Los proveedores de fondos cotizados defienden la transparencia del producto

Primero fue Esma, la asociación europea de supervisores de los mercados financieros, que puso a consulta un documento en el que trataba los riesgos y el tratamiento que debían tener los ETF y los fondos estructurados. Según publica Expansión, en el mismo se dejaba abierta la puerta a hacer una división entre productos complejos y no complejos. En esta segunda categoría, se podrían incluir los fondos estructurados y algunos ETF con mecanismos más complejos. La pasada semana, la Comisión Europea hizo público el texto de MiFID II, directiva en la que se recogen las prácticas a realizar en los mercados financieros. En el mismo se reconoce que los UCITS estructurados se han convertido en productos más complejos y deberían tratarse como tales, lo que debería llevar a diferenciar entre productos complejos y no complejos, lo que coincide con la tesis de Esma.

¿Nos enfrentamos así a una división entre ETF complejos y no complejos? Si fuera así, ¿cómo afectaría esta división al inversor particular? Realmente el hecho de que un producto se califique como complejo, no significa de entrada que no pueda ser adquirido por el cliente. Pero sí será necesario que el inversor pase un test en el que se demuestre que puede invertir en este tipo de vehículos. Es lo que se conoce como test de idoneidad. De este modo, habría fondos cotizados que automáticamente estarán al alcance de todos los inversores y otros en los que sólo podrá invertirse tras haber pasado este test.

Desde las entidades promotoras de ETF consideran que es necesario una mayor transparencia del producto. En unos casos, las entidades piden la diferenciación entre ETF complejos y no complejos, mientras que en otros no lo considero necesario si se cumplen unas reglas claras. En el primer grupo está BlackRock y en el segundo Lyxor. Esta última entidad acaba de publicar un documento en el que define los seis requisitos que debería cumplir un fondo cotizado.

En opinión de Juan San Pío, responsable de ventas institucionales de Lyxor ETF en Iberia y Latam, un punto fundamental es la transparencia en la información sobre la composición de los activos que componen los ETF y las contrapartidas utilizadas, así como el valor que tenga el swap en cada momento. En el caso de Lyxor los activos poseídos por el fondo son totalmente líquidos, acordes con las directivas UCITS y no son objeto de préstamo a terceras partes en ningún caso. Todos estos títulos se mantienen en cuentas segregadas en beneficio de los participes del fondo. Por tanto cumplen sobradamente con todos los requerimientos establecidos en materia de riesgos y transparencia por las directivas UCITS en pro de proteger los intereses de los participes y por tanto no deberían de considerarse productos complejos por el mero hecho de existir un swap en cartera.

Dentro de las diferencias de modelo de negocio (hay grupos que realizan préstamo de valores y otros no; unos apuestan por réplica física y otros incluyen también la sintética; unas defienden la réplica de índices de gestión activa y otras sólo se limitan a los índices pasivos), sí existe un punto en común entre los grandes proveedores de ETF. Una de sus preocupaciones es que en los últimos años dentro de esta marca se han ido incluyendo otras variantes, como los ETC o ETN, en muchos casos, notas o certificados en los que sí existe un riesgo emisor como el sufrido con los productos estructurados tras la quiebra de Lehman Brothers. “No tiene sentido que alguna entidad que se dedica a comercializar otros productos tenga en el propio nombre de la compañía la marca ETF”, reconocen desde varias gestoras de fondos cotizados.