“No se trata de apostar por compañías baratas, sino de hacerlo por empresas de calidad”

Encontrar empresas de alta calidad a precios atractivos. Eso es a lo que se dedica Matthew Siddle, gestor del Fidelity European Larger Companies, fondo cuyo principal objetivo es conseguir rentabilidades a largo plazo a través de la inversión en compañías europeas de gran capitalización con fuerte exposición a los mercados internacionales. "Los beneficios de las empresas europeas están creciendo más rápidamente que el PIB gracias a la fortaleza de su negocio y su importante exposición a la economía global", asegura el gestor.

 

En una entrevista concedida a Funds People, Siddle reconoce haber impreso al fondo en este escaso año y medio que lleva al frente del mismo un estilo de gestión que da como resultado un producto diseñado para comportarse mejor en momentos de corrección de la bolsa y capaz de recoger buena parte de los tramos alcistas. “Todo ello gracias a un minucioso proceso de selección de valores basado en la identificación de aquellas compañías que, cotizando a precios atractivos, presenten una alta generación de caja, cuenten con ventajas frente a sus competidores y ofrezcan una suculenta rentabilidad por dividendo”, señala.

 

Si bien Siddle reconoce que el pay-out no resulta un criterio fundamental en el que basar sus decisiones, el gestor afirma que la clave está en apostar por empresas cuyos resultados muestren un constante crecimiento de los beneficios y que, por lo tanto, tengan el músculo suficiente como para seguir incrementando la retribución que pagan a sus accionistas. Para ello, Siddle lleva a cabo un disciplinado proceso de selección de valores que, con el apoyo del equipo de análisis de Fidelity Worldwide Investment, le permite discernir entre las 1.000 compañías que forman su universo de inversión.

 

“En esencia, la estrategia pasa por crear una cesta de entre 60 y 90 empresas europeas que coticen a precios atractivos y que cuenten con un modelo de negocio sólido a la vez que global”, asegura. Aunque el grueso del fondo está invertido en compañías que responden a este prototipo, Siddle deja espacio para otra clase de acciones que sean vistas por el gestor como oportunidades tácticas en las que la valoración y el negocio de la compañía juegan un papel menos relevante.

 

De este modo, en la cartera también incluye empresas que, aún a pesar de estar caras, presentan un modelo de negocio que despierta su interés por su fuerte crecimiento, así como por compañías que, pese a tener unas perspectivas menos favorables, cotizan muy baratas. En todos los casos, siempre con el objetivo de que estos valores sean capaces de generar jugosas rentabilidades a largo plazo. “A medida que éstas se vayan consiguiendo, el peso de la empresa en la cartera se va reduciendo”, indica el gestor. Los números, por ahora, parecen avalar esta estrategia.

 

Desde que en octubre de 2010 se hiciese cargo del fondo, el Fidelity European Larger Companies ha logrado ofrecer una rentabilidad del orden del 17%, frente a la subida del 7% que registra un índice de referencia como el MSCI Europe, que el gestor reconoce no seguir a la hora de componer la cartera. “Este estilo de gestión funciona y ha demostrado ofrecer unos resultados superiores al mercado”, señala.

 

De hecho, Siddle considera que este modelo le diferencia claramente de la competencia. “La mayoría de los gestores invierten únicamente en compañías baratas, sin preocuparse por buscar valores de alta calidad. Cuando hablamos de calidad, lo hacemos de una inversión a largo plazo en la que una rotación excesiva de la cartera resulta contraproducente”, asegura.

 

Royal Dutch Shell, Sanofi, Reed Elsevier, Danone y BG Group son las principales posiciones de un fondo en el que también están dos empresas españolas, Amadeus e Inditex. El mayor o menor peso de un valor en la cartera o incluso su incorporación a la misma depende, en algunas ocasiones, del momentum. “La volatilidad puede ofrecernos oportunidades de inversión muy interesantes”, asegura. Pone como ejemplo el caso de Swatch, compañía cuya cotización cayó abruptamente para luego recuperarse rápidamente ante el temor al impacto que pudiera provocar en sus cuentas sus competidores chinos.

 

“Aunque en términos generales el mercado de renta variable europeo no está tan barato como hace seis meses, comparado con hace treinta años sí lo está”, señala el gestor de Fidelity. Para saber dónde encontrar las mejores oportunidades, el gestor complementa el análisis que hace de cada compañía con entrevistas con sus equipos directivos. “Estas reuniones tienen que ser muy bien preparadas previamente por parte del gestor y deben servir para resolver las dudas concretas que existan sobre el negocio de la compañía”.

 

Y es que, a su juicio, “no se trata de asistir pasivamente a una mera presentación, sino en conocer exhaustivamente el proceso completo del negocio de la compañía con la formulación de preguntas concretas y específicas”. En este sentido, Siddle considera que “el modo en el que el gestor prepare la entrevista a menudo marca la diferencia”. Al final, tal y como él mismo reconoce, “el objetivo es saber el riesgo que se asume con la inversión y evitar a las compañías con peores equipos directivos”.

 

Casi un año después de su incorporación en diciembre de 2009 al equipo de renta variable europea de Fidelity, Matthew Siddle pasó a dirigir el Fidelity European Larger Companies, fondo del que es el único gestor. Antes había gestionado varias carteras británicas, como el FIF UK Growth & Income Fund y el FF United Kingdom Fund. Desde que Siddle asumiese la gestión del fondo de grandes compañías europeas, este producto ha ocupado sistemáticamente el primer decil de rentabilidad dentro de su categoría.

 

El gestor reconoce que, dada la crisis de deuda y déficit que atraviesa Europa, en ocasiones el inversor se muestra reacio a apostar por productos con exposición a renta variable europea. “Más sencillo resulta convencer a los que buscan el valor en sus inversiones”. Según él, el principal obstáculo que debe salvar Europa es la fuerte pérdida de competitividad que han experimentado algunos países, entre los que cita a España, Italia, Portugal, Irlanda y Grecia. “Que ocurra o no es una decisión política. En mi opinión, creo que esto va a suceder porque tiene que suceder. No existe otro camino ya que no creo que vayamos a asistir a una ruptura del euro”, asegura.