“Los los retornos del 20% en emergentes son parte del pasado”

El escenario sigue siendo propicio para invertir en crédito, tanto con grado de inversión como deuda de los mercados emergentes, en un contexto de crecimiento global más autosuficiente pero moderado y con bajos tipos de interés que obligarán a los inversores a buscar retornos en activos con riesgo. Es la opinión de Adrian Bender, especialista de producto de renta fija y divisas de Amundi, cuyo equipo de deuda emergente está integrado en el de renta fija global, con sede en Londres. Una mayor aproximación a la beta que dicho equipo está materializando actualmente a través de la reducción de posiciones en deuda local y el incremento en deuda externa de países con mayores rentabilidades (activos más dependientes de los inversores foráneos y de la tolerancia al riesgo), así como de deuda corporativa y mercado de divisas en el su fondo global de deuda emergente. El equipo gestiona el Amundi Funds Emerging Market Debt, junto a otros dos fondos de deuda emergente.

“El crecimiento es ahora más autosuficiente en el mundo desarrollado, impulsado en los últimos años por las medidas de estímulo, pero el riesgo de presiones en la inflación subyacente es reducido debido al “output gap” industrial y a los altos niveles de desempleo que hacen descartar tensiones de segunda vuelta en los salarios, por lo que creemos que los tipos de interés deberían permanecer estables durante un tiempo”, comenta Bender. El experto cree que, incluso aunque subieran ligeramente, seguirían razonablemente bajos, por lo que el escenario obliga a buscar rentabilidades en activos con mayor exposición al riesgo, teniendo también en cuenta que las emisiones de crédito con mayor calidad están relativamente caras.

Por eso apunta a la deuda emergente, que se verá apoyada por la continuidad de flujos de capital a largo plazo, a pesar de la volatilidad a corto plazo, aunque matiza que las rentabilidades de entorno al 20% vistas en los últimos años –en línea con la ofrecida por el fondo global en 2010- han quedado atrás y ahora cabe esperar retornos más moderados, cercanos al 7%-8%, ante estrechamientos de diferenciales más comedidos que en el pasado. “El año pasado entraron 75.000 millones de dólares con muchas apuestas tácticas y los flujos continuirán, esta vez de forma más estratégica y apoyados principalmente por los inversores institucionales, protagonistas del próximo paso en estos mercados en un escenario abierto al riesgo que se mantendrá durante los próximos meses. Con un movimiento de sólo el 1% de sus carteras, harían entrar 500.000 millones de dólares en activos emergentes”, comenta Bender, algo que supondría un gran apoyo y que hace descartar una burbuja.

También lo es el dinamismo de estos mercados, con emisiones crecientes de deuda emergente tanto pública local como corporativa, en pleno desarrollo, lo que mejora la liquidez y aumenta la calidad. Con respecto a esta última, sobrepondera el sector financiero, el petrolífero y el de gas, buscando compañías con buenos balances y fundamentales. Por regiones, el citado fondo cuenta con mayores posiciones en Europa, con exposición a deuda externa de países como Rusia y Polonia, si bien la exposicíon a riesgo es mayor en Latinoamérica, con deuda externa de países como Argentina o Venezuela. Además, el equipo es “constructivo” con la deuda periférica europea en otras carteras globales de renta fija, y ha optado por cubrirlas con posiciones cortas en euros, comenta Bender.

Impacto inflacionista limitado

Con respecto a los riesgos, despunta la inflación general, aunque desde Amundi señalan que la inflación subyacente está más contenida y el impacto a medio plazo será limitado. “El aumento de los tipos de interés tiene menos efecto en los mercados emergentes porque la situación crediticia e hipotecaria es diferente, con mucha menos penetración”, comenta. El experto cree que, en la medida en que la apreciación de las divisas es una de sus consecuencias, hay que tener en cuenta en qué países esa subida es menos volátil y donde los bancos centrales son menos “agresivos”. En este sentido, se muestra positivo con divisas como la polaca, la mexicana o la filipina.

También para protegerse de los efectos de la inflación, el equipo ha reducido exposición y vencimientos en deuda local, la más afectada por subidas de tipos, posicionándose en países de mayor rentabilidad y a la vez con menor sensibilidad a esas subidas, como Zambia o Ucrania. Amundi tiene posiciones moderadas en deuda externa egipcia, habiendo vendido la deuda local.

En relación al segundo riesgo, el de las divisas, Bender reconoce que habrá volatilidad y los inversores necesitan ser selectivos; y con respecto al tercero y al cuarto, la liquidez y el default, cree en su mejora. “El riesgo político implica estos cuatro factores y lo evitamos tratando de mantener una exposición diversificada por países, activos y estrategias, tanto direccionales como de valor relativo”, comenta. Para 2011, augura un aumento de estas últimas.

Escenarios extremos

Estas apuestas funcionarían bien en un escenario central de crecimiento moderado y bajos tipos preponderantes en mercados desarrollados, propenso a buscar retornos, pero no lo harían en dos contextos extremos: si la recuperación fuera muy fuerte en los mercados desarrollados, generaría inflación que perjudicaría a la deuda externa emergente y, si volviera la recesión, en los mercados desarrollados, también sufriría, al comprimirse los precios de las materias primas. “Son escenarios que no contemplamos”, matiza Bender.

Con todo, cree que contar con activos de 700 millones de euros en total por parte del equipo de deuda emergente les ha permitido funcionar bien en circunstancias difíciles gracias a su flexibilidad y a la visión global que permite estar inmersos en el equipo de renta fija global.