Pequeña guía para entender el impacto sobre la industria financiera de la propuesta ESG de la Comisión Europea

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Ben Pattinson, Unsplash

La Comisión Europea publicó el pasado 8 de marzo un documento – el Plan de Acción para Financiar el Crecimiento Sostenible- que ha pasado más o menos desapercibido, pero cuya implementación tendrá importantes implicaciones para el desarrollo de la industria financiera europea. A finales de mayo, la Comisión aportó asimismo una lista con directrices para articular este plan, que pretende actuar como “una hoja de ruta legislativa, en caminada a la ambición de la Comisión de fomentar el crecimiento económico sostenible”, en palabras de expertos de Candriam.  

La gestora, una de las pioneras en inversión sostenible – lleva aplicando criterios ISR a sus procesos de inversión desde 1996- acaba de publicar un exhaustivo análisis en el que subraya los puntos más importantes de esta iniciativa. También aporta contexto, al recordar que el documento presentado por la Comisión Europea toma como referencia la Agenda 2030 de las Naciones Unidas, sus 17 Objetivos de Desarrollo Sostenible y el Acuerdo de París para luchar contra el cambio climático y limitar el calentamiento global, que fue suscrito por 195 países.

La propuesta ha sido elaborada teniendo en cuenta las sugerencias del GEAN, un grupo formado en 2016 por expertos en finanzas sostenibles con el encargo de elaborar un informe con directrices, que fue presentado en enero de 2018. Este informe identificó dos imperativos urgentes: mejorar la contribución de la financiación a un crecimiento sostenible e inclusivo financiando las necesidades de largo plazo de la sociedad y reforzar la estabilidad financiera incorporando los criterios ambientales, sociales y de gobernanza (ESG, por sus siglas en inglés) en la toma de decisiones de inversión. La transición energética es uno de los grandes ejes del plan de acción, algo que valoran muy positivamente en la entidad: “La transición energética y su contribución a limitar el calentamiento global es para Candriam una preocupación fundamental”.

Diseccionando el Plan de Acción

El Plan presentado por la Comisión presenta tres recomendaciones fundamentales que engloban a su vez 10 acciones encaminadas a sectores específicos del sistema financiero: la creación de un sistema unificado de clasificación a nivel europeo (taxonomía), introducción de criterios de claridad y consistencia para una correcta integración de los factores ESG en el proceso de inversión de los inversores institucionales y el desarrollo de índices de referencia con baja huella de carbono. Parelalmente, la Comisión ha lanzado una consulta para evaluar cuál puede ser el mejor modo de incluir las consideraciones ESG en asesoramiento financiero. .

Desde la firma aseveran que “reorientar el capital privado hacia inversiones más sostenibles requiere un cambio integral del modus operandi del sistema financiero”, por lo que concluyen que, si realmente la UE pretende fomentar un crecimiento económico más sostenible, entonces será necesario “garantizar la estabilidad del sistema financiero y fomentar una economía más transparente y largoplacista”.

“Las finanzas sostenibles son una plataforma que ha restaurado el sentido de la utilidad social en el sector financiero, que ahora se encuentra plenamente preparado para asumir su cometido en la consecución de esa meta”, comenta Naïm Abou-Jaoudé, consejero delegado de Candriam.  

Consecuencias para los inversores

Desde la firma considera que las medidas propuestas por la Comisión van a tener impacto sobre tres grandes áreas, que detallan a continuación.  

Taxonomía propuesta por la UE El Plan de Acción de la UE subraya la importancia y la urgencia de idear una taxonomía unificada que conduzca a una información fiable y comparable en materia de inversión sostenible. Se prevé que el punto de partida sea la mitigación del cambio climático, “pero el propósito se extenderá a la adaptación del cambio climático y otras cuestiones medioambientales y, posteriormente, a la sostenibilidad social”.

Desde Candriam valoran que la articulación efectiva de la taxonomía “posibilitaría el establecimiento de normas, etiquetas, la calibración de los requisitos prudenciales y el uso de índices de referencia bajos en carbono”. Afirman que esta taxonomía “complementará la emisión de información empresarial o la prestación de asesoramiento financiero” y, además, que “la creación de valor será máxima en una transición donde los flujos de capitales puedan reasignarse sin contratiempos”.

Gestión de riesgos El plan aconseja incorporar la sostenibilidad en estudios de mercado y calificaciones crediticias. De esta manera, se clarifican los deberes de sostenibilidad de inversores institucionales y gestores de activos, y se ayuda a establecer los requisitos prudenciales para entidades bancarias y aseguradoras.

Estas medidas tendrán previsiblemente impacto sobre la fijación de los precios de externalidades: “Hoy por hoy, el mercado no valora adecuadamente los riesgos ESG de largo plazo. Es esencial que los gobiernos garanticen que las señales de precios reflejen las externalidades positivas y las negativas no descontadas aún por el mercado o contabilizadas por las empresas”, comenta Isabelle Cabie, responsable de inversiones sostenibles y responsables de Candriam.

Fomento de la transparencia y la visión de largo plazo “Las recomendaciones incluyen la mejora de la contabilidad y la información empresariales, así como la lucha contra una gobernanza empresarial débil y el cortoplacismo indebido del mercado de capitales”, explican desde la firma. También valoran positivamente el reconocimiento por parte de la Comisión de que “las finanzas sostenibles no pueden prosperar si se ven socavadas por el cortoplacismo”.

En este sentido, los expertos de la gestora creen que “el actual uso de los índices de referencia por muchos gestores de activos fomenta sustancialmente el cortoplacismo del mercado”, en el sentido de que consideran que los riesgos y oportunidades de largo plazo vinculados a la sostenibilidad y el cambio climático no se reflejan adecuadamente en las valoraciones ni, por ende, en sus índices de referencia. Adicionalmente, consideran que las estrategias de inversión basadas en índices de referencia tradicionales “tienden a replicar el statu quo y asignar el capital a activos no necesariamente acordes con los objetivos de desarrollo sostenible de largo plazo”.