Mientras vuelve la luz

Durante semanas, las expectativas de los inversionistas fueron alimentadas por la promesa de una rápida transición política, la cual vendría acompañada de una elección presidencial y un nuevo equipo económico que finalmente se ocuparía del tan necesario programa de ajuste de la economía, sin importar el color político del ganador de la elección.

Las decisiones del estamento político de la semana anterior, le dieron al mercado varias cucharadas de la sopa que menos le gusta, la de la incertidumbre. La indefinición de la fecha de una nueva cita electoral, potenciales reducciones crediticias de la calificación de riesgo de los papeles nacionales denominados en dólares, la aparición en la prensa especializada de las primeras estimaciones del incremento del déficit fiscal producto del diferir el programa de ajuste económico, son elementos que sugieren que los actuales niveles de precios de los bonos venezolanos no podrán mantenerse a menos que el mercado perciba alguna luz al final del túnel.

Mientras se clarifica lo político, medirán sus fuerzas dos visiones encontradas: la primera de ellas, la de aquellos que sostienen que, pese a todos nuestros problemas, las primas de riesgos cobradas por los potenciales inversionistas en la deuda venezolana es exagerada, sobre todo considerando que los bonos basura denominados en dólares han alcanzado en días recientes el retorno promedio mínimo de los últimos 60 años, 5,96%. Este grupo ve el actual nivel de precios como una oportunidad única para tomar nuevas posiciones en los papeles nacionales, y parten de la premisa de que más temprano que tarde la racionalidad económica se impondrá.

La segunda visión supone que la inacción será la característica predominante en los próximos meses, ya que la agenda política no permitirá la implantación de dolorosas, aunque necesarias, medidas económicas. Este grupo espera un aumento del perfil de riesgo de la deuda venezolana denominada en dólares. Esto obligaría a algunos inversionistas institucionales a reducir su exposición a la deuda, sobre todo cuando los bancos de inversión internacionales recomiendan evitar los bonos basuras de más baja calificación crediticia, ya que tienden a ser muy volátiles en entornos de bajas expectativas de crecimiento económico, como las esperadas en el 2013. Para los que comparten esta visión todavía no es el deuda venezolana, y de hecho ni siquiera están seguros de que en el corto plazo exista tal autobús.

Así como en los últimos meses el rally de los bonos venezolanos denominados en dólares fue reforzado por la continua reducción de las tasas de interés en EE.UU., una corrección de precios de estos papeles podría verse potenciada por cualquier evento internacional que aumente las tasas de interés, como podría ser una nueva edición de la crisis de deuda de la Eurozona o turbulencias dentro de la economía china. Mientras vuelve la luz hay que mantener un ojo en lo local y otro como siempre en el emergente contexto internacional del 2013.