Outlook 2014: De la dualidad a la normalización

A menos de un mes que termine el 2013 el patrón en el desempeño anual de los mercados accionarios es claro. Las bolsas de países desarrollados registran rentabilidades de dos dígitos entre 20% y 25% y las de los emergentes retornos negativos o marginalmente positivos (Asia de 1%, EMEA de - 5% y América Latina de -13%, aproximadamente). Termina un año que - en cuanto a mercados se refiere - el concepto de dualidad contenido en el diccionario de la Real Academia de la Lengua Española refleja ejemplarmente: la existencia de dos fenómenos distintos en un estado de las cosas. Una significativa divergencia en las tendencias de los precios de activos en un escenario económico global más benigno que hace 2, 3 y 5 años atrás.

Las razones a grandes rasgos se pueden globalizar en dos; i) la gran crisis 2008 - 2009 y sus consecuencias y ii) la desaceleración de la economía china y el resto de las emergentes. Los sucesos y efectos se han tratado y analizado ampliamente, junto a los fuertes tintes políticos, sociales y geopolíticos, endógenos o anexos. Fenómenos económicos, políticos y sociales inéditos históricamente que se entremezclan y que están produciendo perspectivas y proyecciones muy variadas de cara al 2014.

Los países desarrollados vienen dando sorpresas positivas hace más de un año atrás y -en resumen- las probabilidades apuntan a que Estados Unidos tienda hacia un crecimiento de 3%, que se consolide la salida de la recesión de los países europeos (con un aumen to del PIB entre 1% y 2%) y que Japón muestre mayor dinamismo que en las últimas décadas productos de los Abenomics.

Las economías emergentes se desacelerarían respecto de las tasas registradas en los últimos años, a pesar de lo cual seguirían creciendo más que las desarrolladas. China y Asia liderarían nuevamente el crecimiento global, con el PIB del gigante asiático estabilizándose en torno a un aumento de 7% anual.

No se ven grandes riesgos al crecimiento global para el 2014, las sorpresas podrían venir de Medio Oriente. La inflación, al menos en el corto plazo (3 a 6 meses) no es un riesgo significativo. En este ambiente, tampoco se vislumbran tendencias marcadas en los precios de las materias primas, quizás movimientos erráticos, pero no significativas correcciones ni saltos violentos (salvo causas exógenas o shocks de oferta).

El tapering o retiro de estímulos monetarios no convencionales seguiría moviendo a los mercados. Las tasas de interés en Estados Unidos tenderían al alza, aunque en forma lenta. El tapering comenzará cuando los datos económicos lo ameriten y sería gradual y sin aumentos traumáticos de las tasas. Cuándo comenzará dependerá también si Estados Unidos y Europa toman o no medidas de política fiscal más expansiva, sin lo cual la política monetaria va a tener que continuar, asimismo, muy expansiva. La “correcta” implementación del tapering es clave y difícil calmar el nerviosismo, frente a este “experimento monetario” iniciado en 2008, que salvó al mundo de una segunda Gran Depresión, pero que aún es incierto si su efecto en la economía real es sostenible en el largo plazo y las consecuencias de su retiro.

Las inversiones
Un entorno de recuperación de las economías desarrolladas se presta para que los flujos financieros sigan favoreciendo a sus mercados, al menos en los primeros meses del 2014. La ausencia de inflación en las economías emergentes da espacio a las autoridades económicas tomar medidas de política monetaria y fiscal expansivas contra - cíclicas que permitirían enfrentar si n traumas la desaceleración. Por ello, a pesar del freno en el ciclo de alzas de los precios de las materias primas, la demanda interna se mantendría dinámica y como un cada vez más importante pilar del crecimiento económico.

Los mercados incorporan lo estimado y proyectado antes que suceda. Cuánto de lo mencionado está incorporado en los precios es difícil calcular; sin embargo, las valorizaciones lucen razonables, tanto en mercados desarrollados como emergentes. De ahí que las variaciones en los precios accionarios en el 2014 se basaría más en el crecimiento de utilidades corporativas que en la expansión de los múltiplos (precio/utilidad, precio/valor libro, etc.).

Aunque los mercados desarrollados seguirían atrayendo flujos en el corto plazo y ello se reflejaría en el desempeño de sus mercados accionarios, es imprescindible destacar que existen señales en cuanto a la brecha que se abrió entre el desempeño de las acciones de países desarrollados y de países emergentes. Luce excesiva dados los fundamentos relativos, la desaceleración de las utilidades corporativas en las economías emergentes habría tocado piso y los márgenes comenzarían a recuperarse y, por último, la dinámica en las fusiones y adquisiciones de empresas es elocuente. Ello podría estar marca do el fin de esta enorme divergencia.

En contraste, las compañías y los consumidores dentro de sus propios países (en el caso de los desarrollados) se mantienen desconfiados. El crédito ha vuelto a estar disponible, pero la desconfianza no se ha ido del todo.

La volatilidad seguirá presente, principalmente derivada del tapering. Las perspectivas lucen benignas para las acciones en 2014, las que, dado el escenario actual, sería razonable registren – tanto en mercados desarrollados como emergentes - retornos positivos. La renta fija – sobretodo aquella vulnerable a las tasas base – podría sufrir condiciones de liquidez menos expansivas. Existe valor selectivamente en bonos corporativos high yield y deuda emergente.

El dólar tiene razones para mantenerse fuerte, dada la recuperación, el euro podría mantener solidez en el corto plazo, sobretodo y es una preocupación de las autoridades económicas niponas mantener un yen competitivo. Las monedas emergentes vienen depreciándose como parte de esta situación que ha aquejado a los mercados emergentes, además, en ciertos casos por razones internas. La estabilización en los precios de las materias primas y el aumento de tasas en desarrollados (Estados Unidos) versus bajas en los emergentes representan vientos en contra de las monedas de éstos últimos; sin embargo, los fundamentos sólidos de los países debieran dar cierto soporte a sus monedas.