Planes de empleo en España: mandatar o no mandatar

negocio__firma__contrato__boligrafo__pluma
Wiertz Sébastien, Flickr, Creative Commons

Dentro del negocio institucional en España, los fondos de pensiones de empleo atesoran un volumen de activos que ronda aproximadamente los 40.000 millones de euros. Los 40 más grandes absorben el 80% del patrimonio. No todos presentan la misma estructura. De hecho, en algunos casos son muy diferentes. La más habitual es aquella en la que el fondo de pensiones de empleo contrata a una entidad gestora de fondos de pensiones –un banco habitualmente- para que le lleve la delegación del 100% del patrimonio.

Las grandes gestoras lo hacen todo a través del vehículo fondo. Ninguna cuenta con un proceso creado para poder montar mandatos a excepción de Sabadell (por el plan de pensiones de Nestlé) e Ibercaja (por el de Endesa). Son las únicas entidades que han constituido mandatos para sus fondos de pensiones. El resto lo hacen mayoritariamente a través de fondos.

¿Constituir un mandato o invertir a través de fondos? ¿Qué es mejor?

Según explica David Cienfuegos, responsable del negocio de inversiones en España de Willis Towers Watson, la clave está en el tamaño. “Con un patrimonio inferior a los 10 millones es difícil crear un mandato. Si quisieses hacerlo, la opción que te brindarían sería hacerlo vía fondo. El problema es que el fondo, además de tener su comisión de gestión como el mandato, presenta unos gastos adicionales de auditoría, administración, depositaría… Eso hace que, como inversor último, estés pagando los gastos de esos vehículos. En España esto es lo habitual”.

Para el experto de esta consultora, que acaba de recibir el premio Investment & Pensions Europe por el asesoramiento del Plan de Pensiones de DuPont, que se ha alzado con el primer premio de su categoría, al haber sido considerado el mejor plan de pensiones de empleo de España en 2018, lo interesante para un fondo de pensiones de empleo es buscar la forma de alcanzar un tamaño suficiente como para poder disponer de un mandato específico en el que poder delegar solamente la gestión y pagar los gastos de depositaría y administración de forma única.

“De ese modo no irías añadiendo costes y, además, al haber agregado los activos, dispondrías de la capacidad de negociación, así que en lugar de pagar 60-70 puntos básicos de comisión, podrías pasar a abonar entre 30 y 40”, subraya Cienfuegos.

El problema fundamental que en la consultora están percibiendo cuando analizan los fondos españoles de empleo es el elevado número de productos en los que invierten. Se trata en muchos casos de carteras excesivamente diversificadas a nivel de producto. “Tener en cartera 64 fondos de renta variable lo único que sirve es para crear el índice más caro del mundo. Si tu convicción es que hay gestores que lo hacen mejor que otros y, por lo tanto, no vas a distribuir tus ahorros simplemente entre 15 o 20 gestores a ver si alguno acierta, debes ser muy selectivo. Para invertir en renta variable, incluir más de diez fondos no tiene ningún sentido”.

En renta fija, Cienfuegos considera que el número de gestores tampoco debería ser muy elevado. “Con tener uno para deuda pública y otro para bonos corporativos bastaría”, indica. A su juicio, una cartera de 20-25 gestores para gestionar todo el patrimonio ya estaría suficientemente diversificada. El número de estrategias donde –en su opinión- más estrategias habría que incorporar es en gestión alternativa. “En esta categoría necesitas más diversidad y más número de producto, ya que no es lo mismo hacer private equity, private debt, inmobiliario, infraestructuras…”.

En el momento en el que el cliente agrega sus posiciones y su convicción le lleva a pensar que solo un puñado de gestores realmente pueden aportar valor, ahí es cuando –según Cienfuegos- el mandato cobra sentido. Y ahí es donde se necesita tamaño. “El patrimonio actual de algunos planes de pensiones de empleo supera los 1.000 millones. Dado que se invierte de media un 30% en renta variable, ese porcentaje te da suficiente volumen como para crear varios mandatos en tu propia depositaría, con tus propias condiciones, diciéndole al gestor lo que quieres y no teniendo que ir a todos los gestores de fondos, lo cual no es eficiente”.

Para los fondos más pequeños, al no disponer de tamaño por sí mismos, no es que no puedan hacerlo, pero dependen de que su entidad gestora decida abrir dichos mandatos para varios clientes con cierto tamaño y así agregar suficiente patrimonio para poder hacerlo.

Las desventajas del mandato

Sin embargo, el mandato también presenta algunas desventajas. Para Carlos Fernández, profesor del IEB, la principal es la menor flexibilidad y el mayor compromiso exigido. “La selección de un proveedor a la hora de otorgar un mandato requiere un riguroso proceso de due dilligence de gestión y operacional, la negociación del modelo para que sea suficientemente atractivo para las dos partes, y el desarrollo de un modelo de gobernanza sólido a la hora de gestionar la relación. Aparecen preguntas como, ¿cuándo dejamos de confiar en un gestor al que le hemos confiado un mandato? o, ¿cómo adecuar el mandato a las expectativas del promotor dejando suficiente libertad al gestor en su forma de trabajar?”, señala el experto.

A su juicio, también es relevante evaluar en qué medida los propios clientes finales están preparados para confiar a largo plazo en el mandato y en qué medida es preciso informar y formar a esos clientes de forma realista sobre la importancia de mantener su patrimonio en el fondo y dejar trabajar al gestor más allá de resultados a corto plazo. “El cliente es soberano y siempre tiene más libertad que el promotor a la hora de decidir si el mandato está cumpliendo sus expectativas o no”, destaca.

Según su criterio, el modelo de fondos mandatados es un modelo muy interesante que exige una gran madurez y compromiso por parte de la institución promotora, y una aportación de valor significativa por parte de la gestora que actúa como proveedora del servicio. “Gestionar la comunicación con los clientes finales y establecer unos compromisos realistas sobre la capacidad que el gestor tiene para ofrecer un resultado que justifique la delegación del mandato a largo plazo son retos muy importantes para este modelo”, concluye.