Mesa redonda: la realidad sobre el uso de los ETF de smart beta por parte del inversor institucional español (VI)

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Foto: Máximo García

Las estrategias smart beta se han convertido en el tercer pilar de las carteras de los inversores, principalmente institucionales de Estados Unidos. Estos productos se han expandido rápidamente, con una tasa de crecimiento de casi el 40% de forma anualizada desde principios del 2012, lo que supone el doble de crecimiento que de la industria de ETF en su conjunto. Casi el 10% de los activos globales de ETF son en fondos de smart beta, lo que representa un 13% de los flujos totales hacia fondos cotizados en 2015. En el caso de iShares, la gestora ha captado a nivel global casi 8.000 millones de dólares en productos de smart beta en lo que va de año (el 55% de los flujos totales) y ya cuenta con 55.000 millones en activos invertidos en este tipo de estrategias. Las más demandadas están siendo los productos de mínima volatilidad. En general, los ETF de smart beta son productos cada vez son más globales, que cada vez están experimentando un mayor crecimiento orgánico fuera de Estados Unidos, sobre todo en Europa.

Según explica Aitor Jauregui, responsable de desarrollo de negocio de BlackRock para Iberia, los ETF de smart beta son percibidos “como productos que ofrecen la posibilidad de diversificar la cartera con un coste mejor y reduciendo volatilidad, en comparación con otros productos de inversión más tradicionales”. Pero… ¿cuál es la visión que los inversores institucionales españoles tienen de estos productos y qué uso hacen de ellos? En una mesa redonda organizada por BlackRock en la que, además de Jauregui, ha contado con la participación de Pedro Martínez Sánchez, responsable de gestión pasiva de InverCaixa, Alberto Gómez-Reino, responsable de Asset Allocation Institucional en BBVA AM y David Cienfuegos, director de inversiones de Towers Watson, se ha dado respuesta a esta pregunta. Todos ellos coinciden en que los ETF de smart beta tienen validez en el entorno actual, pero siempre dentro de un contexto.

Pedro Martínez Sánchez, por ejemplo, reconoce que en el equipo de InverCaixa que él dirige están siguiendo muy de cerca estos productos, si bien no con el propósito de construir la parte ‘core’ de sus carteras, sino como inversiones satélites de las mismas. “Son productos que tienen su utilidad, ya que te permiten introducir un factor de diversificación que, combinado con los factores existentes en tu cartera, te pueden ayudar a obtener un retorno superior del que te ofrece la mera réplica de un índice”, afirma. Dado que los fondos de gestión activa no siempre consiguen batir al benchmark, disponer de un producto más eficiente desde un punto de vista de costes, transparencia y liquidez te permite ayudar a complementar la gama y, en un momento dado, a optar por el ETF de smart beta en lugar del fondo de gestión activa. “Este paso se daría si el performance no justifica la diferencia de costes”, explica el responsable de gestión pasiva de InverCaixa. En una línea muy similar se pronuncia Alberto Gómez-Reino.

“Es raro ver a un ETF de smart beta como elemento central de una cartera y menos en un cliente español, pero al final es un producto que te permite tomar una apuesta concreta eligiendo dentro de un catálogo de ideas que te conduzcan a ella. Ahí es donde los ETF de smart beta entran a competir con el resto de productos de la industria, ya que estas estrategias te ofrecen la beta estructural a ese factor de riesgo de una forma barata y transparente”, asevera. En el caso de BBVA AM, la mayoría de las inversiones en estas temáticas todavía las están canalizando a través de estrategias de gestión activa o derivados, que –a su juicio- pueden ser aproximaciones muy buenas a este tipo de inversiones. “Para empezar a incorporarlos necesitamos track record y un volumen mínimo, pero esto es parte del mismo proceso evolutivo de la industria. Antes no se hablaba de ETF de renta fija. Gracias al crecimiento patrimonial y a las soluciones que ofrecen, hoy sí. A medida que vayan incorporándose a las carteras de más clientes estos productos se irán haciendo cada vez más visibles y accesibles”.

Cuando Gómez-Reino analiza la evolución de la industria de gestión pasiva observa que su origen está muy sesgado a un determinado tipo de producto. “Lo que ahora se está produciendo es un mapeo de la industria de gestión activa. Donde hay un producto de gestión activa acaba saliendo uno optimizado o de smart beta”, indica. Esto ha hecho que, en muchas ocasiones, el concepto de smart beta no esté claro y que su significado sea distinto en función del inversor. Poniéndolo dentro del contexto de que smart beta es un producto que replica un índice compuesto de forma distinta al ponderado por capitalización, David Cienfuegos pone el acento en la “proliferación” de este tipo de productos que se ha visto en los últimos años. “Utilizo la palabra proliferación no de una manera positiva, sino crítica con la industria. Por ejemplo, en renta variable los primeros conceptos de beta alternativa buscaban desligarse de la capitalización bursátil. Hoy para cada producto de gestión activa tiene que haber uno de smart beta o parece que la industria no está haciendo bien su trabajo”.

Según el director de inversiones de Towers Watson, existen muchos productos de smart beta que no cumplen una función básica. “La gestión activa y pasiva tienen una función clara. La cuestión es… ¿se ha estado vendiendo por parte de la industria de gestión pasiva productos con formato de gestión activa cobrando comisiones superiores? ¿Hay aspectos que se pueden replicar o indexar a un coste muy inferior y, por tanto, no es necesario tener gestión activa al respecto? Si la respuesta es afirmativa, la beta alternativa tiene sentido. Si es negativa, todo esto es simplemente una mera cuestión de marketing para captar más patrimonio por parte de los nuevos participantes del mercado. Nosotros creemos que el smart beta tiene valor en el entorno actual. Sabemos dónde está la valoración de la renta variable, lo que nos está ofreciendo hoy la renta fija… cualquier alternativa a estar expuestos a activos con una valoración más que aceptable ofrece algo distinto como complemento al asset allocation tradicional”.