Reglas fundamentales de la inversión verde

Mikko_Ripatti_DNB_AM
Cedida por DNB AM

TRIBUNA de Mikko Ripatti, gestor sénior de carteras en DNB Asset Management. Comentario patrocinado por DNB AM.

La sostenibilidad desempeña un papel cada vez más importante en el sector de la inversión. Los criterios ecológicos, éticos y sociales están de moda, con el consiguiente rápido aumento del capital invertido: tras la cifra de 73.000 millones de euros de 2016, las nuevas emisiones lanzadas al mercado ascendieron a 122.000 millones al año siguiente. Lo que antaño era una planta delicada de fondos sostenibles se ha convertido en una jungla casi impenetrable de más de 1.600 fondos solo en Europa. Pero no todo lo que lleva la etiqueta sostenible es verde. Los inversores encuentran cada vez más en sus fondos acciones de empresas que no son realmente sostenibles.

Cuidado con el fraude de la etiqueta verde

Para empeorar las cosas, con la creciente demanda de inversiones éticas, el número de ofertas dudosas se ha disparado. Estas desean utilizar la etiqueta de moda para aprovechar el auge: el greenwashing es más habitual de lo que cabría esperar. Por ejemplo, muchos fondos de sostenibilidad invierten en el sector minorista por Internet porque estas empresas generan normalmente grandes beneficios, pero emiten pocas emisiones directas de CO2. En nuestra opinión, esto tiene poco que ver con la inversión responsable, ya que los proveedores de Internet envían repartidores y empresas asociadas por todo el mundo que son responsables de emisiones. De igual modo, muchas grandes empresas de bebidas han externalizado su distribución. Pero el mundo no se vuelve más verde cuando son otras empresas las que se hacen cargo de una logística que emite grandes cantidades de CO2. El análisis de las 10 primeras posiciones de la cartera permite ver hasta qué punto un fondo es verde en realidad.

La sostenibilidad no es un fin en sí mismo

La inversión responsable desde el punto de vista ético y social no solo debería tranquilizar la conciencia, sino que también debe responder a una lógica financiera. Muy pocos inversores desearán renunciar a los buenos efectos de la rentabilidad. Prestar atención a la rentabilidad refuerza también la idea de la inversión sostenible. Porque cuantos más inversores inviertan su dinero de acuerdo con normas éticas, mayor influencia tendrán los factores éticos en el funcionamiento de los mercados financieros.

Varios estudios muestran que los beneficios no tienen por qué estar reñidos con hacer el bien. Por ejemplo, la agencia de calificaciones Scope lleva más de cinco años comparando la rentabilidad de los fondos de inversión sostenible con la de las inversiones tradicionales. Y el resultado es que los fondos de inversión globales que invierten de acuerdo con criterios éticos registraron una media del 10,7% anual. En cambio, los fondos de renta variable tradicionales sin fundamentos de sostenibilidad generaron una rentabilidad media anual de solo el 10%.

Dar preferencia a gestores de carteras experimentados

En el ámbito de la inversión sostenible, la interacción del gestor de fondos resultada especialmente importante. Así, los inversores deberían tener en cuenta si el gestor de activos contacta con las empresas para exigir mejoras de criterios ESG específicos. Además, deberían saber cuáles son las consecuencias de no responder o de dar una respuesta insuficiente. Por ejemplo, ¿utilizan los productores de alimentos envases plásticos biodegradables? En caso negativo, ¿por qué no? Los buenos gestores de carteras están abiertos al diálogo con las empresas.