¿Qué le espera a la renta variable europea?

Alvaro_Anton_Luna-_Aberdeen
Cedida por Aberdeen Standard Investments

TRIBUNA de Álvaro Antón Luna, country head, head of Distribution Iberia, Aberdeen Standard Investments. Comentario patrocinado por Aberdeen Standard Investments.

La pandemia del COVID-19 continúa acaparando todas las miradas. Los mercados se han enfrentado a una agitación sin precedentes. Sin embargo, hay señales de que la situación está mejorando de forma gradual. En este artículo, echamos un vistazo a lo que todo esto significa y cómo se traduce en la renta variable.

Primero, lo positivo. Después de los oscuros días de febrero, afortunadamente estamos empezando a ver una estabilización en toda Europa tanto en el número de infecciones por coronavirus como en las muertes relacionadas. Esto se debe, en gran parte, a los efectos de los confinamientos totales, al distanciamiento social y a otras medidas que los responsables políticos impusieron en toda la región. España, Italia y Alemania están suavizando lentamente las restricciones a sus ciudadanos. Muchos están volviendo al trabajo. Aunque estamos lejos del final, estos acontecimientos son sin duda buenas noticias.

Los mercados también han repuntado con fuerza desde los mínimos de mediados de marzo. No hay que subestimar el ritmo de este rebote. Entre el 20 de febrero y el 24 de marzo, los valores europeos cayeron un 35%. Desde entonces, han rebotado más del 20%, recuperando más de la mitad de las pérdidas anteriores.

Esta rápida reacción de los mercados ha sido el resultado de la estabilización de los casos de COVID-19 y de las extraordinarias medidas de política fiscal y monetaria adoptadas en todo el mundo. La magnitud de estas medidas de estímulo ha sido impresionante. Los bancos centrales han recortado los tipos y han inyectado enormes cantidades de liquidez en los mercados mundiales. Esto ha evitado que una crisis sanitaria se convierta en una crisis financiera total.

La relativa solidez financiera del sector bancario también ha sido un factor importante. Estimulados por una reglamentación cada vez más estricta, los balances son mucho más fuertes y resistentes de lo que lo han sido en las crisis recientes. La mejora de las métricas de liquidez está permitiendo a los bancos seguir financiando la economía real en tiempos más estresantes.

Beneficios y dividendos: no tan malos como se piensa

Por supuesto, eso no quiere decir que todavía estemos fuera de peligro. Por ejemplo, esperamos que el parón económico generalizado y la caída de ingresos golpeen duramente los beneficios empresariales. En un escenario moderado, esto podría equivaler a una caída del 20% para 2020. Un pronóstico más pesimista podría apuntar a un descenso de las ganancias de alrededor del 70%-80%. En el entorno actual, diríamos que es razonable que se produzcan caídas del 50%.

¿Es momento de entrar en pánico? Pensamos que no. El impacto económico general de un mal año en una empresa puede ser relativamente modesto. Después de todo, las buenas compañías no se vuelven malas de la noche a la mañana. La permanencia de los malos resultados depende de la fortaleza de los balances y del tiempo que tarde una compañía en recuperarse. Son estos factores los que determinarán el rendimiento de las acciones a medio y largo plazo.

Y luego están los dividendos. Muchas empresas los han recortado o los han pospuesto, en particular los bancos y las financieras. Sin embargo, gran parte de esta situación se ha debido a las acciones de los políticos y los reguladores, más que al rendimiento económico subyacente y a las perspectivas de cada una de las empresas a nivel individual. Por lo tanto, aunque los recortes de dividendos parecen considerables, creemos que esto obvia los fundamentales subyacentes de muchas empresas y, en consecuencia, esperamos ver un repunte significativo de los pagos en 2021.

En la actualidad (y aunque es probable que se produzcan episodios de volatilidad) parece que en la mayoría de los sectores y empresas, los mercados ya no están descontando el peor de los escenarios y han empezado a anticipar una mejora de las condiciones.

Mirando al pasado para mirar al futuro

¿Y a largo plazo? Para ayudar a responder esto, vale la pena mirar atrás. En Europa, el típico mercado bajista implica descensos de alrededor del 42%; en lo que va de 2020, hemos sido testigos de una caída de alrededor del 35% hasta su nivel más bajo. Durante la crisis financiera el desplome fue del 57%.

El reciente rally ha sido uno de los más poderosos de la historia, y significativamente mayor que el promedio. Por supuesto, es bastante fácil subestimar este repunte, pero creemos que vale la pena destacarlo y podría apuntar a un cambio más permanente de lo que algunos predicen en el sentimiento de los inversores.

¿Qué significa esto para los inversores?

Aunque sin duda hay importantes obstáculos por delante, seguimos siendo positivos en Europa. Una visión que se basa en un enfoque selectivo dado el potencial de las empresas que vemos, más que en un respaldo rotundo a toda la región. Después de todo, Europa estaba enfrentándose a sus propios desafíos antes del brote del COVID-19 y estos problemas no desaparecerán de la noche a la mañana.

Creemos que para descubrir las fantásticas oportunidades en el Viejo Continente se requiere un enfoque activo. A través de esta lente se pueden encontrar muchas empresas excelentes que operan en tecnología, bienes de consumo, salud y en otros sectores. También hay algunas oportunidades de nicho en las finanzas y la industria. Además, Europa sigue siendo líder en criterios ASG (Ambientales, Sociales y de Gobernanza). Estos factores serán cada vez más importantes  (y significativos,  desde un punto de vista financiero) mientras navegamos en un mundo incierto.

Conclusiones finales

La crisis del COVID-19 no se parece a nada que ninguno de nosotros haya enfrentado con anterioridad. El número de víctimas será elevado. Sin embargo, estamos empezando a ver un rayo de esperanza. Los mercados también parecen haber superado lo peor. Para los inversores que adoptan una visión por compañías, y están preparados para  capear la inevitable volatilidad asociada a la crisis actual, ahora podría ser el momento de plantearse la posibilidad de volver a poner a trabajar su dinero.