¿Por qué no debemos renunciar a la inversión en renta fija?

Frank_Lipowski
Cedida por Flossbach von Storch

TRIBUNA de Frank Lipowski, gestor del fondo Flossbach von Storch – Bond Opportunities. Comentario patrocinado por Flossbach von Storch.

Según Bloomberg, el año pasado los Estados y las compañías de la eurozona emitieron cerca de 3,3 billones de euros en bonos, de los cuales cerca de 730.000 millones ofrecían una rentabilidad negativa a finales de 2017.  ¿Por qué invertir en deuda soberana, si la rentabilidad en muchos países europeos es negativa en el corto y medio plazo, y no muy atractiva en el largo? Es más, no sólo los Estados, también algunos bancos y compañías han estado ofreciendo una rentabilidad negativa por el mero servicio de administrar nuestros ahorros y el capital de los inversores. Renunciar a la renta fija por los intereses negativos, sin embargo, no es la solución.

Creemos que los potenciales inversores en bonos deben mantener la mente fría y no dejarse influir por las rentabilidades que observamos en los mercados y que en su mayoría son muy reducidas. En este sentido, una estrategia para obtener beneficios adicionales puede consistir en vender el bono antes de la fecha de vencimiento. Cuando vendemos un instrumento de renta fija antes de su fecha de vencimiento, la rentabilidad real es mayor que la esperada al inicio de la inversión, siempre que las condiciones en el mercado no varíen significativamente. Esto es así porque la pendiente de la curva es más pronunciada en el largo plazo que en el corto plazo. Con la venta de este instrumento en sus primeros años de vida el potencial de rentabilidad es mayor.

La deuda corporativa ofrece además más fuentes de rentabilidad que las acciones, donde los titulares de éstas se benefician únicamente de aumentos en la cotización bursátil o del reparto de dividendos. Por lo general para un accionista existe una única acción bursátil, mientras que a los bonistas se nos ofrecen, por lo general, varios instrumentos con diferentes características. Los inversores tienen la posibilidad de elegir distintos vencimientos, divisas y seniority (implica la prioridad de cobro en caso de liquidación de la compañía). Las oportunidades están al alcance de aquellos inversores que conocen los entresijos de este activo y saben identificar los títulos que aportan buena rentabilidad.

Además, la rentabilidad de un bono es más precisa que en las acciones, ya que tanto el pago de cupones como del principal son conocidos desde el inicio. Esto significa que los inversores conocen los ingresos que tendrán con esta inversión desde la compra hasta el vencimiento del mismo.

La distorsión de los precios de la deuda corporativa no es tan pronunciada como la acontecida en la deuda pública con el programa de compras de los bancos centrales. Cuando las compañías han demostrado de forma recurrente ser capaces de generar flujos de caja positivos que guardan una evolución sensata con respecto a su nivel de endeudamiento, y siempre que su futuro no cambie significativamente, la probabilidad de acometer un impago es baja. Las compañías sólidas son capaces de satisfacer los vencimientos de su deuda por sí mismas, y además son independientes de la evolución de los mercados de capitales o de sus bancos. Y esto también es aplicable a aquellas que carecen de un rating por parte de grandes agencias independientes. De hecho, en este segmento del mercado existen compañías que han sido excesivamente castigadas y cuyo precio, eventualmente, se recupera una vez se desvanecen los riesgos latentes o el negocio se desarrolla mejor de lo esperado. Para encontrar estas compañías es de vital importancia llevar a cabo un análisis exhaustivo de la misma y preguntarse: ¿Es un modelo de negocio estable? ¿Qué decisiones son aplicadas por el equipo directivo? ¿Existen nuevas técnicas en el mercado que amenace el status quo? Este análisis es menester de la misma manera que también lo es cuando se analiza una oportunidad en la renta variable. La calidad del balance es, por tanto, determinante.

En última instancia, en cada inversión rige la ponderación entre las oportunidades de ganancia y el riesgo de pérdida. En el caso de los bonos, uno de los mayores riesgos existe cuando la solvencia de un emisor para satisfacer su deuda con respecto a sus acreedores empeora a lo largo de la vida del bono. Sin embargo, siendo pragmáticos, el mayor riesgo para un inversor es darse cuenta que ha perdido dinero al final de su horizonte de inversión. Las correcciones en el corto plazo son de esperar y tienen una mínima importancia en la formación de un patrimonio a largo plazo.

En el mejor de los casos, la rentabilidad y la posible corrección son congruentes bajo una estrategia de inversión acorde con el momento actual. Es una buena noticia para los inversores conservadores: para aquellos que esperen obtener mayores recompensas que los tipos de interés cuasi nulos o negativos, y que quieren evitar las posibles correcciones de una cartera pura en renta variable.