¿Qué aporta la inversión en factores de riesgo al proceso de diversificación de carteras?

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Praktyczny Przewodnik, flickr, Creative Commons

La situación excepcional que han vivido los mercados desde la crisis de 2008 ha alterado las correlaciones tradicionales entre clases de activos, lo que ha obligado a muchos inversores a repensar las estrategias convencionales de diversificación para sus carteras. En este entorno, el concepto de inversión en factores de riesgo ha ido ganado popularidad como alternativa a la clásica asignación por clases de activo. Y es que, como explican los expertos del equipo de análisis y estrategia de Amundi, “las diferentes clases de activo muestran una correlación natural vinculada a su exposición subyacente a factores de riesgo comunes”.

“Por ejemplo, la renta variable y la deuda high yield son dos clases de activo que muestran diferentes grados de exposición al riesgo de renta variable y que, por lo tanto, están muy correlacionadas. Esta correlación se ve además amplificada durante los momentos de crisis, cuando el riesgo de mercado prevalece frente al resto”. Por eso resulta interesante tener presentes estas correlaciones a la hora construir una cartera auténticamente diversificada.

Para los analistas de la casa francesa, “la principal ventaja de la inversión en factores de riesgo es que ayuda a los inversores a capturar diferentes primas de riesgo disponibles en el mercado”. Pero también en este caso es importante diversificar. Como puede verse en la tabla inferior, que compara el comportamiento de seis factores de riesgo del MSCI World tanto con el índice como con una cartera que equipondera esos riesgos, esta última ha obtenido una mejor rentabilidad que el MSCI World (8,6% vs. 6%) con un nivel de riesgo ligeramente inferior y una ratio de información significativamente mejor en el periodo de 20 años analizado.

El análisis desarrollado por Amundi demuestra que esta estrategia de diversificación por factores de riesgo puede mejorarse aún más mediante asignaciones dinámicas en función del momento del ciclo económico, tras constatar que no todos los factores de riesgo se comportan igual en las diferentes fases de expansión, desaceleración, recesión y recuperación (ver gráfico). “Una cartera basada en este modelo de asignación dinámica supera a otra que equipondere los factores de riesgo y rara vez se comporta peor que el índice”.

La clave reside, obviamente, en la capacidad del gestor para identificar correctamente la fase del ciclo en la que se encuentra, lo que no siempre resulta fácil en momentos de transición entre fases o en periodos, como el actual, en el que las políticas monetarias extraordinarias han alterado el normal funcionamiento de los mercados.

Los expertos enfatizan, además, que el análisis cíclico debe complementarse con criterios de valoración. “Por ejemplo, durante la corrección que vivieron las bolsas el pasado verano, las acciones de mayor momentum registraron un mejor comportamiento tan fuerte que el valor adicional con respecto a los valores de menor momentum justificó la rotación observada en algunas carteras”.

Dificultades en la implementación

Sin embargo, existen varios aspectos que dificultan la implementación de una estrategia de asignación dinámica basada en factores de riesgo, como el hecho de que los índices que miden estos factores suelen estar expuestos a múltiples fuentes de riesgos, lo que requiere el uso de herramientas de análisis capaces de discriminar los diferentes factores de riesgos a los que se expone la cartera.

Además, “el valor de un título debe analizarse en referencia al mercado en el que cotiza y el comportamiento de los factores de riesgo puede variar si los diferentes mercados se encuentran en momentos diferentes del ciclo. Los indicadores que representan un factor también pueden diferir según el país, lo que sugiere que esta estrategia debería adaptarse a las distintas regiones”. Tanto este aspecto como el anterior implican una importante movilización de recursos de análisis que no siempre están al alcance de todos los inversores.

Por último, los inversores deben tener presentes los costes de transacción, que pueden llegar a ser sustanciales –por ejemplo, en el caso del factor momentum, que exige rotar la cartera con frecuencia– y que pueden reducir significativamente la rentabilidad de estas estrategias. Por eso, los expertos de Amundi aconsejan usar las asignaciones basadas en factores de inversión como un complemento al asset allocation tradicional.