Parole, Parole, Parole…

Nuevo post del blog de María Folqué y Montserrat Formoso de Funds People.

Aquí estamos de nuevo, hemos andado de acá para allá, con nuestro público europeo, que también nos reclama, aunque a ustedes los queremos más. Pero hemos vuelto, a tiempo para imaginar como fue la declaración de Mario Draghi a su señora esposa. A tenor de cómo se las gasta Don Mario, le debió decir algo así como “Cara, te prometo que haré todo lo posible para que no te quedes soltera”. Y ala, ella y todos tan contentos.

Pero antes de entrar en terrenos monetarios, debemos recordarles que además de nosotras, alguien más ha vuelto, en este caso todos, es decir, Hacienda. Y en época de declaraciones de renta es inevitable traer a colación el tema de la honestidad. Resulta que el profesor de la Universidad de Chicago y Premio Nobel Gary Becker llegaba un día tarde a una reunión y no tuvo más remedio que dejar el coche mal aparcado (parece ser que no había agentes de movilidad motorizados en las cercanías del suceso). Corriendo hacia la reunión, el Profesor Becker se puso a reflexionar sobre la trampa que acababa de hacer y llegó a la conclusión de que decidimos ser honestos o no en función de un simple análisis coste-beneficio. A saber, consideramos el beneficio obtenido frente a la probabilidad de que nos pillen y el posible castigo y obramos en consecuencia. El homo economicus racional y calculador en acción, sin apasionamientos ni nada.

Pero para el ala de los economistas del comportamiento (behavioral economics) la cosa no es tan sólo el resultado de un mero saldo tras un cálculo. En su opinión, todos podemos ser deshonestos, pero no porque andemos computando, sino porque todos nos movemos dentro de algo que han denominado como “moral fudge”. A saber, un cierto umbral en el que podemos ser deshonestos pero aún así conservar una imagen positiva de nosotros. Para unos el moral fudge es lo que les permite descargarse contenidos de la web sin pagar, y a otros, ser tesoreros de partidos políticos o especular con el precio de los alimentos sin tener problemas a la hora del mirarse al espejo. Vamos, que la honestidad o no, es una cuestión de hasta dónde esté usted dispuesto a racionalizar su conducta, de la historia que se cuente, un asunto de creatividad. Según estudios de la Universidad de Duke, para reducir ese umbral del moral fudge, lo que mejor funciona es recordarle a la gente su propia moralidad y su sentido del honor. No una charla, tan sólo un mero recordatorio hace maravillas. Si es usted más del homo economicus, recuerde, también es una persona con honor. Cristóbal, hemos hecho lo que hemos podido.

¿Podrán los señores del BCE decir lo mismo? El tiempo dirá. Después de casi dos años de la gran performance de Draghi, pues ha vuelto a la carga. A estas alturas seguro que ustedes estarán más informados que nosotras sobre lo que se dijo y no dijo en esa rueda de prensa, porque ríos de tinta han corrido para explicar el antes y después. Y mientras, la renta variable se abandonaba al verde y los Tesoros periféricos aplaudían a quien les ha hecho la vida más fácil en los últimos tiempos. Nosotras, que somos muy fans de Draghi, destacamos esa capacidad dialéctica con tintes de coaching del tipo “consigue lo que te propongas con solo decirlo”, y cuya efectividad nos recuerda a alguna escena de Don Vito.

Vamos al grano. Unanimidad en el Consejo de Gobierno del BCE para implementar medidas de política monetaria no convencional si la inflación se mantiene en niveles reducidos por un periodo prolongado de tiempo. Era lo esperable, sobre todo después de que Weidman, Presidente del Bundesbank y hasta ahora personificación del ala dura del BCE, manifestara que “el QE no estaba fuera de cuestión”. Según recogía esta semana el FT, Weidman preferiría la compra de corporativos a la de deuda pública, pero respaldaría la segunda si se ajustaba a la legislación que prohíbe a la autoridad monetaria financiar los gobiernos. Algunos analistas han señalado la ambigüedad de su posición, pero tratándose de Weidman la ambigüedad en materia de estímulos es un avance. Podría ser un plan orquestado para seguir normalizando los mercados sin gastarse un duro, contribuyendo así a la depreciación del euro, ahora que Draghi ha reconocido la importancia de la estabilidad de precios a medio plazo.

Pero de momento nos quedamos más tranquilos sabiendo que están preparados para actuar cuando sea necesario (¿verdad?), aunque no falten las voces críticas que dudan de la capacidad de hacerlo. Las situaciones que podrían llevar a actuar al BCE serían: varios meses con la inflación por debajo de lo esperado, caída de las expectativas de inflación o un parón en la dinámica de recuperación económica de la Zona Euro. De momento Draghi reconoció que una situación de estancamiento prolongado con baja inflación no sólo era su principal preocupación, sino que creía que ya estaba sucediendo.

Terminamos en Washington, donde esta semana volvía a tocar conferencia de Janet Yellen, quien parece a veces parece estar jugando al despiste con los mercados. Ahora soy halcón, ahora soy paloma. Lanzó un discurso dovish en el que reafirmaba el compromiso de la Fed para “hacer lo que sea necesario para ayudar a nuestra nación a recuperarse de la Gran Recesión”, y habló además de personas concretas en situación de desempleo, garantizando que no pararían (traducción libre) hasta que gente como ellos tengan buenos empleos. Palabras con las que trataba de humanizar los grandes números de desempleo, pero con las que llegó la polémica en tanto que algunos casos citados tenían antecedentes penales y problemas de drogas. Los académicos no tardaron en sacar a la luz estudios que demuestran las dificultades de las personas en esas situaciones para encontrar un trabajo. La política monetaria no lo puede todo, y de ahí las últimas declaraciones de Lagarde animando a los banqueros centrales a seguir con los estímulos y a los gobiernos a aplicar reformas estructurales para aumentar la competitividad.

En definitiva, mucha retórica pero seguimos igual.

Hipotética reunión del BCE con los Tesoros periféricos. Más o menos.