Mi apuesta es por un 2012 no tan “malo” en China

Yo soy un poco más optimista respecto a la economía de China el próximo año, y me la juego más por una economía creciendo por encima del 8.5%, aunque por debajo del 9%, lógicamente. Las razones no son otras que la probada capacidad de la economía china de soportar las desaceleraciones globales y de crecer a tasas superiores a las estimadas anualmente, con la ayuda de la inversión que podría venir por parte del gobierno y una que otra ayuda de la política monetaria. Pero también por una variable de actitud que he descubierto en China y que determina el comportamiento del chino como ciudadano y del país como un todo.
 
Por definición el chino quiere ser primero. Por la razón que sea, así nadie la conozca. En tal sentido, en la fila del metro en Beijing, todos quieren entrar de primeros al metro o salir de primeros del mismo, quieren llegar de primeros a cualquier sitio, cruzar sin tener en cuenta algunas restricciones, etc. Me he encontrado también con hechos curiosos como que si dos buses con la misma ruta arriban uno detrás del otro, el chino promedio quiere subirse en el primer bus, así esté lleno y el de atrás, vacío; situación que se explica sólo porque el de adelante va de primero, mientras que el de atrás, va de segundo.
 
He preguntado a varias personas sobre esta situación, tanto chinas como extranjeras, todas las cuales reconocen este efecto, que vuelve a Beijing, algunas veces, una ciudad caótica para alguien no acostumbrado a los tumultos de personas que estén empujando constantemente. Obviamente el mayor impacto que tiene un occidental, que asume que la china es una cultura de largo plazo y de paciencia para las cosas, es que lo milenario de la cultura no se traduce en la actitud diaria, especialmente de las nuevas generaciones.
 
La mejor respuesta que me he encontrado hasta ahora para este fenómeno me la dio una de mis colaboradoras chinas:
 
—     El chino cree que si no se afana, pierde algo, me dijo.
—     ¿Pierde qué?, pregunté.
—     Nadie sabe, pero pierde algo, me respondió ella naturalmente.
 
Luego de dicha conversación saqué la conclusión de que eso explica muchas de las cosas que los chinos hacen y que los motiva para ser la economía más grande del planeta en el menor tiempo posible. Lo cual se logra, simplemente, creciendo más rápido que lo estimado. Esta percepción china es la que puede explicar varias cosas: están haciendo los centros comerciales más grandes de Asia, están construyendo rascacielos en todas las ciudades, incluyendo algunas de no más de 2 millones de personas, construyen obras monumentales como “Las Tres Gargantas”, y otras tantas cosas, que son símbolo no sólo de estatus, sino de no “perder algo”. Esto es a todos los niveles: he notado que mis para mis compañeros de clase chinos lo importante es que las empresas sean las más grandes, desechando a la vez otros adjetivos que son más comunes para nosotros: eficientes, productivas, rentables, etc.
 
En vista de lo anterior, y tomando como referencia lo que puede ser la evolución de la economía durante el próximo año, es que me aventuro a decir que la tasa de crecimiento, aunque más baja que la del presente año, podría no ser tan baja como las simulaciones estadísticas están arrojando. Ojalá mi apuesta por el carácter chino arroje sus frutos durante el próximo año, pues bastante lo va a necesitar la economía mundial durante 2012.