Malvinas 2009

jaime
Máximo García

Incluso antes de las Malvinas, los gobernantes descubrieron el atractivo de buscar en el enemigo exterior la solución a sus problemas internos. Cada cierto tiempo, asistimos a esta treta y surgen conflictos artificialmente creados contra un enemigo exterior uniendo a la revuelta sociedad interior. Por más que intentemos negarlo, en estos momentos, ni las gestoras domésticas españolas ni el regulador están a la altura de los tiempos que corren, llevando a cabo acciones proteccionistas como si de un país emergente se tratara, poniendo a los fondos de fondos en una situación crítica.

Intentar buscar en lo ajeno, en las entidades gestoras extranjeras, el chivo expiatorio para redimir las culpas de uno mismo no es más que deshacer el camino andado, una huida hacia delante en la que transciende la falta de competitividad de quien toma esa decisión. Los niveles actuales de exposición de la mayoría de las grandes gestoras domésticas en fondos de terceros se encuentran en niveles mínimos, comparables a los de mercados menores, a niveles que nos descalifican internacionalmente como referencia o símbolo de algo. Pero el problema no está ahí, en la falta total de presencia de lo ajeno, sino que es un problema aún más grave; pocos son los esfuerzos de las gestoras nacionales por mejorar, por abrirse al mundo, ni siquiera cuando reducen la competencia son capaces de perfeccionarse a sí mismas. La inacción de nuestros reguladores queda en evidencia ante iniciativas de otros países en las que se promueven incentivos fiscales y modificaciones legislativas, buscando un incremento del ahorro y la inversión en fondos, instrumentos que han demostrado con creces su seguridad jurídica y su carácter diversificador.

Nuestro sistema está cayendo en el círculo vicioso en el que nunca debió de caer. Unamuno decía que el nacionalismo “se cura viajando” y posiblemente tenía razón. Uno no es más fuerte, ni mejor, porque su red cautiva compre sus productos; uno es realmente fuerte y competitivo cuando un tercero, motivado por la búsqueda de lo mejor, acude y compra el producto que ofreces. Seríamos cobardes y complacientes eliminando la oferta en terceros, la inversión en fondos de otras entidades, bajo premisas y pretextos basados en una supuesta falta de calidad e información que en la mayoría de los casos ni siquiera se aplican para uno mismo. No por cerrar los ojos las cosas dejan de pasar, simplemente no las veremos. Si algún día se invirtió en arquitectura abierta hay que analizar porqué se hizo, ver si los motivos siguen vigentes y contrastar si lo que tenemos en casa es mejor. La respuesta ya la tienen…pero sólo quienes estén dispuestos a hacerse la pregunta.