expertos señalan que los enfoques pasivos tienden a centrarse en un solo segmento, por ejemplo, los bonos corporativos o los denominados en divisa local. “Si bien puede que de este modo los encargados de asignar los activos tengan más fácil lograr una exposición táctica a la beta del mercado, se trata de un método que presenta restricciones innecesarias para lograr una asignación estratégica. Por ejemplo, un enfoque integrado puede aprovechar las ventajas de las discrepancias entre los precios de los distintos bonos de cada segmento. Esto no es posible si se trata a cada uno de ellos de forma independiente, sino que deben considerarse en su conjunto”.

6. Por último, desde Schroders entienden que, aunque las estrategias pasivas replican muy bien los índices de referencia en clases de activos como la renta variable de EE.UU., no se puede decir lo mismo en el caso de la deuda de mercados emergentes. “El mayor fondo de deuda de mercados emergentes cotizado en bolsa acumula caídas de más del 15% con respecto a su índice de referencia entre los años 2008 y 2018 (su ratio de gastos se sitúa en el 0,39% anual, por lo que su rentabilidad ha sido muy inferior a la del índice)”, concluyen.