Primeras reacciones a la investidura de Trump: ¿Se pasan los mercados de optimistas?

Donald Trump, EE.UU.
Gage Skidmore, Flickr, Creative Commons

Si bien la toma de posesión de Barack Obama en 2008 fue un hito histórico por la llegada a la Casa Blanca de una persona de raza negra por primera vez en la historia, durante la ceremonia oficial de inauguración de la nueva Administración el pasado viernes fue el propio Donald Trump quien destacó en su discurso inaugural la trascendencia de este cambio de mandato: “No estamos simplemente transfiriendo el poder de una Administración a otra o de un partido a otro, estamos transfiriendo el poder de Washington D.C. y os lo estamos devolviendo a vosotros, los ciudadanos americanos” (puede leer el discurso completo, en inglés, en este enlace).

El magnate tiraba de una mezcla de populismo y nacionalismo para dar pistas sobre lo que puede esperar el mundo entero en los próximos cuatro años. En los mercados, la reacción más destacada fue la del peso mexicano, que se posicionó como la moneda con mejor comportamiento frente al dólar durante el discurso presidencial, al subir hasta un 1,8% (leer más). Las principales bolsas estadounidenses registraron ligeras alzas durante la jornada. Como el discurso se efectuó después del cierre de las bolsas europeas, la reacción a las palabras de Trump podrá observarse a lo largo de la jornada de hoy en esta parte del mundo.

Didier Saint-Georges, miembro del Comité de Inversión de Carmignac, analiza las diferencias en la percepción de este nuevo mandato en EE.UU. frente al resto del mundo. En EE.UU. “el universo empresarial ve las cosas de manera sencilla: Trump, el hombre de negocios convertido en presidente, representa el retorno de la supremacía del capitalismo, que traerá consigo recortes de impuestos, unas normativas más laxas e incentivos a la inversión, entre otros aspectos”, así como “una forma descaradamente mercantilista de capitalismo, dirigida a promover la creación de riqueza en EE. UU.”. Por estas razones, Saint-Georges no ve ninguna sorpresa en la mejora notable de los indicadores de la confianza de los consumidores y de las empresas estadounidenses desde el pasado 9 de noviembre.

La situación es diferente para los mercados financieros: “Si bien la promesa de aceleración del ciclo económico estadounidense empieza a reflejarse en los mercados de renta variable —especialmente en sus sectores más cíclicos— y en el dólar, la fortaleza de estos movimientos puede crear su propio antídoto”, afirma, en el sentido de que ve probable que el repunte del ciclo económico “empiece a decaer en la segunda mitad del año, dado que los sectores de energía, materiales y manufactureros han registrado un rendimiento muy sólido en el último año”. Su conclusión es que “los mercados financieros podrían verse tentados de empezar a recoger beneficios en los próximos meses”.

“2017 ha comenzado con varios indicios contradictorios que deben aclararse para que se cumplan las perspectivas de los mercados. El optimismo ha aumentado rápidamente y en poco tiempo tras las elecciones de EE. UU. y, al mismo tiempo, la incertidumbre se ha mantenido en cotas elevadas. Como de costumbre, los mercados se están adelantando a los hechos y descuentan un mayor crecimiento en 2017”, comenta por su parte Witold Bahrke, estratega macro sénior de Nordea.

El estratega explica que el optimismo “requiere un cierto nivel de certeza para materializarse en inversiones concretas, en contrataciones y, en última instancia en crecimiento”, por lo que concluye que o bien el optimismo o bien la incertidumbre debe disminuir: “Cuanto más tiempo se mantenga la incertidumbre en niveles elevados, mayor será la probabilidad de decepción en los mercados financieros”.

Brendan Mulhern, estratega mundial en Newton (parte de BNY Mellon IM), explica que “el comportamiento de las bolsas tras el resultado electoral en EE.UU. sugiere que, en general, los inversores esperan que la administración Trump, plagada de figuras procedentes de la industria y del mundo de las finanzas, logre fomentar el crecimiento económico real y provocar un repunte de la inflación”.

Mulhern recuerda que “los mercados ya mostraban un mayor apetito por el riesgo antes de la victoria de Trump, y que ya descontaban mayores niveles de crecimiento e inflación como respuesta a la mejora de los datos económicos mundiales”.

La primera medida que tomó Trump inmediatamente después de jurar su cargo estuvo cargada de simbolismo, al firmar una orden ejecutiva para que las agencias gubernamentales estadounidenses alivien la carga de Obamacare. Sin entrar a valorar este movimiento, el estratega de Newton explica que, si se analizan las propuestas de Trump de forma aislada, es posible que “resulten reflacionarias (o incluso inflacionarias) para EE.UU., al menos durante algún tiempo”. No obstante, opina que “es difícil que las rebajas de impuestos, los estímulos fiscales y el resto de medidas propuestas vean la luz antes del cuarto trimestre de 2017, como muy pronto”.

Qué es realista y qué no

“Muchos de los asuntos que Trump y los congresistas republicanos quieren arreglar en 2017 son complejos por naturaleza y requieren tiempo, incluso con mayorías republicanas en ambas cámaras del Congreso”, coincide Libby Cantrill, responsable de políticas públicas de PIMCO. En su opinión, “existen posibilidades de que algunos de los asuntos de esa agenda se desplacen a 2018, dada la realidad de Washington”.

Cantrill empieza por el desmantelamiento de Obamacare. Aunque el nuevo presidente sí está en sintonía con el Partido Republicano sobre la necesidad de reemplazarlo, la experta explica que “hay menos acuerdos sobre lo que va a venir después de su anulación”, en el sentido de Trump y algunos republicanos piden su derogación y sustitución, mientras que otros son partidarios de su revocación y después retrasar la toma de decisiones.

“Si se consigue la propuesta de Trump – que es lo más probable- tendría implicaciones sobre los tiempos del resto de su agenda”, vaticina Cantrill. Se basa en el hecho de que “la legislación sobre salud es notoriamente compleja y requiere mucho tiempo; al Congreso le llevó 14 meses aprobar Obamacare después de mantener más de 100 audiencias en el Senado y 80 en la Casa Blanca, y aun así Obamacare sólo consiguió aprobarse con los votos de los demócratas”. A esto se debe añadir que las comisiones designadas para diseñar la sustitución de la ley también deberán lidiar con la reforma de los impuestos, “otro proyecto complicado y formidable”.

Sobre esta segunda reforma, la experta también resalta la falta de consenso: “Los republicanos de la Casa Blanca quieren proceder con una reforma de los impuestos a individuos y sociedades, mientras que Trump ha adelantado un plan que se centra en la rebaja de impuestos”. “La reforma impositiva (simplificar el código fiscal, bajar los tipos y ampliar la base- es notoriamente más difícil y larga que las rebajas de impuestos, puesto que necesariamente da como resultado ganadores y perdedores”.