Regla de Taylor: qué es y qué nos indica sobre los tipos de interés

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S@Z, Flickr, Creative Commons

El presidente de Estados Unidos, Donald Trump, está preguntando a los senadores republicanos quién debería ser el sustituto de Janet Yellen al frente de la presidencia de la Reserva Federal. Uno de los nombres que suenan con más fuerza para ocupar el cargo es el de John Taylor. Taylor es un conocido economista y académico, famoso por su investigación sobre la regla de Taylor, que puede ser utilizada para la toma de decisiones sobre política monetaria. Desarrollada por él mismo, la regla de Taylor es una fórmula que busca calcular el nivel adecuado de tipos de la autoridad monetaria americana.

La regla original considera la desviación de la inflación desde objetivo y la diferencia de producción económica para determinar el tipo apropiado. Una versión de esta regla sugiere que los tipos nominales de la Fed deberían haber bajado después de la crisis, y ahora, la tasa debería ser mucho más alta de lo que lo es actualmente. Según explican desde J.P.Morgan AM, los miembros de la autoridad monetaria americana esperan que los tipos suban más rápido de lo que el mercado prevé, pero si Taylor es nombrado presidente de la Fed sería una razón más para que los inversores preparen sus carteras para unos tipos más altos en Estados Unidos.

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Según su regla, el banco central debería tener los tipos en torno al 3%, pero la realidad es que éstos se encuentran en el 1%. Por tanto, nos indica que los tipos están por debajo de lo que deberían y también que, si llegase a la presidencia de la Fed y aplicase su regla, Taylor los podría subir más rápidamente de lo que está descontando el mercado. Pero, por ahora, esta posibilidad se ve muy lejana... al menos por parte de los inversores. En general, el mercado es demasiado complaciente con respecto al número potencial de aumentos de los tipos de la Fed en 2018. Los futuros de los fondos federales muestran que el mercado ya ha tenido en cuenta un incremento el próximo año, pero no nos sorprendería que la Fed haga dos o tres subidas en 2018”, afirma Franck Dixmier, director global de renta fija de Allianz Global Investors.

Esta creencia del mercado de que la Fed se moverá lenta en sus movimientos se explica por la actitud parsimoniosa que ha adoptado no sólamente la autoridad monetaria americana, sino que el resto de bancos centrales para normalizar su política monetaria. “Resulta absolutamente sobrecogedor constatar que ni la Fed ni el BCE han puesto aún en marcha las siguientes etapas de normalización de sus respectivas políticas monetarias en un momento en que el contexto lo justificaría con creces. La Fed corre con ventaja, pero sigue contando con una política extremadamente acomodaticia. El crecimiento continúa siendo sólido y la situación del mercado laboral avanza día a día”, recuerda Didier Saint-Georges.

El miembro del comité de inversiones de Carmignac considera que el aumento del precio de los activos financieros apela a la responsabilidad de los presidentes de los bancos centrales de no enconar más la situación. “Sin embargo, por miedo a los riesgos políticos que vienen repitiéndose desde el verano de 2016, por la frustración ante un objetivo de inflación huidizo incorporado a sus mandatos o tal vez por temor a los mercados, hasta la fecha los bancos centrales han dado la razón a los inversores que han apostado por que la difícil decisión se retrasará constantemente”, asevera.

Janet Yellen ofrece un plan a los mercados, y éstos gozan de la estabilidad que ello les brinda. Ese plan consiste en llevar a cabo una reducción de los balances de forma moderada y progresiva, a menos que acontezca un shock de gran calado o entre en escena un nuevo presidente en la Fed con una política monetaria totalmente diferente. Por ahora, el instrumento clave para el control de la política monetaria sigue siendo el tipo de interés. Desde el punto de vista de Tobias Schafföner, analista senior de Flossbach von Storch, el reto al que se enfrenta la Fed es que cada subida de tipos, por ligera que sea, complica aún más la próxima, especialmente cuando en otras partes del mundo prevalecen tipos nulos o incluso negativos.

“No esperamos un cambio drástico en los tipos, y menos aún volver al escenario pre-crisis en EE.UU. Un dato llamativo es la estimación que regularmente se lleva a cabo entre los gobernadores de la Fed sobre dónde debería situarse un tipo de interés estable a largo plazo. Y, por primera vez, en septiembre se ha hallado el valor más bajo desde que se lleva a cabo este estudio, con un 2,75% de media”, indica el experto. ¿Y en qué se fijarán los participantes del mercado? Pues, según David Page, economista senior en AXA IM, los datos de inflación y empleo serán las dos áreas clave que los inversores seguirán de cerca en busca de pistas sobre el futuro de la política monetaria.