Optima Financial Planners explica los errores de los inversores españoles y sus posibles soluciones

Hernan_Pin_CC_83era_Euros
Hernan Piñera, Flickr, Creative Commons
El mundo de las inversiones y los mercados es complejo, imprevisible y peligroso, incluso para los expertos. Lo más conveniente es conocer primero los mercados y su comportamiento, luego definir los objetivos y finalmente establecer un plan con el asesoramiento de expertos de confianza.
 
Desde Optima Financial Planners subrayan algunos de los errores más comunes que cometen los españoles en sus inversiones, e indican las claves para que estas inversiones cumplan sus expectativas con mayor seguridad.
 
El típico inversor en España: mucho depósito y pocas nueces
 
- El 42,3% del ahorro financiero de los españoles se encuentra en depósitos. Teniendo en cuenta que la rentabilidad media está en torno al 0,5%, no parece el mejor modo de generar ahorro.
- El comportamiento es más coherente respecto a la deuda pública. Con unas rentabilidades tan poco atractivas como las de los depósitos, en este caso solo el 1,2% de la deuda en circulación se encuentra en manos de inversores particulares.
 
Todo lo contrario sucede en la renta variable:
 
-  Los particulares tienen invertidos alrededor de 170.226 millones de euros en acciones españolas y esta cifra se ha incrementado un 83% desde 2011.
- Las familias son propietarias del 26% de las acciones cotizadas, el porcentaje más elevado de los últimos 12 años y el doble que el conjunto de la Unión Europa. Para BME, este aumento se debe a las revalorizaciones bursátiles y a las nuevas adquisiciones de acciones realizadas por los hogares españoles.
 
¿Qué conclusiones se sacan de estos datos?
 
- En España se acostumbra  a invertir en acciones del Ibex, ya que es lo que conocemos y nos resulta más sencillo. Estas acciones suelen tener un alto peso de pago de dividendos. La estrategia más seguida en España es la que surge de la idea generalizada de que la bolsa sube a largo plazo y mientras tanto se van cobrando los dividendos.
 
Sin embargo, esto no es necesariamente cierto:
 
- La bolsa no sube a largo plazo. Si se observa, por ejemplo, el índice Nikkei japonés, se ve que después de 25 años la bolsa acumula una caída del 50%. En el caso español, una inversión en el Ibex del año 2000 acumularía cuantiosas pérdidas 16 años después. Por otra parte, la evolución del índice está desvirtuada, pues a lo largo de los años las empresas con dificultades acaban siendo sustituidas siempre por empresas en mejor situación, evitando que el Ibex registre las pérdidas reales que han sufrido las empresas que formaban parte inicialmente del índice.
- Se tiene esta percepción porque las acciones que forman parte del índice varían continuamente intentando componerse con las empresas en mejor estado. Lo mismo sucede en otros índices como el S&P500, Dax, etc…
 
-Los dividendos no son tan rentables: la mejor forma de verlo es un ejemplo. Cuando una acción paga un dividendo, este se descuenta del precio de la misma, es decir, si se acumulaba una plusvalía de un 10% y se abona dividendo, la revalorización no será ya del 10%, hay que restarle lo percibido. Hay que considerar que ese dividendo tributa anualmente entre un 19-23%, minorando la rentabilidad obtenida año tras año.
Objetivamente parece que no es rentable apostar por las acciones y el Ibex, salvo pequeñas excepciones (Inditex, REE, Enagás…). Este hecho es debido a que la volatilidad del Ibex está en torno al 22%, lo cual significa que se encontrarán muchas curvas a lo largo de los años, grandes subidas, pero también grandes caídas (superiores al 50% en muchos casos).  
 
Y los fondos de inversión, ¿realmente aportan valor?
 
