Responsabilidad inversora: la responsabilidad social del inversor

La economía de mercado se sustenta sobre tres principios reguladores. Primero, la división del trabajo, de aquí la necesidad de cambio. Segundo, la idea del desarrollo, de aquí la práctica de la acumulación. Tercero, la libertad de empresa, de aquí la institución de la competencia. Estos tres principios están orientados a un fin último que es el bien común.

En este contexto, situamos a la persona como sujeto inversor, como sujeto que debe saber ordenar los bienes queridos hacia su fin último que es la Felicidad (y ésta no sólo en sentido de bienestar económico). Debe saber distinguir entre los “bienes para la persona” y el “bien de la persona”. En éste último, siempre está presente el otro, ya que es donde nos reconocemos y donde encontramos nuestra plenitud.
Por ello, la dimensión social de nuestra actividad inversora es tan importante, porque al tener en cuenta todo esto, nos hacemos mejores, crecemos como personas y por tanto somos más felices.

Normalmente distinguimos tres ámbitos de responsabilidad: la responsabilidad medioambiental (ser respetuosos y cuidadosos con ese don, con ese regalo que es la belleza de la naturaleza, con la belleza de lo creado que se nos ha dado), la responsabilidad social (poner el corazón en la vida social, promueve a las personas, fomenta iniciativas y constituye el motor de todo desarrollo. No hacer el mal, hacer el bien y hacer que el otro sea mejor, son los tres ejes que sustentan la responsabilidad social y que tenemos que tener en cuenta a la hora de elegir nuestras inversiones financieras) y la responsabilidad con el buen gobierno de las organizaciones (la solicitud por parte de los inversores, de una adecuada transparencia y de buenas prácticas en las compañías en las que invierte, hace que los gestores se tomen en serio este asunto y estén atentos con su aplicación).

De ahí, que todo el desarrollo de las políticas ESG (que Susana -mi compañera de blog- con tanto detalle nos explica), esté siendo tan beneficioso para el mundo de la inversión. Beneficioso para los inversores, que pueden mejorar como personas a la hora de invertir, y beneficioso para la sociedad, que promueve organizaciones más responsables con la confianza que depositamos en ellas.

Autor de la imagen: mAicLo, Flickr, Creative Commons