Los países emergentes: el síndrome de los países desarrollados

cmorel
Foto cedida

Debido a que temen el riesgo de deflación, los bancos centrales de los países desarrollados han optado, durante la mayor parte de estos últimos diez años, por una política monetaria muy acomodaticia. ¡Demasiado acomodaticia si lo miramos con retrospectiva! Pero este peligro no era patrimonio exclusivo de los países desarrollados. Las economías emergentes han mantenido igualmente sus tipos de interés mucho más bajos de lo que se justificaba por sus datos macroeconómicos. De hecho, los tipos de referencia en los países emergentes han sido excesivamente bajos (de manera sostenida) para hacer frente a la apreciación de su divisa, pero también porque buscaban crecimiento (como todo el mundo) al precio que fuese. Muchos de esos países emergentes han tenido los mismos síndromes que los países desarrollados: un fuerte crecimiento del crédito y la acumulación de desequilibrios financieros.

Hoy en día, los mercados financieros toman conciencia simultáneamente de dos fenómenos que acontecen en los mercados emergentes. En primer lugar, muchos de esos países están llegando al final de sus modelos de crecimientos actuales (centrados en el consumo, como Brasil, o en las exportaciones/inversiones, como China) de modo que sus perspectivas deben ser revisadas a la baja. No van a “tirar” ellos solos del crecimiento mundial, que será del 3% en 2013 y del 3,5% en 2014. Además, presentan síntomas de exceso de endeudamiento, aunque algunos, como China –donde el ratio créditos/PIB ha pasado del 140% en 2009 al 220% actual– tienen los medios para hacer frente a la materialización de los riesgos financieros.

La deuda no es por lo tanto un problema aislado de los países desarrollados…es un problema mundial.