Pascal Blanqué (Amundi): “El factor p va a ser aún más relevante en el futuro”

Pascal Blanqué
Foto: cedida por Amundi.

No todas las historias tienen el mismo potencial para hacerse virales y tener un impacto en la economía y en los mercados. Las más poderosas presentan un componente emocional y humano, y pueden experimentar una transformación que las haga incluso más contagiosas, como ocurre con la propagación de un virus. Pero, lo que realmente les interesa a los inversores, es que se pueden generar diversas narrativas, a veces incluso conflictivas, a partir de un solo evento y, asimismo, que hay diferentes esferas en las que pueden circular esas historias.

“Hay narrativas públicas que se ven reforzadas por los medios de comunicación y por las redes sociales, y narrativas institucionales, como las formas de leer el desarrollo económico que afecta a las decisiones políticas. Ambas narrativas están interrelacionadas y el enlace común entre ellas es la política”, asegura Pascal Blanqué. Según el director de Inversiones de Amundi, la política no puede ignorar la vida real o la opinión pública. “Tras una crisis, la política siempre es objeto de debate, como ocurrió con la Gran Recesión de 2008, que allanó el camino para un aumento del populismo en todo el mundo”.  

En su opinión, el populismo se construye en torno a historias emocionales e impactantes, y puede verse tanto impulsado como afectado por ellas. “El COVID-19 está poniendo a prueba al populismo, dado que la respuesta que los líderes populistas han dado a la crisis sanitaria ha sido débil y dispersa. No obstante, esto es tan solo una reacción a corto plazo: lo que ocurra en el frente político y la lectura que haga la opinión pública de los eventos durante los próximos seis y 12 meses será clave para las políticas económicas del día después”, asegura.

Pese a que los gobiernos y los bancos centrales han introducido medidas extremas, Blanqué considera que será necesario más para sostener las actuales valoraciones del mercado. “Actualmente, algunos activos de riesgo (especialmente las operaciones muy seguidas por el mercado) han descontando la perfección y no hay margen para que se produzcan decepciones. Asimismo, el riesgo de que se cometan errores en las políticas no puede subestimarse. Cuando se levanten las medidas a corto plazo para luchar contra el desempleo, así como las ayudas a las compañías para paliar el confinamiento, la gente cuestionará quiénes han sido los más damnificados por la crisis y quiénes son los que se han beneficiado de ella”.

Por lo tanto, el experto ve esencial que el dinero disponible se oriente de manera eficiente y que la comunicación sea efectiva, pues apresurarse demasiado a la hora de asegurar el consenso electoral podría derivar en una mala asignación del capital y, a la par, una comunicación poco efectiva podría poner en riesgo la revitalización de los partidos populistas o extremistas. “El resto del año será crucial en el frente político dado que, cuanto más nos movamos hacia la fase final de las elecciones estadounidenses y del debate en torno a la asignación de recursos del Fondo de Recuperación Europeo, mayor será la preminencia de la geopolítica”, afirma.

En lo relativo a la situación de la UE, Blanqué se muestra convencido de que el envío de señales políticas a una población que se está alzando en contra de las élites podría no ser suficiente. “Para los inversores, esto significa que, en el futuro, el factor político (el llamado factor p) va a ser aún más relevante. Los mercados tienden a seguir las lecturas institucionales de los hechos, ya que son uno de los catalizadores principales de las políticas económicas, sobre todo en un mundo de creciente globalización de la información y auge del riesgo político”.

Desde una perspectiva a largo plazo, el director de Inversiones de Amundi cree que la batalla entre las imágenes generadas en diferentes niveles (público e institucional), así como el cambiante paisaje político, podría terminar, eventualmente, con un nuevo régimen financiero. “Así, la oposición entre los años 70 y los años 30 es el conflicto que marcará este nuevo régimen. Como ya ha ocurrido en el pasado, las fuerzas políticas serán la clave para impulsar el nuevo orden. En esta coyuntura, esperamos que las dinámicas de desglobalización se refuercen aún más en el mundo post COVID-19 (con la reintervención de las cadenas de valor y el control de los activos estratégicos por parte del gobierno), en el que los temas sociales y la desigualdad surgirán de forma prominente y el cambio climático se convertirá en uno de los grandes focos”.

De acuerdo con Blanqué, abordar los desafíos posteriores al COVID-19 requerirá una mayor expansión de la deuda con el fin de financiar todas las inversiones necesarias para impulsar un cambio que beneficie a la sociedad de forma generalizada. “Esto implicará un regreso de la inflación y que los tipos reales permanezcan bajos con el fin de permitir el pago de la deuda. A día de hoy, el tema de la inflación está completamente fuera del radar de los participantes de mercado. El mercado no está descontando en absoluto una reactivación de las expectativas de inflación. La atención a las dinámicas de los precios de los alimentos y al salario mínimo ya había aumentado durante los últimos años, y podría convertirse en el centro de atención debido a las disrupciones en la cadena de valor vinculadas a la pandemia”, concluye.