Sacyr-Canal de Panamá: otro golpe para la marca España

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Joel Filipe (Unsplash)

                 La noticia que saltaba sobre Sacyr a comienzos de este nuevo año 2014, me recordó instantáneamente una conversación que mantuve hace poco sobre contratos y en la que salió un principio recogido en el derecho civil en materia contractual, el  “Pacta Sunt Servanda”. Este principio afirma que los pactos recogidos en los contratos se tienen que cumplir.

Llueve sobre mojado. Debemos retroceder al año 2009 y recordar que la adjudicación se hizo al consorcio Grupo Unidos Por el Canal (GUPC) debido a su bajo coste -que otros consorcios competidores calificaron de temerario- que rondaba los 3.200 Mn $, se quedaba por debajo del precio base establecido por la propia Autoridad del Canal de Panamá -3.400 Mn $- y era un millardo (1.000 Mn $) más barato que su grupo rival más cercano.

No extraña el fuerte castigo para Sacyr si analizamos las circunstancias concurrentes. Personalmente preveo que el castigo bursátil a Sacyr no ha terminado, y que dependerá de cuanto dure la incertidumbre en relación a esta cuestión.

Panamá hace muy bien en exigir que se cumpla lo pactado. Máxime en casos como este en que parece que las condiciones eran muy detalladas y claras en el clausulado, tanto del pliego de concurso, como del contrato firmado entre el consorcio ganador y el país centroamericano.

Hay varias derivadas a seguir. Las autoridades panameñas pueden ejecutar el aval técnico que les presto CESCE –compañía española de seguros de crédito a la exportación-, una empresa de capital mixto –y no privada señalo un portavoz de Sacyr en una entrevista telefónica en un programa de TV-  en la que el Estado tiene (tenemos) el  50,25% de su capital social. Todo abandono de la obra de las esclusas del canal se traducirá en una ejecución de dicho aval (por un monto de 600 Mn $), que pagaremos entre todos españoles. Adicionalmente el homónimo belga de CESCE también avala la parte del socio belga de Sacyr en el consorcio adjudicatario, Jan de Nul.

Los panameños preparan una ofensiva diplomática para lograr que su obra más estratégica –y clave para su crecimiento económico futuro- no se paralice. El presidente panameño Martinelli prepara una visita relámpago a España e Italia -puesto que otro de los socios del consorcio es la empresa italiana Impregilo- para exigir a las autoridades de ambos países que el consorcio cumpla lo pactado.

Las implicaciones futuras para Sacyr y para la marca España podrían ser negativas en cualquiera de los casos y sea cual sea el resultado de un hipotético arbitraje y negociación. Sacyr se quedaría huérfana de su proyecto exterior más emblemático y uno de los más importantes para su castigada cuenta de resultados. Sacyr se apuntó ya esos sobrecostes que exige ahora como ingresos –antes de ser aceptados como sobrecostes por Panamá-. Esto último lo hemos sabido  a requerimiento de explicaciones por parte de la Comisión Nacional del Mercado de Valores a la compañía constructora.  

A partir de ahora los países que saquen a concurso licitaciones podrían tener en cuenta los errores de cálculo esgrimidos anteriormente por consorcios en los que participan empresas españolas, dejando fuera a estas de futuras nuevas adjudicacione s.

España necesita empresarios, gestores y técnicos serios que cumplan lo pactado y proyecten una idea sólida y solvente de lo que somos en el exterior.

Esperemos que, por el bien de España, la ministra de Fomento pueda encontrar la fórmula mágica que satisfaga y convenza al mismo tiempo a los panameños y evite un daño mayor a nuestros intereses. Las próximas tres semanas son claves.