Lo cierto es que el resultado no varía en exceso; incluso en un alto porcentaje sería peor solución.
- Solo un 17%  de los fondos con mejor recorrido de los últimos diez años invirtiendo en bolsa española consigue superar la rentabilidad obtenida por el índice español incluyendo dividendos. Es decir, solo el 17% de los mejores fondos han conseguido superar una gestión totalmente pasiva, y aportar valor al inversor. Si se analizase la totalidad de fondos disponibles, la estadística sería infinitamente peor.
- Otro error habitual de los inversores españoles es la estrategia de no asumir sus pérdidas en una inversión fallida, e intentar recuperarlas de la misma forma en que se ha perdido; es decir, mantener la inversión hasta que se recupere con el tiempo. Como se ha explicado anteriormente, la bolsa no siempre sube a largo plazo, y con esta estrategia corremos el riesgo de acabar perdiendo mucho más que inicialmente.
 
Poca diversificación, mucho riesgo y ninguna planificación
 
- Analizando el nivel de exposición al riesgo del inversor particular español, vemos que la mayoría de sus inversiones se encuentra en depósitos bancarios, bolsa o fondos de inversión. Su riesgo se concentra en un 95%, como mínimo, en España.
- Es fundamental una diversificación geográfica además de por tipos de activos. En caso de que suceda un default como ha ocurrido en Grecia, los activos tienen caídas del 40-50% e incluso superiores. Esta conclusión no deriva únicamente de la situación macroeconómica española (alta tasa de paro, bajos salarios, precariedad elevada…) sino también de que somos el país que más defaults o restructuraciones ha tenido a lo largo de la historia.
Por eso, a la hora de reducir el riesgo, es fundamental una adecuada planificación del patrimonio, algo que la inmensa mayoría de los inversores particulares no tienen en cuenta.
 
El error más frecuente del inversor particular en España
 
- La falta de metodología, el dejarse guiar por la opinión generalizada, por la masa, acaba desembocando en grandes pérdidas para los inversores. El inversor particular, según han comprobado los expertos de Optima, acaba comprando acciones por lo que le comentan familiares, amigos o compañeros de trabajo y por lo que lee en la prensa o en blogs especializados. 
-  En los mercados funcionamos igual que en la vida real, por instintos, y este comportamiento irracional provoca miedo —pánico—, derivando en decisiones erróneas en momentos equivocados. El crecimiento desmedido del crédito y una mentalidad poco racional fueron el denominador común del crack del 29, la crisis de las puntocom en el año 2000 o la burbuja inmobiliaria provocada por las suprime en 2008.
- El inversor particular siempre es el último en asomarse al mercado (tras los insiders, los bancos y los inversores profesionales). En esta última fase, además, el comportamiento de las acciones es mucho más irracional, subidas muy verticales y caídas posteriores igual de verticales, cuando en las fases anteriores el comportamiento es mucho más coherente y, por tanto, predecible.
 
¿Y cuál es entonces la solución para rentabilizar el patrimonio?
Aunque las conclusiones de lo anteriormente expuesto no son muy optimistas, existen fórmulas para que el patrimonio del inversor evolucione de la forma más sostenida y con menor volatilidad posible, obteniendo adecuadas rentabilidades tanto en el mercado mobiliario como en el inmobiliario (visto como un activo financiero, no como vivienda).
 
Una adecuada planificación financiera y una estructura patrimonial realmente diversificada lograrán que nuestra organización patrimonial compense las pérdidas en momentos complicados, asumiendo así una volatilidad mucho menor.
 
Los expertos de Optima Financial Planners abogan por soluciones diametralmente opuestas a las adoptadas estos últimos años: una planificación financiera que dé una visión de árbol y no de rama; una visión global de todos los aspectos que pueden resultar un riesgo para nuestro patrimonio, de cómo los actos que realizamos en una parte pueden afectar a otra; y teniendo en consideración esta visión general, un plan que se adapte realmente a lo que necesita cada persona y que no opte por soluciones estandarizadas, de forma contraria a lo ocurrido estos últimos años con la excesiva bancarización de las inversiones de los españoles.