No, Washington no tiene la culpa de la volatilidad

Koesterich
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TRIBUNA de Russ Koesterich, gestor del equipo de Global Allocation en BlackRock. Comentario patrocinado por BlackRock.

Después de más de un año de ganancias regulares y estáticas, la volatilidad está de vuelta. Desde principios de febrero, la volatilidad de la renta variable, medida por el índice VIX, ha registrado una media cercana a 21. Aunque todavía se encuentra ligeramente por encima de su media a largo plazo, el nuevo paradigma presenta diferencias considerables con respecto a 2017, cuando el VIX arrojaba una media que apenas llegaba a 11.

Para los inversores, esto genera tres preguntas: ¿por qué ahora?, ¿continuará? y ¿qué hacer al respecto? Empezando por la primera pregunta, la respuesta más habitual es culpar a Washington, principalmente en lo que respecta a los temores sobre el comercio y la posibilidad de que se endurezca la normativa que afecta a las grandes compañías tecnológicas. Nuestro punto de vista es que la incertidumbre política es una de las causas, pero no el factor decisivo.

Como ya hemos comentado en anteriores ocasiones, la relación entre la incertidumbre política y los mercados es débil. Además, no está claro que la política sea realmente tan incierta a día de hoy. Aunque hay preocupaciones potencialmente serias en torno a la política comercial de Estados Unidos, por primera vez en años hay claridad en el ámbito del impuesto de sociedades.

En lugar de obsesionarse con Washington, los inversores deberían enfocarse en tres factores más cuantificables:

1. La renta fija high yield registra caídas.

Los diferenciales de renta fija high yield tocaron fondo a finales de enero, coincidiendo con los máximos en la renta variable. Desde entonces, los diferenciales de renta fija high yield han aumentado aproximadamente en 40 puntos básicos (un 0,40%), la evolución más pronunciada desde el último agosto. Como hemos comentado en otras ocasiones, los diferenciales de los bonos high yield son uno de los mejores indicadores de la volatilidad en la renta variable. Cuando los diferenciales son mayores, la volatilidad tiende a aumentar.

2. Otros indicadores financieros también se han ajustado.

Los diferenciales a corto plazo también han aumentado, el diferencial US Libor OIS, un parámetro sobre las condiciones de crédito a corto plazo, se ha duplicado con creces estos últimos meses. Además de los diferenciales, el dólar ha dejado de caer y los tipos de interés a largo plazo han crecido 50 puntos básicos en menos de dos meses. En resumen: se están endureciendo las condiciones financieras.

3. La situación económica es robusta pero no tanto como algunos esperaban.

Los indicadores económicos han dejado de superar las expectativas. La semana pasada, el índice Citi Economic Surprise Index for Major Economies entró en terreno negativo por primera vez desde el último otoño. Aunque el crecimiento mundial es sólido, ha dejado de sorprender positivamente.

Teniendo en cuenta la determinación de la Reserva Federal, así como la del Banco Central Europeo, de continuar con la normalización de las condiciones monetarias, no esperamos una flexibilización de las condiciones financieras a corto plazo. Aunque el crecimiento sigue siendo sólido, se trata de un fenómeno que ya está reflejado tanto en el mercado como en las expectativas. Por ejemplo, las estimaciones del PIB para 2018 han crecido un 0,5% desde octubre.

Todo esto sugiere una mayor volatilidad, especialmente si lo comparamos con el año pasado. Si asumimos que esto será así, los inversores tal vez deberían plantearse disminuir moderadamente su exposición a la renta variable y otorgar un mayor peso a las empresas de calidad, por ejemplo, aquellas con una mayor rentabilidad sobre los recursos propios, con unos beneficios estables y unos niveles bajos de apalancamiento. Aunque el mercado alcista no se haya acabado todavía, es poco probable que siga mejorando.

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