¿Qué papel juega Rusia en el tablero geopolítico tras las sanciones de Estados Unidos?

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World Economic Forum, Flickr, Creative Commons

Recapitulemos: el pasado mes de marzo, la Administración Trump anunció aranceles a las importaciones de aluminio y acero, así como penalizaciones específicas a una serie de importaciones procedentes de China. El Ministerio de Comercio Chino respondió en días posteriores, anunciando su propia batería de aranceles a la importación de una serie de productos estadounidenses. Ahora el siguiente foco está en Rusia, después de que el pasado 6 de abril EE.UU. anunciase importantes sanciones contra siete oligarcas rusos y las 12 empresas que controlan, así como a 17 funcionarios rusos. Detrás de esta decisión están las acusaciones en torno a su supuesta intervención en la campaña electoral estadounidense de 2016, o la intervención militar en Siria.

Como resultado de estas sanciones, los activos rusos han caído con fuerza, especialmente el rublo y la renta variable, pero también los diferenciales de la deuda rusa. Cabe recordar que Rusia tiene un peso nada despreciable sobre varios índices de referencia, tal y como recuerdan desde State Street Global Advisors: supone un 4,91% del Bloomberg Barclays EM Local Currency Government Index y un 7,08% del JP Morgan GBI-EM Global Diversified 10% Cap 1% Floor Index.

Desde la firma constatan que la aplicación de sanciones a estos oligarcas “ha producido algo de contagio en el mercado”, provocando una rápida revisión de precios de compañías tan representativas como Gazprom, Gazprombank o VTB. El contagio también se traspasó al mercado de deuda soberana rusa, con fuertes ventas a lo largo de la curva, aunque desde la firma constatan que han empezado a reaparecer hedge funds e inversores no especuladores interesados en la parte larga de la curva: “Los inversores locales están en la parte corta de la curva. Los inversores extranjeros tenían alrededor del 34% de la deuda soberana rusa en divisa local antes de la corrección, una proporción de récord”, indican.

Calado de las sanciones

“Los inversores estadounidenses están obligados a vender los activos rusos y no pueden invertir en ningún instrumento que tenga relación con tres empresas propiedad del oligarca ruso Oleg Deripaska. Estas medidas son comparables con las sanciones a Corea del Norte e Irán”, explica Michel Wiskirski, analista de mercados emergentes en Carmignac.

Los expertos de Fidelity se encargan de recordar que precisamente las sanciones decretadas en 2014 a raíz de las tensiones entre Rusia y Ucrania se centran en un número reducido de emisores, a los que se prohibía emitir deuda y acciones, por lo que, en líneas generales, “las sanciones apenas tuvieron repercusiones para los inversores internacionales”.

Sin embargo, desde la firma explican que las nuevas sanciones tienen mayor alcance en cuanto a personas y empresas afectadas. Las restricciones han sido especialmente duras para el fabricante de aluminio Rusal, responsable de cerca del 7% de la producción mundial: “Los inversores de EE.UU. han recibido instrucciones para que vendan todas sus posiciones en deuda y acciones de Rusal antes del 7 de mayo y es improbable que las cámaras de compensación internacionales liquiden los valores de esta compañía después de esa fecha”, indican desde Fidelity.  

Contexto económico

El analista de Carmignac explica que la situación económica de la Rusia de 2018 ha mejorado sustancialmente respecto a 2014, cuando la anexión de Crimea. Recuerda que hace cuatro años se produjo el gran desplome del petróleo, que es el producto de exportación más importante de Rusia. Actualmente, el precio de la commodity lleva meses en una racha alcista, hasta el punto de que, según Wiskirski, se sitúa actualmente en máximos históricos en rublos.

El experto de Carmignac explica que la recuperación del precio del crudo proporciona a Rusia “un cómodo superávit presupuestario (dado que el Gobierno ha congelado el gasto nominal durante tres años)”, por lo que sentencia que ahora “el gasto está mucho más controlado que en 2014”.

Además, indica que la inflación se ha reducido en seis puntos porcentuales entre 2014 y 2018, hasta el 2%. “La necesidad de financiación externa se ha reducido drásticamente debido a que las empresas estatales han eliminado su deuda en dólares”, concluye.

Desde Fidelity añaden una observación sobre la salud de la política monetaria rusa: el país ha estado acumulando reservas de divisas en los últimos años, por lo que su banco central dispondría de un colchón para actuar si fuera necesario. “Los tipos de interés y los rendimientos en rublos son bastante superiores a sus homólogos en moneda fuerte (tanto reales como nominales), por lo que los tipos del carry de divisas son elevadísimos, mientras que la política interna brinda mucha estabilidad”, resumen los analistas.

¿Y ahora qué?

La cuestión clave para Fidelity es que este movimiento de EE.UU. ha generado incertidumbre en torno a otras compañías rusas que podrían ser potencialmente objeto de nuevas sanciones de mayor calado. “Por ejemplo, Sberbank, el mayor banco de Rusia, tiene concedida una gran línea de crédito a Rusal (4.500 millones de dólares en el primer semestre de 2017). Aunque ninguna de las sanciones afecta directamente a Sberbank, no está claro cómo podrían afectarle las consecuencias; la fuerte caída de la cotización desde que se conoció la noticia es un reflejo de esta incertidumbre”, resumen desde Fidelity.

Por otra parte, desde la firma observan la rápida y espectacular reducción de la liquidez de los activos rusos en mercados secundarios en los días posteriores al anuncio, especialmente en la deuda rusa denominada en divisa fuerte. En respuesta, observan que los inversores “han acudido en masa a los instrumentos líquidos tradicionales de cobertura, como el rublo ruso y los CDS sobre deuda pública rusa, para proteger unas inversiones subyacentes cuya exposición han tenido problemas para reducir”.

En este escenario, los analistas de Fidelity piensan que los inversores se enfrentan primordialmente a dos grandes riesgos: la posibilidad de que se cierre el grifo de la financiación internacional y del comercio internacional para Rusia, o que se apliquen sanciones de mayor magnitud. Los expertos consideran que la opción más grave sería la primera, aunque al mismo tiempo constatan que “la inversión estadounidense (directa y de cartera) en Rusia es muy pequeña, al igual que las exportaciones rusas a EE.UU.”.

También consideran poco probable que se apliquen nuevas sanciones contra empresas rusas más sistémicas como Gazprom y Rosneft, “a menos que Rusia agrave las tensiones en Ucrania o Siria”. En cambio, podrían representar un mayor riesgo “las empresas rusas más pequeñas con propietarios vinculados al presidente Putin”, por lo que sentencian que ahora mismo “las perspectivas fundamentales de las empresas rusas son menos importantes que su estructura de propiedad”.