Reflexiones sobre la gestión del riesgo (que nos inspira el Brexit)

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Carlos Benayas, Flickr, Creative Commons

Los inversores se sienten muy incómodos cuando tienen que gestionar el riesgo que supone para sus ahorros la proximidad de un acontecimiento de carácter político. La reciente corrección de los mercados tras el referéndum británico sobre el Brexit acaba de ilustrar a las claras el peligro de las apuestas de resultado opuesto, sobre todo cuando no se tiene a mano ningún valor añadido. El riesgo de salida del Reino Unido de la UE se había prácticamente descartado en las últimas encuestas publicadas, por lo que un gran número de inversores abrazó sin reservas esta supuesta evidencia. Según Didier Saint-Georges, miembro del comité de inversiones de Carmignac, al hacerlo, infringieron con un mismo gesto dos normas elementales de la gestión de riesgos: 1) mantener siempre un pensamiento independiente, atreviéndose a ir contra el consenso, máxime cuando éste unánime; 2) protegerse frente a los riesgos muy asimétricos.

“En el caso que nos ocupa, el riesgo ligado al referéndum lo era visiblemente: una victoria de los partidarios de la permanencia en la UE habría sido algo esperado, mientras que una mayoría que hubiera votado por sorpresa a favor de la salida habría tenido irremediablemente un fuerte impacto negativo en los mercados, como terminó ocurriendo. Este episodio también permite recordar que la gestión de los riesgos no termina ahí. Después de que haya caído un jarro de agua fría sobre la breve exuberancia especulativa de los mercados, ahora la clave será integrar este nuevo acontecimiento en un análisis objetivo del riesgo y determinar si esta vez los mercados no han quedado excesivamente cegados por el miedo. Porque la gestión de los riesgos consiste también en atreverse a asumirlos, a menudo adelantándose a ellos, pero también equivocándose a veces. Más que una cuestión de conocimiento técnico, la gestión de los riesgos es, ante todo, una cuestión de buen juicio y de carácter”, explica.

La segunda reflexión sobre la gestión del riesgo guarda relación con cómo afrontar la falta de liquidez. Vincent Mortier, director de inversiones de Amundi, es muy claro a este respecto: el problema de iliquidez no está en los mercados sino en las carteras. “En el mundo de la inversión colectiva, la cuestión de la liquidez no tiene tanto que ver con los activos subyacentes sino con la construcción de la cartera y la valoración de esos activos: con la construcción de la cartera porque no existe ninguna garantía de que un activo que es líquido hoy lo seguirá siendo mañana, ya que no sabemos cuándo se producirá un nuevo shock y a quién afectará. En este contexto, la mejor estrategia contra la falta de liquidez es construir carteras diversificadas, garantizarse un acceso seguro al mercado mediante relaciones robustas con las contrapartes y no engañar a los inversores para evitar decepciones, más que escoger un tipo de activo supuestamente líquido. El segundo pilar es la valoración porque el concepto de liquidez siempre trae implícito el tema del precio: casi siempre puedes vender si el precio no es un problema. De ahí la importancia de que las valoraciones de los fondos UCITS reflejen fielmente la realidad, con el fin de prevenir una crisis de liquidez”.