No me gustaría estar en su pellejo, señor Draghi

Las bolsas han subido de forma notable en la última semana, en parte por la expectativa de que las políticas económicas giren hacia una menor austeridad, pero también ante la posibilidad de que el BCE tome una actitud más proactiva en la gestión de la crisis actual. ¿La razón? Alemania. Esa economía que hasta hace pocos meses parecía inmune a la desaceleración económica de su entorno, pero que en sus datos más recientes (encuestas PMIs y encuesta empresarial IFO, ambas correspondientes al mes de abril) demuestra que no es ni mucho menos una isla.

El temor a que la única economía que podía servir de motor a la debilitada Eurozona pierda también más fuelle del esperado ha disparado las alarmas, aun cuando tengamos que oír a la señora Merkel afirmar que Alemania preferiría una subida a una bajada de tipos o que sigue en contra de suavizar las políticas de austeridad. Parece que la situación macroeconómica justifica cada vez más que se incremente la sensibilidad hacia las políticas de crecimiento. No hablamos en ningún caso de olvidar la necesidad de ajustes fiscales (del gasto improductivo, fundamentalmente) y de acelerar las reformas estructurales, tan necesarios para alcanzar la sostenibilidad de las cuentas públicas en el medio plazo, pero sí de dar más tiempo al cumplimiento de los objetivos fiscales. En este escenario se enmarca la posibilidad cada vez más real de que España consiga dos años más para alcanzar su objetivo del 3% de déficit público sobre PIB.

¿Y qué puede hacer el BCE para facilitar avances en la resolución de la crisis? Es una realidad que el BCE gestiona una política monetaria común para una Eurozona muy fragmentada, por lo que es difícil que lo que a unos les pueda parecer una política adecuada, convenza también a sus vecinos. Aun así, parece que el contexto actual justifica la adopción de medidas adicionales de estímulo monetario. ¿El riesgo? Decepcionar a un mercado que ha puesto muchas expectativas en la reunión del próximo jueves 2 de mayo.

Es difícil saber cuánto ha descontado el mercado, pero yo diría que una bajada de tipos de 25 puntos básicos, hasta un nuevo mínimo histórico del 0,5%, ya estaría en precio. La creciente debilidad de la economía europea, incluida Alemania, lo justifican, especialmente teniendo en cuenta que no existen presiones sobre los precios. Ahora bien, ¿qué impacto tendría una bajada de tipos adicional en la economía real? Pues, desgraciadamente, más bien poco, teniendo en cuenta que no existe correa de transmisión de la política monetaria, por un lado, y que los tipos de mercado ya descuentan la bajada (Euribor 12 meses en niveles de 0,515%). Aun así, sería una señal de apoyo de las autoridades monetarias europeas.

Pero lo que realmente espera el mercado es que el BCE adopte alguna medida para reactivar el crédito a las PYMES. Lo complicado es acertar con la fórmula para hacerlo. No es previsible que se repliquen programas como los aplicados por el Banco de Inglaterra, que redujo los tipos aplicados en las operaciones de inyección de liquidez a las entidades a cambio de que éstas concediesen préstamo a las PYMES (por cierto, con resultados poco satisfactorios). En la Eurozona sí hay liquidez, pero a la vez se está pidiendo a las entidades periféricas que reduzcan crédito, que continúen con su proceso de desapalancamiento. De hecho, en caso de incrementarse su concesión de préstamos, habría que tener en cuenta el consumo de capital y potencial incremento de mora que producirían. Pero existen otras vías: una de las más factibles podría ser utilizar al Banco Europeo de Inversiones (BEI), que cuenta con una capacidad de préstamo de 70.000 mln eur y además podría incrementarla, financiándose en el BCE para posteriormente otorgar préstamos a las PYMES. Aunque esta opción también podría tener sus inconvenientes, como sería un deterioro del balance del BEI y sus implicaciones negativas sobre rating.

En fin, que no me gustaría estar en el pellejo del señor Draghi el próximo jueves. El BCE podría decepcionar a unos mercados con elevadas expectativas si no baja los tipos de interés o incluso si sólo baja los tipos, sin anunciar nuevas medidas de apoyo a la financiación de PYMES a través de una fórmula adecuada y creíble. Buena suerte, señor Draghi.