SAM-Robeco: “Los gestores tendrán que facilitar tarde o temprano la inversión sostenible”

Algunas empresas siguen asociando a la inversión sostenible unos mayores costes en lugar de pensar en ella como una forma de garantizar su supervivencia a largo plazo. Pero, para Rodrigo Amandi, director general de Índices de SAM (Sustainabiliby Asset Management), miembro de Robeco, la situación está cambiando. “Finalmente tendrán que pasar el filtro, pues el concepto está destinado a crecer en un contexto en el que el capital ya ha empezado a movilizarse”, comenta. El experto pone como ejemplo los 20 billones de dólares representados por las 800 instituciones firmantes de los principios de la ESG (medioambientales, sociales y de gobierno corporativo) de la ONU, o los 500.000 millones de dólares del fondo soberano de Noruega destinados a la inversión bajo esta perspectiva.

“Es la dinámica del juego, en la que tanto legisladores como inversores tienen roles claros y en la que participan ya entidades líderes como BBVA o Santander tanto en su gestión interna como en la externa. Por eso los gestores de carteras tendrán que facilitar tarde o temprano la inversión desde un punto de vista sostenible”, afirma, explicando que en el caso español y a diferencia de lo que ocurre en otros países, la iniciativa está partiendo más de las propias empresas que del ámbito público. Amandi pone el ejemplo de Apple, fuera de la inversión sostenible hasta que tuvieron lugar varios suicidios en unas fábricas de China que le obligaron a reaccionar.

El experto aclara también el tópico de que esta inversión destruye valor. “No sacrificamos el rendimiento por invertir de este modo. Un índice sostenible no es una máquina de generar alfa, pues sirve para ganar exposición a un concepto –en este caso la sostenibilidad- pero aun así no destruye valor”.

De hecho, una de las patas de SAM es la generación de índices con el concepto “best-in class” –que selecciona el 10% de las empresas que cumplen los criterios mejor que sus homólogos entre los 58 sectores considerados y con criterios actualizados y específicos en cada área - en conjunción con Dow Jones, algo que llevan haciendo desde 1999 y que sirve de base a una oferta vehículos basados en índices con 8.000 millones de dólares bajo gestión. En total, gestionan 12.000 millones, contando también con su negocio de fondos de inversión y de consultoría.

Aunque el interés es global, es en Europa donde más firmantes de los principios de la ONU hay. “Intentamos expandirnos fuera de Europa, pues de hecho, tenemos productos de otros lugares, pero el concepto de sostenibilidad está en distintas fases dependiendo de la geografía”, afirma.

Próximo destino: emergentes

Uno de los principales centros de interés son los mercados emergentes, que aún faltan por cubrir, debido a que en algunos casos la transparencia y la calidad no están a la altura. “Es difícil pero también hay una tendencia al cambio que podría cristalizar en 2 o 3 años y entonces lo podríamos cubrir, porque hay demanda”, añade. SAM calcula que el mercado en Asia con inversiones responsables pasará de suponer el 2% en 2007 al 10% en 2015, mientras en EEUU pasará del 10% al 15% y en Europa del 7% al 20%.

Desde SAM entienden el concepto de sostenibilidad como una evolución desde el concepto ético a un análisis de vialibilidad a largo plazo, que incluye el análisis de las empresas a nivel global y desde un punto de vista financiero, medioambiental y social para, a través de una mayor información, generar opiniones que se traduzcan en productos de inversión que generen mayores rendimietos y alfa. “Es un concepto distinto al ético que, a diferencia de él, no se basa en la exclusión, pues nosotros ofrecemos exposición al mercado de forma global, con el objetivo de generar un mayor rendimiento a largo plazo. Las exclusiones sólo se producen a petición del cliente”, aclara Amandi.

La crisis aumenta las divergencias

Con respecto al papel de la crisis en este tipo de inversiones, afirma que, según estudio que cubre hasta el año 2008, la diferencia de rendimiento entre sus mejores valores y los peores en términos de inversión sostenible es significativa. “La crisis ha acentuado aún más esas divergencias en la medida en que ha ganado fuerza el concepto de transparencia, que ha aumentado las dispersiones entre los buenos y los malos valores”, comenta, señalando que, aunque tampoco puede decirse que anticiparan el colapso de los grandes bancos americanos, los datos agregados los situaban en puestos de cola. “Lehman no participaba en este tipo de análisis”, apostilla.