Más allá de los mitos sobre la deuda emergente

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Ingberrio, Flickr Creative Commons

“La deuda emergente es algo así como las zapatillas Converse: parece que casi todo el mundo tiene unas”. Mike Riddell, gestor de renta fija de M&G Investments, utiliza esta comparación para referirse a la familiaridad que ya tienen los inversores con la narrativa de los mercados emergentes. Se refiere al argumento, por ejemplo, de su capacidad de batir a otros mercados gracias a sus bajos niveles de deuda, su alto crecimiento o su fuerte demografía, pero arremete contra ello.

“La deuda emergente es genial, pero podría sorprenderte lo que encontrarías si retiras los mitos”, dice. En su comentario, explora las que realmente han sido las fuentes de rentabilidad de las tres principales versiones del activo (deuda pública en moneda local, deuda pública externa y crédito externo) y comenta los riesgos derivados de la inestabilidad en la eurozona y los asociados a una reversión de los flujos que durante más de una década han sustentado el activo. Pero, sobre todo, señala el riesgo de largo plazo derivado del equilibrio económico de la segunda mayor economía del mundo: China.

“La deuda emergente es una buena inversión dentro del universo de activos, pero es curioso cómo la gente dice que es buena inversión a largo plazo solo porque el año pasado ofreció rentabilidades “miserables”, critica. Así, en los BRIC, el real brasileño y el rublo ruso alcanzaron mínimos de tres años frente al dólar, mientras la rupia india tocó mínimos, y el yuan chino ha sufrido este año la mayor caída desde su devaluación en 1994 frente a la divisa estadounidense.

“No digo que la deuda emergente no ofrecerá nunca valor, pero es importante subrayar que no existe un buen o mal activo, sólo una buena o mala valoración”, indica, explicando la importancia de entender las características de rentabilidad de la deuda emergente, los crecientes riesgos que parece afrontar y el hecho de que aún no ha puesto en precio el riesgo de movimientos en los tipos de interés que ya empiezan a apreciarse.

“Las modas raramente duran: la deuda emergente ha estado muy de moda, pero la demografía y las altas ratios de crecimiento no salvaron a estos mercados en las crisis de 1981-1983, 1997-98 y 2001-2002. Las zapatillas Converse tampoco han estado siempre de moda: Converse tuvo que pedir protección frente a la bancarrota en 2001 y finalmente fue comprada por Nike”, apostilla.