¿Qué lecciones de éxito empresarial pueden aprender los inversores de las FAANG?

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Domenico Loia, Unsplash

La reciente carta del consejero delegado de BlackRock, Larry Fink, a las empresas participadas por su compañía, ha contribuido a incentivar el debate sobre hacia dónde deberían dirigir sus pasos empresas de todo el mundo. Si bien Fink proponía a estas empresas que devolvieran parte de sus beneficios a la sociedad – y era respondido por Morningstar, al pedirle una rebaja de costes a los partícipes de la propia BlackRock-, no es el único punto de vista existente en la industria, obviamente. Por ejemplo, desde Allianz Global Investors - una de las gestoras que precisamente han empezado a cambiar su modelo de cobro de comisiones- el estratega global Neil Dwane parte del ejemplo sentado por las compañías FAANG (Facebook, Apple, Amazon, Netflix y Google) para explicar por qué debería regresarse a un enfoque de largo plazo y más sostenible en el modelo de negocio, que incentive la innovación y la investigación.

Dwane explica que las fenomenales tasas de crecimiento de este grupo de tecnológicas ha contribuido a que los inversores se enamorasen de ellas y de otras empresas cuyo modelo de negocio es tecnológicamente disruptivo; este enamoramiento, que ha contribuido significativamente a impulsar a la bolsa estadounidense a máximos históricos, “ha arrojado luz a través de la tristeza por el bajo crecimiento y alto endeudamiento que envuelve a gran parte del mundo posterior a la crisis financiera”, afirma el estratega.

Ahora bien, este se pregunta si el éxito de las FAANG “nos estará distrayendo de la necesidad de conducir al crecimiento a través de la economía global”. Dicho de otra manera, se plantea si habrá alguna fórmula para que una empresa alcance el éxito y consiga sostenerlo a lo largo del tiempo. Para Dwane, la respuesta tiene que venir forzosamente de “un modelo de negocio que dé prioridad a la visión a largo plazo antes que a la ingeniería financiera a corto plazo, uno en el que preserve la misión central de las empresas y su competitividad, antes que a incentivar la infra inversión”.

El estratega continúa con el ejemplo de las FAANG, porque cree que de hecho ofrecen varias lecciones positivas de las que otras empresas deberían tomar nota. “Compañías como Amazon han sido famosas por priorizar su flujo de caja operativo en vez de los beneficios, para invertir en los esfuerzos que les ayudaran a retener una ventaja competitiva”, resalta. Dicho esto, Dwane aporta a continuación una lista con los errores más comunes que cometen las empresas que no consiguen mejorar su modelo de negocio.

#1 Mala asignación del capital

“Se puede decir que los tipos de interés cero y negativos han prolongado el exceso de capacidad y han evitado que las firmas bien gestionadas se aprovecharan para tomar ventaja sobre otras excesivamente endeudadas”. El estratega denuncia que esta inyección de estímulos ha traído como daño colateral la creación de “legiones de bancos zombies y de emisores casi zombies”, aunque expresa su esperanza en que “la normalización gradual de la política monetaria debería encarecer la financiación de estas instituciones al borde de la quiebra”. He aquí la primera lección: “Como inversores, es importante mantenerse en el lado correcto de este ajuste”.

#2 Incentivos inadecuados

En este apartado, el experto se refiere a la tendencia hacia la ingeniería contable vista en los últimos años: en vez de invertir sobre su propio capital, muchas empresas han optado por recomprar sus acciones, para aupar sus cotizaciones. “Las recompras de acciones pueden en realidad disminuir los retornos a medio plazo, al reducir las inversiones que pudieran impulsar la competitividad”, afirma Dwane.

#3 Presupuesto cero para inversiones

“Empezar presupuestos de cero cada año para justificar los gastos se convierte con frecuencia en un mero ejercicio de recorte de costes. A su vez, esto puede alentar a las empresas a invertir de menos en la estructura esencial de sus negocios – especialmente en su gente-, mientras que acentúan en exceso sus flujos de caja para dar servicio a sus enormes endeudamientos”. La conclusión que aporta Dwane sobre este punto es que “gestionar empresas eficientemente no debería confundirse nunca con gestionarlas para conseguir efectivo”.

#4 Un excesivo apalancamiento para impulsar al crecimiento

“Alguien debe devolver los altos niveles de deuda del mundo – pues de otra manera nos arriesgamos a un impago-, pero, ¿quién aguantará la carga?”, se pregunta el experto. Éste no da una respuesta explícita a esta duda, sino que prefiere aludir a un conflicto generacional en ciernes: mientras que los babyboomers están empezando a jubilarse, los millennials siguen teniendo problemas para incorporarse al mercado laboral con un buen trabajo y una vivienda asequible.

La solución: más largoplacismo

“El mundo necesita claramente un nuevo modelo de negocio que enfatice las decisiones tomadas para el largo plazo”, declara Neil Dwane. Éste añade que “el pensamiento miope está llevando a que se acorte la vida de las empresas”, y cita datos de un estudio de Credit Suisse: la vida media de una cotizada del S&P 500 es hoy inferior a 20 años, mientras que en la década de 1950 alcanzaba los 60 años.

“Empresas y gobiernos necesitan impulsar su compromiso con el análisis fundamental para crear el tipo de ajustes sísmicos en innovación que sean también transformadores en términos sociales, económicos y medioambientales”, sentencia Dwane. Alude a un estudio realizado por Allianz Global Investors para determinar el origen de la caída de la productividad, y que concluía que un enfoque en análisis e investigación “puede ser la única manera de escapar de la trampa actual del bajo crecimiento económico”.

El estratega es consciente de que esta afirmación pueda sonar un tanto radical, pero afirma que “un ajuste mayoritario en el pensamiento podría ser de hecho bienvenido tanto por el electorado como por los accionistas”. “Los votantes saben que los cambios económicos llevan tiempo, y están pidiendo a gritos líderes políticos que tengan una visión de futuro. La sala de juntas parece ser el lugar perfecto para empezar a hacer este cambio”, sentencia el experto.