Pobre de mí

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Consilio

Tribuna de Juan Jesús Gómez Cubillo, managing partner de Consilio.

El pasado domingo terminaban los sanfermines 2019 con el cántico del “Pobre de mí, se acaban las fiestas de San Fermín…”. Y uno se acuerda de los mercados financieros mundiales y qué pasará cuando, en algún momento, se acabe la fiesta de la liquidez infinita provista por los bancos centrales.

Este año en San Fermín, se ha producido un hecho sin precedentes y ha sido un conato de protesta en forma de sentada por parte de los corredores, antes del encierro por la desnaturalización del mismo. Para quien no esté familiarizado con los encierros, en éstos participan aparte de los corredores, los seis toros que se lidiarán por la tarde en la plaza. Pero además, una parada de cabestros que sirven para guiar a la manada de toros ya que, entrenados, conocedores del recorrido y azuzados por los gritos de los pastores son pieza esencial para que el encierro sea ordenado y a ser posible, evitar situaciones de gran peligro como es que un toro se quede suelto o que se vuelva contra los corredores. Pues bien, la parada de cabestros ha sido tan bien instruida que encabezados por los dos más veloces, de nombre Ronaldo y Messi, han conseguido que en los primeros días de este San Fermín 2019, se hayan logrado records de rapidez en el encierro. Pero no es esto de lo que se quejan los corredores, sino de que, la velocidad y el entrenamiento de los cabestros ha provocado encierros en que la manada de toros ha ido permanentemente encapsulada entre los cabestros sin ofrecer posibilidad a los corredores de hacer carreras delante de la cara de los toros que es la esencia de lo que buscan quienes con riesgo de su vida, deciden correr el encierro. Ha bastado que los cabestros Ronaldo y Messi fueran sustituidos para que los siguientes encierros hayan tenido un patrón clásico, más arriesgado para los corredores pero mucho más auténtico para ellos y para los espectadores que a esa temprana hora tenemos el gusto de presenciarlos, aunque sea por televisión.

Estos cabestros, de nombres Messi y Ronaldo también me han recordado a los mercados financieros. En particular me han recordado a la Fed y al BCE que con sus políticas ultra-expansivas han evitado riesgos pero han desnaturalizado el funcionamiento de los mercados de capitales con tipos negativos: dejando a un lado las medidas de tipo extraordinario, las simples rebajas de tipos de interés desde los niveles actuales pueden tener efectos impredecibles. Actualmente, la cantidad de bonos gubernamentales con tipos nominales negativos en los distintos plazos es absolutamente desconocida y ha alcanzado recientemente los USD12,5 billones (trillions) a nivel global. Ello, no sólo provoca una distorsión en el funcionamiento de las empresas del sector financiero (los bancos difícilmente pueden ganar dinero y las aseguradoras difícilmente van a poder cumplir con sus compromisos) sino que obliga a los inversores a invertir en activos de riesgo en la búsqueda de una rentabilidad inexistente en los bonos, independientemente del estado de la economía y de las empresas.

El enfriamiento económico es evidente: se ha constatado la debilidad del consumo interno en EE.UU. en los últimos trimestres que ponía en duda la solidez del crecimiento de la economía y además también la confianza del consumidor se ha resentido (que hasta ahora se mantenía fuerte a pesar de la  pérdida de fuelle del consumo). Además, los beneficios empresariales prácticamente no crecieron en el primer trimestre (+1,5%) y se espera que decrezcan en el segundo (-2%), algo que veremos durante las próximas semanas de presentación de resultados. Así, el crecimiento esperado del PIB americano bajaría al 1,2% para el segundo trimestre desde el 3,1% anterior. Por no hablar del comercio mundial que, independientemente de las tarifas de Trump y sus declaraciones altisonantes, está sufriendo una desaceleración mucho más marcada de lo que fue en 2016, siendo necesario remontarse a la Crisis Financiera para ver niveles aún más deteriorados que los actuales. Es muy probable que una gran parte de este frenazo se deba al menor crecimiento chino que no está consiguiendo revitalizarse a pesar de los estímulos desplegados por el gobierno.

Ante un claro deterioro macroeconómico, y la inevitable respuesta de los Bancos Centrales, los mercados están proporcionando señales contradictorias: la renta variable sigue batiendo máximos, dando por hecho que se conseguirá evitar no ya una crisis, sino cualquier desaceleración (¿habrá muerto otra vez el ciclo económico?¿otra vez, esta vez es diferente?). En el mercado de bonos, en cambio, la drástica reducción de los tipos de interés en todos los plazos, con inversión de las curvas de tipos incluida, apunta a un escenario recesivo. El tiempo dirá cuál de las dos lecturas es la correcta, pero una de ellas (la optimista) conlleva, en nuestra opinión, mucho más riesgo a cambio de una recompensa cada vez más exigua. ¿Qué pasará cuando Messi y Ronaldo dejen de estar ahí desnaturalizando el riesgo del encierro?¿qué pasará cuando los bancos centrales no sean capaces de proporcionar más argumentos a los mercados? Pues algo muy sencillo: que, como en Sanfermín 2019, el riesgo volverá a los encierros y los inversores descubrirán que el riesgo existía y que quizás no estaban preparados para correr un “encierro auténtico” porque aquí, como en los mercados, las cornadas son de verdad.