Objetivo: flexibilidad de verdad y rentabilidad-riesgo respecto a un sólo activo

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Tribuna de Álvaro Martínez, gestor y socio fundador de Cartesio Inversiones.

La esencia de un “fondo mixto flexible” está más en mezclar distintos activos en distintas proporciones a lo largo del tiempo para conseguir un resultado superior en rentabilidad, o al menos rentabilidad-riesgo, que concentrar la inversión en un sólo activo. Es imperativo que el fondo sea lo más flexible posible en cuanto al porcentaje que puede tener en un determinado tipo de activo (típicamente renta variable y renta fija). Si el fondo no es lo suficientemente flexible, es decir, si el gestor opera dentro de una banda estrecha de exposición a distintos activos, estaríamos, en realidad, ante un fondo mixto a secas. Un buen fondo mixto flexible debe acertar tanto en la selección del activo como en la selección de valores o, como mínimo, no equivocarse en ambos procesos al mismo tiempo.

Un fondo mixto flexible debe compararse en rentabilidad-riesgo respecto a un sólo activo, mientras que un fondo mixto se debe comparar respecto a una cesta de índices de acuerdo con los porcentajes de inversión en los distintos activos reflejados en el folleto. Desde el punto de vista comercial o del cliente final, el interés de un fondo mixto flexible se explica por dos motivos. Por un lado, los tipos de interés “cero” empujan al cliente a buscar algo de rentabilidad, pero con un riesgo menor que el asociado con la renta variable. Desde el punto de vista del banco/asesor financiero, un buen fondo mixto flexible le permite ofrecer al cliente una rentabilidad razonable y trasladar al gestor del fondo la no siempre fácil tarea de elegir la mejor distribución de activos en cada momento.

Puede haber una razón algo más “oscura” para el éxito de los fondos mixtos y mixtos flexibles. La comparativa de estos fondos respecto a los índices de referencia es mucho más compleja y diversa que en fondos puros de renta variable o renta fija. Los fondos puros han demostrado, en general, ser incapaces de hacerlo mejor que el índice de referencia de forma consistente. El fenómeno de la gestión pasiva y los ETFs son la respuesta lógica del mercado a este fenómeno. La complejidad y diversidad de las comparativas en los fondos mixtos y mixtos flexibles puede disimular una gestión insatisfactoria de cara al asesor profesional, mientras, de cara al cliente final, éste puede sentirse satisfecho con una rentabilidad positiva en la medida que la alternativa es un rendimiento cero o negativo en un producto monetario. De alguna forma, tanto para la industria de la gestión como para los bancos/asesores financieros, los fondos mixtos y los mixtos/flexibles son una forma de ralentizar el movimiento hacia la gestión pasiva y ofrecer una solución a las necesidades del cliente.

En la era de los tipos cero, es decir, en el último lustro, aproximadamente, tanto la renta fija como la renta variable han obtenido buenas rentabilidades y con volatilidades a la baja que han llegado a mínimos históricos. Está por ver la capacidad de los gestores y la reacción de los clientes cuando el entorno sea menos propicio y los fondos mixtos flexibles arrojen pérdidas.  Es probable que algunos clientes se den cuenta que salirse del “tipo cero” tiene mayores riesgos de lo que pensaban. También entonces, veremos hasta qué punto la flexibilidad del producto ha ayudado a proteger el capital en un entorno hostil. Por último, si se producen esas pérdidas, cuánto tardan en recuperarlas.

En Cartesio defendemos unos mixtos flexibles con gran flexibilidad en la distribución por activos, que se comparen en rentabilidad-riesgo con un activo y que realmente adopten decisiones claras y contundentes tanto en la distribución de activos como en la selección de valores. ¿Nuestro principal activo a principios del 2018? La liquidez a tipo ligeramente negativo de la cual huyen clientes y gestores.