Mandatos segregados: una vacuna contra el COVID-19

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TRIBUNA de Jorge Bernaldo de Quirós, responsable de Inversiones en cotizados de Mercer Investments.

De todas las tendencias mundiales que han impactado sobre la industria de la gestión de activos en mayor o menor medida, la personalización es la que posiblemente más haya contribuido a mitigar la crisis del COVID-19. Se trata precisamente de la tendencia global menos adoptada en nuestro país y, sin embargo, es quizás la que más ha ayudado a gestionar esta crisis.

Ya se puede personalizar por internet un coche, unas zapatillas, juguetes y, por supuesto, el punto de la carne de la hamburguesa que llega a domicilio. Ahora también una gestora de inversiones de primer nivel puede gestionar parte de la propia cartera de manera personalizada, de acuerdo con los parámetros que se le hayan marcado.

"Quiero que gestiones como tú sabes pero exclúyeme este tipo de activo, divide la volatilidad objetivo por dos, mete los siguientes filtros ESG…”, como si de otro gestor en plantilla más se tratara, convirtiendo así un departamento de inversiones en un equipo con los mejores gestores a nivel mundial.

Esto es posible gracias a los mandatos de gestión segregados. El mundo anglosajón lleva utilizándolos desde hace más de dos décadas y, recientemente, están comenzando a sonar en el mercado español, liderados por las principales entidades gestoras de activos nacionales.

Los mandatos segregados son propiedad al 100% del inversor que lo encarga y custodiados por un depositario independiente. De esta característica se derivan una serie de beneficios no accesibles para un inversor en un fondo de inversión común, que sólo posee un número de participaciones del fondo. 

Con movimientos de mercados tan virulentos como los vividos en marzo, poder verificar en tiempo real la existencia y el precio de cada uno de los activos subyacentes de la cartera, tener la certeza de poder salir del mandato si así se desea o de mantenerlo intacto, conocer el mapa pormenorizado de riesgos de la cartera o no estar apalancado en activos no deseados, te sitúa en una posición privilegiada a la hora de tomar decisiones y mitigar las caídas.

Si bien, un mandato de gestión segregado se formaliza con un contrato entre las partes, la práctica habitual es vehiculizarlos a través de un fondo de inversión que albergue uno o varios mandatos de gestión segregados, dotándolos así de un ISIN. De esta manera, la entidad que opta por el formato fondo de mandato/s, puede ponerlo a disposición de múltiples clientes internos y externos, mejorando su operatividad.

La gran ventaja de un fondo con varios mandatos subyacentes es la flexibilidad y la operatividad que le aporta al inversor que lo encarga. Este formato de implementación, muy extendido en los países anglosajones y nórdicos, es la manera perfecta para cambiar casi de forma inmediata un mandato subyacente por otro si se considera que no han cumplido los objetivos marcados.

La práctica habitual es crear el fondo con la marca de la entidad que lo encarga y asociarla, si se desea, a la de la entidad gestora que gestiona el mandato.

Todo proceso de inversión que implica seleccionar un vehículo gestionado por una entidad externa pasa por un minucioso proceso de due dilligence. En el caso de un mandato de gestión segregado, el proceso es aún más largo y complicado. Una entidad gestora puede ser apta para invertir en sus fondos, pero no serlo para encargarle un mandato de gestión. En este último caso, se ha de realizar una extensa due dilligence operacional, detallar el acuerdo de gestión, marcar las directrices de inversión, así como el protocolo que rige cómo debe ejecutarse en términos operativos y de reporting, establecer un plan de transición que minimice costes implícitos y explícitos y, por supuesto, elaborar la documentación legal del fondo entre otras.

Ninguno de los procesos enumerados puede ser motivo para descartar un mandato de gestión. En Mercer llevamos más de 15 años llevando a cabo cualquiera de estas funciones para nuestros clientes, poniendo a su disposición nuestras capacidades y escala, aportando a sus vehículos de inversión la personalización, transparencia y flexibilidad que exigen los mercados.

Como decía al inicio, son los aliados perfectos para mitigar los efectos del COVID-19 en nuestras carteras.