“Parte del brillo de la historia inicial de India se ha disipado”

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Stuck in Customs, Flickr, Creative Commons

El próximo 26 de mayo se cumplirá un año desde que Narendra Modi fuese elegido como primer ministro de la India. Tras su elección, las esperanzas puestas en su gobierno y las promesas de hacer todo lo necesario para poner orden en el país han puesto tanto la renta fija como variable de este país en el ojo de todo inversor. Doce meses más tarde, parte del brillo de la historia inicial se ha disipado: el S&P BSE Sensex Index, que mide la evolución de las 30 mayores compañías del país, retrocedió un 7% el mes pasado tras una subida de más del 17% (en moneda local) desde las elecciones. “Parece que algunos inversores extranjeros, otrora firmes convencidos del país y su evolución, están deshaciendo posiciones”, aseguran desde Aberdeen.

Según explican desde la gestora, las  noticias en torno al Impuesto Mínimo Alternativo (Minimum Alternative Tax) han jugado un papel importante en la pérdida de atractivo experimentada por el mercado indio. Los inversores internacionales, exentos de este impuesto, recibieron notificaciones sobre la imposición del mismo con efecto retroactivo desde 2009,  ascendiendo el importe reclamado a 6.000 millones de dólares. “De repente, parece que Modi no es tan pro mercado”. Sin lugar a dudas, esta decisión no es algo que se pueda calificar como positivo. “Si bien es cierto que India ha de llevar a cabo progresos para aumentar la base de cotización de impuestos, la finalidad de este impuesto, que entró en vigor en los años 90, era captar recursos de negocios locales. Un entorno amigable a los negocios requiere de un entorno regulatorio justo y predecible”. Pero esta no es la única razón.

“Los movimientos especulativos habían impulsado las valoraciones a niveles difícilmente justificables sin una mejora sustancial de los beneficios corporativos. Por muy comprometido que esté el primer ministro en barrer todos aquellos obstáculos que frenan el crecimiento económico, los mercados han descontado con excesiva rapidez las reformas que han de llevarse a cabo, tales como un impuesto sobre el consumo nacional o la legislación sobre la propiedad de la tierra para así poder desarrollar las infraestructuras, entre otras. Hay que ser justos: nadie dijo que iba a ser fácil en India, tratándose de un país con una población de más de 1.200 millones de habitantes, 15 lenguas oficiales y en democracia; no es fácil llevar a cabo las reformas necesarias”.  A todo esto hay que añadir que el BJP (Bharatiya Janata Party) perdió las elecciones de febrero en Delhi y no tiene el control total del parlamento, lo que podría dificultar la aprobación de las reformas.

Analizando el equilibrio de la balanza, desde Aberdeen creen que todavía quedan más argumentos a favor de India que en contra. Citan, por ejemplo, que tanto el primer ministro de Economía, Arun Jaitley, como el gobernador del banco central, Raghuram Rajan, están aplicando políticas económicas que sitúan a su economía en mucha mejor posición que hace tan sólo dos años. También que se han eliminado la mayor parte de subsidios a la energía, que la inflación se sitúa en niveles cada vez más normales, que la rupia está dando síntomas de fortaleza con respecto al dólar y que, poco a poco, la economía de este país está superando en ritmo de crecimiento a la de su vecina China.

“Pero por encima de todo, y mucho antes de que todo el mundo se mostrase tan optimista con la entrada del nuevo gobierno, está la calidad de sus compañías, porque muchas de ellas se encuentran entre las mejores bazas que ofrece la economía asiática en su conjunto. Por lo general las empresas del país trabajan en favor de sus inversores, algo de lo que no todas las empresas de la región pueden presumir”, aseguran desde la firma escocesa.

Como conclusión, es cierto que puede que el gobierno de India no haya conseguido en un año el marco perfecto y el ritmo de las reformas haya sido menor del esperado por muchos y que, como dicen algunos escépticos, el precio de la energía haya sido el gran impulsor del país. Pero nadie dijo que iba  a ser un camino sin baches, y siendo justos, el viaje no ha hecho más que comenzar. Cualquiera que se haya visto en medio de un atasco en las calles de Mumbai sabrá que llegar al destino puede llevar tiempo.