Signos de colaboración entre bancos centrales que deben tener muy en cuenta los inversores

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Para Dominic Rossi, director mundial de inversiones en renta variable de Fidelity International, la economía mundial acaba de dejar atrás la tercera ola de deflación, en este caso emanado por las economías emergentes, “cuando el shock combinado de volúmenes y precios deprimió el comercio y la producción mundiales”. Las dos olas anteriores se produjeron entre 2008 y 2009, coincidiendo con el estallido de la crisis financiera, y entre 2011 y 2012, a la vez que la crisis de la deuda soberana europea.

Rossi estima que también ha terminado el ciclo alcista del dólar, y, por ende, el endurecimiento de las condiciones financieras mundiales de los últimos años (también conocidas como quantitative tightening): “Como los precios de los mercados financieros y de materias primas se expresan en dólares, el movimiento alcista del dólar significó que el valor de esos mismos activos cotizados en dólares más fuertes tenía que caer”, explica.

El experto matiza que son numerosos los motivos de apreciación del billete verde y que no todos son exclusivos a la Fed pero, “puesto que solo la Fed puede imprimir dólares, sí tiene la responsabilidad última de asegurar que la moneda no se convierte en una limitación para la actividad”. “Lamentablemente, mientras el dólar seguía apreciándose atravesamos por un periodo difícil cuando los bancos centrales se centraron en sus propias agendas nacionales. Eso fue un error”, añade Rossi.

Un nuevo periodo de colaboración entre bancos centrales

El experto aprecia un cambio en la actitud de las principales autoridades monetarias, después de que sembrasen las dudas sobre su credibilidad en los últimos meses al cometer algunos errores de comunicación y de políticas monetarias. “Afortunadamente, ahora asistimos al claro reconocimiento de que la consecuencia de las actuaciones independientes fue un nivel del dólar que amenazaba la estabilidad financiera. Las medidas recientes de los bancos centrales apuntan a un nivel de coordinación en relación con las divisas mucho mayor que el observado desde hace algún tiempo”, comenta Rossi. Este matiza que el objetivo de la coordinación entre las autoridades, aunque no llegue al nivel de los acuerdos formales Plaza o Louvre de la década de 1980, trata de dejar claro que “nadie saldrá beneficiado si el dólar sigue apreciándose”.

¿De qué forma concreta se está produciendo esta colaboración? En primer lugar, el director de inversiones se fija en las declaraciones del Banco Popular de China (BPCh), que ha dejado claro con palabras y hechos que el yuan no se va a devaluar de forma masiva. Entre tanto, en Europa, Mario Draghi ha redirigido sus esfuerzos por reactivar la economía real desde el canal del tipo de cambio al canal bancario. “Está claro que le preocupa que la postura de relajación y el movimiento hacia unos tipos negativos se consideren como una oportunidad para abrir posiciones cortas en el euro”, indica Rossi.

Finalmente, se observa que la Fed utilizó la última reunión del Comité Federal de Mercado Abierto (FOMC) para suavizar sus mensajes sobre el ritmo de subidas de tipos este año, ajustando sus previsiones a las expectativas del mercado y provocando, de esta manera, un movimiento a la baja del dólar.

“No creo que la debilidad del dólar tras la reunión de la Fed sea el inicio de una tendencia de depreciación significativa, pero sí considero que el periodo de apreciación que hemos presenciado durante los últimos años (y sobre todo desde mediados de 2014) ha llegado a su fin. Esta evolución suaviza inmediatamente las condiciones financieras y permitirá que remita la elevada volatilidad de los mercados financieros”, resume Rossi.

Las economías desarrolladas aguantan el asalto deflacionario

Sobre el fin de la tercera ola de inflación, objeto inicial del análisis de Rossi, cabe destacar en primer lugar que “al mismo tiempo que se relajan las condiciones financieras, cada vez está más claro que las economías desarrolladas de hecho han capeado bastante bien los efectos de la tercera ola de deflación”. Se refiere a que, si bien es cierto que se ha producido un shock de volúmenes y precios en el comercio y la producción industrial, sin embargo tanto la economía interna de EE.UU. como la eurozona y el Reino Unido han resistido razonablemente bien.

“En mi opinión, el temor de hace solo unas semanas a que EE.UU. entrara en recesión era muy exagerado. Por el contrario, creo que ahora disfrutaremos de un periodo de crecimiento estable con condiciones financieras favorables que será la plataforma para un nuevo tramo alcista de la renta variable, una vez más liderada por la bolsa estadounidense”, declara Rossi.

Este entorno podría verse enturbiado por el riesgo de que China devalúe el yuan, exportando deflación a nivel global, “pero parece que este riesgo ha disminuido sustancialmente”, insiste el experto.